Tribuna Velarde
13/01/2020, 18:39
Mon, 13 Jan 2020 18:39:01 +0100
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Como consecuencia de la difusión de pensamientos que se calificaban como pacifistas, se generalizó la idea de que la financiación de la Defensa debería minimizarse. Era una carga para la economía, y su papel negativo explicaba que, en el presupuesto, debería retirarse todo lo posible su financiación. Pero de esto se derivaban dos consecuencias erróneas. La primera, ignorar que en relación con los gastos en defensa se percibían ciertos impulsos a la economía relacionados con la Revolución Industrial que estaba en acción. Debido a la presión estatal que se vinculaba con necesidades militares, comenzaron a aparecer ventajas para el desarrollo económico dentro del proceso de la industrialización, lo que llega hasta ahora mismo. Basta en este sentido recordar los datos que aparecen en el análisis de la obra de la profesora Mazucatto, titulada El estado emprendedor (2014). Y respecto a España, señalemos cómo existen datos muy claros de la relación entre orientaciones para la defensa y avances en el sector industrial. Por ejemplo, el avance en el terreno de la siderurgia, con la aparición del coke en los hornos altos, no llega a nosotros -a pesar de un intento fracasado de Jovellanos-, hasta que el general Elorza lo puso en marcha en la Fábrica de Trubia. O también, el impulso a la generación de los fertilizantes, ¿no se inicia hasta que, en parte por las medidas relacionadas con las exigencias de la Guerra de Cuba, se decidió poner en marcha una entidad que acabó por consolidarse con la Unión Española de Explosivos, vinculada en principio a Asturias, y orientada rápidamente no solo al desarrollo de la fabricación de fertilizantes -que así pasaron a ser uno de los elementos esenciales para explicar el desarrollo de la producción rural en España-, sino también a impulsar la minería. Y esa relación con Asturias se debía al impulso que entonces tuvo en España la del carbón.