Firmas

No hay que cejar en el esfuerzo

  • Si desoímos a los economistas, podemos arruinar 60 años de progresos

Conviene, con todas las limitaciones que respecto a las estimaciones macroeconómicas han expuesto todos los expertos en el empleo de esas magnitudes, contemplar cómo hemos conseguido salir de una situación penosa que arrastrábamos desde nuestra plena incorporación a la Revolución Industrial, que tuvo lugar en el reinado de Isabel II, una reina tan injustamente criticada, a pesar de que, en gran medida, fue la que nos incorporó a la realidad económica, social y política contemporánea.

Gracias a las cifras que prácticamente acaba de ofrecer Jordi Maluquer de Motes en España en la economía mundial. Series largas para la economía española (1850-2015) (IEE, 2016), el PIB crece con extraordinaria lentitud durante un siglo, prácticamente. La tasa anual de crecimiento del PIB real por habitante en el periodo 1850-1935 fue sólo del 1,05%. Ahí se encuentra la raíz de esa literatura del Desastre, incrementada tras la pérdida definitiva de Ultramar en 1898, y habría que añadir el año 1899, cuando se venden a Alemania, por 25 millones de pesetas, los archipiélagos de las Marianas, Carolinas y Palaos, con ignorancia supina de lo que sucedía y podía suceder con alta probabilidad en el Pacífico. Fue venta criticada por Joaquín Costa en La cuestión de la Micronesia y entonces, también, en elEconomista.

Esto fue la causa de que la Restauración decidiese cambiar el modelo, cerrándolo respecto al exterior, desligando la peseta de cualquier patrón monetario, a la par que se consolidaría en España una tensión social extraordinaria que, por ejemplo, liquidó (para seguir el título del libro reciente de Payne) la posibilidad de tener una República conservadora presidida por Alcalá Zamora. En 1873 el PIB por habitante, en pesetas de 1958, era de 10.187,3; en 1906, era de 10.440,9, un avance de un 2,5% en ¡33 años!

Todo eso, por un lado, se estabilizaba, al reunirse la política económica, a partir de la Restauración en un conjunto proteccionista, de desorden crediticio, presidido por un Banco de España, a partir de Echegaray, calificado por Olariaga como "desdicha nacional", con añadidos notables de intervencionismo, de corporativismo y, como añadido, de colosal tensión social.

A pesar de un cierto impulso durante la Dictadura de Primo de Rivera, el caos de la II República, y la conjunción de los choques bélicos sucesivos, hicieron que en 1953, tuviésemos un PIB por habitante un poco inferior al de 1927. Precisamente fue a partir de 1953, tras el Tratado con EEUU, cuando se inició una profunda alteración que ha cambiado nuestra realidad económica como consecuencia de hondas modificaciones, que podemos agrupar en dos grandes etapas.

La primera transcurre de 1953 a 1975. Aparecen modificaciones radicales. Recordemos, desde el Acuerdo Preferencial con la Unión Europea de 1970, por cierto favorabilísimo para España, que existe una fuerte apertura hacia la economía global, estatificación del Banco de España, retroceso de tendencias intervencionistas con el inicio del desbaratamiento del INI (recuérdese la carta, muy dura, de dimisión de Suanzes), un cierto equilibrio presupuestario, o una serie de alteraciones importantes en el conjunto de las relaciones laborales.

Todo ello, al final, experimentará un choque notable provocado por la subida del precio del petróleo. A pesar de eso, el PIB por habitante subió de 4.103 euros (de 2010) en 1953 a 12.386 en 1975, una triplicación asombrosa. Por ejemplo, Francia, en ese periodo, multiplicó su PIB por habitante por 2,4.

El problema algunos creyeron que se iba a originar a partir de la Transición, y efectivamente los problemas no faltaron. Desde una importante crisis bancaria, a un abandono de obtención de energía barata, desde una gran conmoción social, a una inflación muy importante, desde el freno francés, superado con exigencias costosas, a nuestra incorporación a las Comunidades europeas (basta leer el Verbatim I de Jacques Attali para comprobarlo), al conjunto de medidas de ruptura del mercado generadas por las diversas políticas económicas de las autonomías, todo ello culminado con la colosal suma de equivocaciones de la política económica desarrollada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Pues bien, aun con todo eso, desde 1975 a 2015, o sea, durante el reinado de Juan Carlos I, el PIB por habitante, desde los citados 12.386 euros de 2010 en 1975 pasa a 21.974 en 2014. Ese multiplicarse por 1,77 un PIB por habitante es normal. De 1975 a 2013 (no hay cifras homogéneas para 2014), en Francia se multiplicó esta macromagnitud precisamente por 1,76.

Todo lo señalado hasta ahora muestra que, como resultado de esos esfuerzos hechos desde 1959, por los Ullastres y Navarro Rubio, que se vinculan con los recientes de los Guindos y Montoro, han originado que el profesor Serrano Sanz haya podido escribir en su artículo La economía española en Europa más allá de 30 años, publicado en Información Comercial Española, mayo-junio 2016, en el monográfico La economía española en el reinado de Juan Carlos I: "En 2015 el coeficiente de apertura exterior de la economía española medida a través de la balanza de bienes y servicios fue de un 63,7%. Con esa cifra, la española es una de las economías europeas de mayor tamaño de las más abiertas que existe, solo superada por Alemania, pero por delante de Francia, Italia y Gran Bretaña. En 1948, el año en que cambió la actitud de las autoridades españolas y comenzó el proceso de aproximación a las nuevas economías europeas, el coeficiente de apertura exterior era un escuálido 6,42%".

Pero tras esto se encuentra un conjunto de exigencias que son precisas para que el proceso continúe. Si detenemos nuestro proceso de integración, si damos marcha atrás en la flexibilidad del mercado laboral, si no cuidamos el mantenimiento unificado del mercado nacional liquidando todo intento de secesionismo, si descuidamos con expansiones absurdas del gasto público el equilibrio presupuestario, si consideramos que los empresarios crean (así lo acaba de sostener un significativo conjunto social) "vértigo por ser un poder económico", y que hay que huir de él, si, en fin, desoímos lo que los economistas, no ya españoles, sino universales señalan, podemos arruinar esos ya cerca de 60 años (porque la referencia del profesor Serrano a 1948 no es baladí), de progreso material que ha sacado a España, esperemos que definitivamente, de una acongojante decadencia económica.

Y de todo eso realizado hasta ahora, desde 1953, desde 1975, desde 1985, (tomo la frase de Schumpeter, cuando hablaba de otra cuestión sobre Irving Fisher), ha creado unos pilares para superar la decadencia económica, y "esos pilares y arcos permanecerán siempre de pie. Y serán visibles mucho tiempo". ¿No merece la pena que el esfuerzo de edificar una continuación a ellos prosiga?

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