Firmas

Ochenta años después

  • La masiva emisión de billetes en la zona republicana culminó en hiperinflación
  • En el bando nacional no se pusieron trabas para exportar e importar

La Guerra Civil, que se inició hace ochenta años, sólo podía tener un ganador a causa de la economía, la cual, desde el 18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939 tenía activos en un bando y se privaba de ellos en otro. Al menos seis realidades en este sentido estuvieron en acción.

La primera fue que, con todas las limitaciones de una economía de guerra, en el bando nacional continuó existiendo una economía de mercado y en el republicano surgió su sustitución por planteamientos utópicos, además contrapuestos entre sí. Fabián Estapé me indicó que había dado con los informes que dos hermanos Kennedy habían escrito para que su padre, embajador en Londres, informase al Departamento de Estado sobre lo que ocurría en España.

Eran ambos informes radicalmente discrepantes. El hermano enviado a la zona republicana hacía un relato del caos económico que reinaba, al mezclarse planteamientos anarcosindicalistas, socialistas revolucionarios y comunistas, y separatistas catalanes. Nada de eso, en cambio, se podía encontrar en la Zona Nacional, que indicaba el otro hermano, precisamente John Firtz-Gerald. Como señala Sánchez Asiain en esa obra fundamental para entender lo sucedido en la pasada Guerra Civil, "los poderes obreros y populares se iban haciendo con rapidez con el poder de las instituciones".

Y ello originó que "a lo largo de toda la contienda convivieron (en la España republicana) "formas de producción libertaria, nacionalizaciones, pequeñas propiedades privadas, e incluso, en algunos casos, fórmulas de producción basadas en esquemas capitalistas", como fue el caso de Vizcaya.

Este modelo caótico incluso originó una reacción de búsqueda de economía de mercado por parte del comunismo. Y el colmo de todo era contemplar, a finales de 1937, que existían más de 2.000 organizaciones diferentes emitiendo moneda; se han calculado casi 7.000 clases de billetes y unas cincuenta variedades de monedas.

En segundo lugar, en la zona nacional, y Larraz fue persona clave, se buscó lograr el máximo equilibrio fiscal posible. Nada de eso sucedía en la republicana, con déficit cubiertos por masivas emisiones de billetes, hasta que todo culminó en una hiperinflación. Como sobre esto también señala Sánchez Asiain, y el 22 de julio de 1936 era evidente "que el Banco de España había sido apartado de su función de vigilar la circulación fiduciaria, que para entonces era ya caótica". El 18 de febrero de 1938, en una reunión en Montserrat de los 150 diputados del Frente Popular, Juan Negrín señaló que se había originado por ello "una anarquía de precios descabellada".

La tercera diferencia surge en el comercio exterior de ambas Españas. No existieron, en la nacional, trabas de ningún tipo para exportar e importar. La republicana se encontró con que, a partir de la batalla naval del mar de Alborán, había perdido el control del transporte marítimo, esencial en nuestro comercio internacional, a más de perder la frontera portuguesa y, también, abandonar con rapidez la frontera francesa desde Navarra a la desembocadura del Bidasoa.

Por ello la zona republicana del Cantábrico quedó aislada. Añádase las maniobras en los mercados financieros internacionales de Larraz, más el aumento de la circulación fiduciaria, que pasaron a hundir el cambio de la peseta republicana, encareciendo lo que se lograba importar. Todo esto ha de ligarse a la exigencia de financiación exterior. La del bando republicano tuvo que liquidar las reservas de metales preciosos que tenía España. Con datos de Angel Viñas sabemos que España el 18 de julio de 1936 ocupaba el cuarto lugar en la clasificación mundial de los países según su volumen de reservas de oro". Añadamos que el oro se fue a la Unión Soviética y la plata a Estados Unidos.

Agréguese que la discusión sobre el valor de los activos entregados a cambio de estos metales nunca se planteó seriamente por las autoridades republicanas a las soviéticas. Los trabajos de Salas Larrazábal lo demuestran. Y en cambio veamos la financiación exterior fundamental del Gobierno de Franco en Alemania e Italia. Según Sardá, el crédito alemán llegó a los 378 millones de marcos que se liquidó salvo -las palabras son de Sardá- el coste "que supuso para la maltrecha economía de nuestro país la operación de la... División Azul".

La deuda italiana fue de 7.500 millones de liras, pero sin cláusula oro o dólar alguna, por decisión de Mussolini, quien consideró que consignar tal cosa significaría dudar de la lira fascista. Como señala Sardá, la fortísima inflación italiana hizo que devolver ese préstamo no fuese una gran carga para nuestra Hacienda.

La cuarta procede del enlace con el empresariado internacional establecido por el Gobierno de Burgos, mientras que sobre el republicano surgía el pánico de que condujese a España a una situación soviética. Recuérdese este telegrama de Henry Ford II al presidente de Texas Oil, empresa que había concedido un amplio crédito a la España nacional para que llegaran a la refinería de Tenerife todos los crudos precisos: "He visto cómo mis camiones con tu petróleo avanzan contra el enemigo comunista".

La quinta fue la calurosa adhesión al bando nacional de todo el empresariado campesino. Malefakis subraya que así se impidió que, en España, con su tradición guerrillera, ésta surgiese. En la España nacional no existen problemas fundamentales agroalimentarios, mientras que el hambre reinaba, al ser predominantemente urbano-industrial, en la España republicana.

La sexta se derivó del triunfo del independentismo regional en la zona republicana. Por un lado se ignoraba lo que precisamente Allyn Young había escrito en 1928 en The Economist Journal con el título de Increasing returns and economic progress. Probó para siempre que el incremento de la productividad derivado de la división del trabajo de Smith depende de la amplitud del mercado. Y he aquí que cuando más se necesitaba esa mejoría, la España republicana aceptó una amplia realidad de independencias económicas.

Por otro lado, en el País Vasco y en Cataluña existió una independencia efectiva en lo económico. Pero ha de completarse con las consecuencias de una independencia de facto del Consejo Revolucionario de Aragón, del Consejo Soberano de Asturias y León y del Consejo Interprovincial de Santander, Burgos y Palencia. Basta recordar el llamado Plan Tarradellas, que se desarrolló por los denominados Acuerdos de S'Agaró. Y no olvidemos en el País Vasco el Pacto de Guernica y las derivaciones que comenzó a poner en marcha Guillemo de la Torre.

La conjunción de todo ello sólo podía tener un vencedor. En el bando republicano no hubo nada parecido a la famosa aportación de Keynes How to pay for the ward. Sí en el nacional.

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