Presidente de honor la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

Es preciso que en toda medida de política económica se tengan en cuenta, para acertar, un conjunto de enlaces que existen con otras realidades socioeconómicas y políticas que se encuentran siempre forzosamente enlazadas, y que por ello, generan problemas unas veces inmediatos o a medio plazo, que deberían haberse previsto. El saldo de las ventajas y desventajas, cuando todo esto se tiene en cuenta, debería alterar mucho la actividad inmediata de la política económica. Todo esto, por supuesto, lo ha colocado en la actualidad, la decisión de incrementar el salario mínimo interprofesional sin tener en cuenta cuestiones relacionadas con la estructura sociopolítica del sector rural.

Una intervención del profesor Emilio Lamo de Espinosa, pronunciada en la Real Sociedad Geográfica, exige una glosa de modo obligado. Basta observar su título: Nueva imagen del mundo: geografía, historia, sociedad. Efectivamente, nos encontramos con la necesidad de tomar conciencia del cambio profundísimo que afecta a la Humanidad, debido a la unión de lo que los cambios iniciados en el siglo XIX supusieron para ella. Se mueven éstos obligadamente hacia situaciones radicalmente diferentes de las que existían hace no demasiado tiempo.

Basta tener en cuenta las sucesivas alternativas de una agobiadora situación creada por el malestar derivado de una depresión creciente, a pesar de que se sostenía, una y otra vez, que la prosperidad estaba a la vuelta de la esquina -como ocurrió con el presidente Hoover, o el colosal fracaso de los famosos “planes quinquenales” de Stalin, o el abandono de los planteamientos de Mao en China o en aquellos mensajes que entusiasmaron a los estudiantes pseudo revolucionarios del 68-. En el caso de España, eso se produjo por el proteccionismo industrial, que buscó un planteamiento económico en Federico List, y que desde la institución catalana denominada Fomento del Trabajo Nacional, logró dominar la política económica española desde el siglo XIX, hasta que, en 1959, Ullastres liquidó definitivamente los intentos de Gual Villalbí.

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En este momento, no sólo en la economía, sino en multitud de aspectos de la vida social, España marcha esencialmente de acuerdo con los mensajes de la Unión Europea. Pero todo esto motiva, en el terreno de la economía, medidas que explican bastantes causas de que el progreso material español experimente desde 1970, y naturalmente desde 1985, notables impulsos. Desde luego se debe a algo radicalmente nuevo para nuestra nación, que tiene raíces más alejadas que ambas fechas.

Tribuna Velarde

Se pone en marcha un nuevo Gobierno, y ante él -nos jugamos mucho en caso de equivocarnos-, es preciso formularle preguntas muy serias desde el punto de vista precisamente de la economía. Conviene recordar el desastre que se originó al poner en marcha en 1868 un programa económico que, en parte fundamental, estaba basado en un caos forzoso debido a la bandera que exhibía conjuntamente, con un razonable librecambio, otro de puesta en marcha del llamado cantonalismo. Como éste, sencillamente, bloqueaba la economía, los sucesivos planteamientos partían de incapacidades para reaccionar, como consecuencia de una fractura gigantesca en el mercado interior. O si nos asomamos al siglo XX en términos económicos, el conjunto de medidas que se derivaba de los planteamientos de Azaña y que yo he expuesto en una publicación conjunta con Fernando Morán, evidenciaron que en plena crisis de 1930 se tenía forzosamente que acentuar ésta.

Tribuna Velarde

Como consecuencia de la difusión de pensamientos que se calificaban como pacifistas, se generalizó la idea de que la financiación de la Defensa debería minimizarse. Era una carga para la economía, y su papel negativo explicaba que, en el presupuesto, debería retirarse todo lo posible su financiación. Pero de esto se derivaban dos consecuencias erróneas. La primera, ignorar que en relación con los gastos en defensa se percibían ciertos impulsos a la economía relacionados con la Revolución Industrial que estaba en acción. Debido a la presión estatal que se vinculaba con necesidades militares, comenzaron a aparecer ventajas para el desarrollo económico dentro del proceso de la industrialización, lo que llega hasta ahora mismo. Basta en este sentido recordar los datos que aparecen en el análisis de la obra de la profesora Mazucatto, titulada El estado emprendedor (2014). Y respecto a España, señalemos cómo existen datos muy claros de la relación entre orientaciones para la defensa y avances en el sector industrial. Por ejemplo, el avance en el terreno de la siderurgia, con la aparición del coke en los hornos altos, no llega a nosotros -a pesar de un intento fracasado de Jovellanos-, hasta que el general Elorza lo puso en marcha en la Fábrica de Trubia. O también, el impulso a la generación de los fertilizantes, ¿no se inicia hasta que, en parte por las medidas relacionadas con las exigencias de la Guerra de Cuba, se decidió poner en marcha una entidad que acabó por consolidarse con la Unión Española de Explosivos, vinculada en principio a Asturias, y orientada rápidamente no solo al desarrollo de la fabricación de fertilizantes -que así pasaron a ser uno de los elementos esenciales para explicar el desarrollo de la producción rural en España-, sino también a impulsar la minería. Y esa relación con Asturias se debía al impulso que entonces tuvo en España la del carbón.

Un gran geólogo español, Lucas Mallada, fue autor de una famosa obra regeneracionista, que tituló Los males de la Patria y la Revolución española. Ahora mismo, con motivo del inicio del 2020 y nuevos planteamientos políticos -en lo económico, por ejemplo-, ha aparecido un artículo muy interesante de Elvira Rodríguez, Qué nos espera en 2020: retos económicos; y no digamos lo mucho que se ha escrito sobre lo que nos espera en lo político, como puede ser el artículo publicado por Francisco Vázquez, titulado La España traicionada.

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Cuando comencé a leer el reciente libro de Mariano Rajoy, Una España mejor (Plaza Janes, 2019), me encontré rápidamente interesado, porque me dio la impresión, inmediatamente, de que me había topado con un libro muy importante sobre cuestiones económicas, que se ofrecían dentro de otras de nuestra historia política contemporánea, con planteamientos complementarios muy valiosos, referidos sobre todo a la economía española y, también a la europea, así como referencias a realidades que ahora mismo se discuten.