Juan Velarde Fuertes
13/09/2016, 00:00
Tue, 13 Sep 2016 00:00:58 +0200
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Dejo a un lado el conjunto de planteamientos políticos, patrióticos y sentimentales que se alzaron, en España y en Inglaterra, como consecuencia del Tratado de Utrecht. Inglaterra, en el inicio de ese cambio profundo que le había provocado la Revolución puritana de Cromwell y que iba a iniciar la Revolución Industrial y, con ella el acompañamiento, gracias a la economía clásica tras las cabezas iniciales de Adam Smith y David Ricardo, de una búsqueda de expansión del mercado, culminada tras la polémica sobre la cuestión de los cereales. La posesión de Gibraltar se convirtió así en el inicio de la expansión británica por el Mediterráneo, frente a españoles, franceses, austriacos y turcos y en un pivote esencial para cambiar el papel de los virreinatos españoles en América. La batalla de Trafalgar, con la ruina marítima, que culminaba la derrota anterior en el Cabo de San Vicente, mostraría ese papel de Gibraltar para la expansión hacia América a favor de la economía británica. Todo esto culminará con las ocupaciones de Malta, de Chipre, la alianza con Grecia y sobre todo la apertura del canal de Suez, la liquidación progresiva del califato turco en Egipto, y en la Península Arábiga, y el enlace con la India y el resto de la expansión asiática.