Opinión

Lecciones de economía del profesor Rajoy

Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno

Cuando comencé a leer el reciente libro de Mariano Rajoy, Una España mejor (Plaza Janes, 2019), me encontré rápidamente interesado, porque me dio la impresión, inmediatamente, de que me había topado con un libro muy importante sobre cuestiones económicas, que se ofrecían dentro de otras de nuestra historia política contemporánea, con planteamientos complementarios muy valiosos, referidos sobre todo a la economía española y, también a la europea, así como referencias a realidades que ahora mismo se discuten.

También observé que se ofrecían citas de personas que le habían asesorado y colaborado políticamente desde ámbitos concretos de la economía, como pueden ser, por ejemplo, los casos de Álvaro Nadal en el terreno de la energía, o de Fátima Báñez en el del mercado del trabajo. Por ello, aparte de datos personales o políticos, se aportan informaciones en este libro que deben pasar, para siempre, al conjunto de nuestros conocimientos de la historia reciente de España, o incluso, a veces, a la de otros países, como sucede con esa frase que le dijo Cameron, y que hoy vemos como clave importante de lo que vaya a ocurrir en lo económico, y también en lo político, tras las recientes elecciones británicas: "Te prometo, Mariano, que no voy a convocar ningún otro referéndum" (pág. 205).

La etapa que esencialmente nos presenta Rajoy es la que, desde noviembre de 2011 a junio de 2017, ocupa en la Presidencia del Gobierno. Nada más llegar, se encuentra con una situación económica extraordinariamente preocupante. La explicación la expone con algo semejante a un buen estudio de la macroeconomía española, algo que ratifica lo que -basándose en otros datos macroeconómicos- Jordi Maruquer de Motes señaló indicando que el hundimiento económico existente en la etapa previa al año 2011 era el mayor que España había tenido en el periodo que va del reinado de Isabel II al de Juan Carlos I, salvo lo sucedido, naturalmente, como consecuencia de la Guerra Civil. Este era el reto máximo con el que se encontraba Rajoy, fruto de la pésima política económica desarrollada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, incapaz de superar, pero sí de empeorar, las consecuencias causadas por la crisis generada en Norteamérica a partir de la quiebra de Lehman Brothers.

Como consecuencia del colosal hundimiento español, eran precisas medidas para cortar los excesos de gasto público previamente existentes, vagamente herederos de keynesianismos vulgares, pero muy atractivos para aquellos políticos socialistas que, como sostuvo Schumpeter, se preocupan fundamentalmente por efectuar planteamientos atractivos a corto plazo, aunque ignorando las consecuencias posteriores. La herencia, que forzosamente se derivaba de las medidas del Gobierno anterior, era agobiante: un fuerte incremento de la deuda pública, a causa del desequilibrio presupuestario; de modo inmediato, una crisis bastante preocupante en el mercado del crédito; una falta de competitividad en el mercado mundial, con el consiguiente déficit en las balanzas exteriores; y lógicamente, un incremento notable en las cifras del desempleo.

El expresidente aporta datos clave para el seguimiento de la historia económica reciente

En eso se encontraba el reto inicial para Rajoy, quien actuó ante él como si hubiese tenido conocimiento de los consejos de grandes economistas; por ejemplo, las recomendaciones de Milton Friedman, ese grande de la Escuela de Chicago, y de Phillips, el mago descubridor de la curva de enlace del empleo y de las medidas laborales equivocadas que habían tenido lugar en Reino Unido.

Impresiona al leer este libro, todo lo que se planteó a partir de la política presupuestaria y las reformas que tuvieron lugar en el mercado crediticio. Llama la atención que Rajoy nunca se mostró partidario de controlar un programa con alto peso en el sector público, y sí de equilibrar su significación gracias a crecientes incrementos de la acción impositiva. Pero, en relación con esto, conviene señalar que no era un creyente de las ventajas absolutas de una mayor presión impositiva, y por eso, en este libro se observa que las rectificó en la etapa final de su mandato, como si comprendiese la importancia de la aportación de Laffer, y la relación entre los tipos impositivos y la recaudación tributaria a causa de las consecuencias de freno a la producción, generadas por un alto peso de los tributos; sin embargo, previamente había que frenar la situación existente a corto plazo, porque de continuar el déficit presupuestario tal como iba, el cataclismo final sería imparable. También la reforma del sector bancario liquidó definitivamente desviaciones heredadas todavía de la etapa de la Banca mixta, que aún parecía no haber superado todas las consecuencias generadas por el choque petrolífero, intentando, ante de la llegada de Rajoy, el cambio -y a pesar de la crítica durísima y acertada de Jaime Terceiro- con un nuevo papel para las Cajas de Ahorros, y presionando, por otro lado -para que rectificasen sus actitudes- a las autoridades del Banco de España. Borró, definitivamente, Rajoy toda una herencia muy peligrosa.

El libro ilustra cómo se derrumba Cataluña por la ruptura de la unidad de mercado

Simultáneamente, y desoyendo los mensajes de los dirigentes sindicales, alteró las bases esenciales existentes en el mercado del trabajo, convirtiéndolo en uno mucho más flexible. También aquí parecía que Rajoy observó los datos que Phillips había recogido, que ya se estaban ampliando por todas partes, y que quizá, en algún momento en el Congreso, podía haberle insinuado Hortalá -quien entonces estaba preparando ese texto espléndido suyo titulado Macroeconomía (Vicens Vives 2010). Tal vez conociese esto Rajoy por otra vía; pero asumió oportunamente que quizá sin flexibilidad no era posible mejorar el empleo. Lo que se explica en las págs. 103-133 es pura ortodoxia económica.

No obstante, eso que se había conseguido de puertas adentro, exigió otro especial conjunto de medidas, porque España no tenía ya una simple economía nacional, sino una comunitaria, esto es, nuestro armazón económico tenía ya que ser dirigido de acuerdo con lo que admitiesen los otros países que constituyen las instituciones europeas. A mi juicio, por eso llega a ser incluso apasionante la lectura de cómo se logró encajar nuestra política económica con la que, para que fuese la más adecuada, se realizaba en el ámbito europeo. Tengamos en cuenta que Europa también había experimentado un golpe de crisis notable, y que España, a partir del llamado Acuerdo Preferencial de 1970 experimentaba las consecuencias inmediatas de la política comunitaria. Por eso admira contemplar de qué manera pasa a participar Rajoy en la conformación de ésta. Se refleja en este libro a través de conversaciones, por ejemplo con Merkel, o con Monti para que acepten, o no, tal o cual decisión. Fue mérito definitivo español la aceptación de unas medidas adecuadas para el euro.

No podemos dejar a un lado tampoco que no sólo se exponen éxitos, sino también serios problemas económicos con consecuencias políticas. Los economistas bien sabemos el enlace que surge entre la conciencia de la existencia de realidades corruptas con frenos para la marcha eficaz de los mercados y, naturalmente, de la producción. Rajoy señala, complementariamente, cómo esto se agudiza cuando existe una situación especial que estaba vinculada a España. Lo que expone enlaza perfectamente con dos mensajes que habían surgido en 1930, y ambos en Madrid, en el de Keynes, tras su aportación La Economía política de nuestros nietos, y en el de Ortega, en La rebelión de las masas, todo lo cual encaja a la perfección en lo que se expone en las págs. 258-271. Pero también vemos en este libro de qué modo se genera un derrumbamiento económico provocado por la amenaza de la ruptura del mercado. Por eso también resulta interesantísimo el que en esta obra se señale, en la exposición del conflicto generado por los políticos separatistas catalanes, cómo se provocó forzosamente un derrumbamiento económico regional, al crear las condiciones de la ruptura, no ya del mercado español, sino también de una separación del comunitario, con un derrumbamiento económico en la región catalana. En las págs. 297-368 se muestra con claridad la radical ignorancia de todo un conjunto de políticos catalanes, desconocedores hasta un límite extraordinario, de lo que se señala en cualquier obra elemental de economía, y por ello creadores de situaciones enlazadas automáticamente con la crisis, y una sólida independencia de la pretendida "república catalana". Véase el hundimiento económico rápido creado por una emigración empresarial y de inversiones, que se expone en las págs. 347-348.

Me he referido exclusivamente a asuntos relacionados con la economía. Esto demuestra que sus asesores, en este terreno, fueron buenos, y que Rajoy ha conseguido convertirse en un político adecuado para la situación económica y política que España, forzosamente, tiene que vivir en adelante en el mundo. Esta obra, muy bien escrita, nos afecta de tal manera a todos los españoles, que estoy seguro va a tener una importancia grande.

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