12/06/2023, 10:03
Mon, 12 Jun 2023 10:03:00 +0200
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Dos operarios se adentran a pie en el barrio La Plata, en Sevilla. Casitas de dos o tres plantas, algún negocio en los bajos, casi nadie en calles estrechas por donde pasa justo un coche. Llevan una escalera y ningún distintivo que los identifique como empleados de Endesa o alguna de sus contratas. La furgoneta, sin rotular, la han dejado en las inmediaciones.. Un vehículo pasa muy despacio. La tercera vez ya en pocos minutos. Huele a marihuana no muy lejos de un colegio. Al fin se detienen frente a una casa y destapan el cajetín. El inmueble no tiene luz teóricamente, pero los aparatos medidores revelan que dentro sí hay consumo eléctrico. Han puenteado el cajetín y se han enganchado a la red. En el inmueble contiguo varios hombres trajinan en lo que parece un taller. En la fachada hay un aire acondicionado en marcha. Los operarios descubren un cable extraño en el cajetín, lo anulan y el taller queda a oscuras. El ventilador del aire acondicionado se detiene poco a poco. Es el día a día no sólo en La Plata, sino en barrios como el Polígono Sur, Torreblanca o Palmete, que vienen sufriendo en los últimos años apagones y problemas de suministro constante. La segunda quincena de junio y el mes de julio son las épocas del año de más demanda eléctrica. Los primeros calores del verano van a poner a prueba si los nueve transformadores instalados en los últimos meses por Endesa, con una inversión de nueve millones de euros, son suficientes para abastecer a sus clientes que pagan religiosamente la factura en estos barrios, a pesar de los enganches ilegales domésticos y, sobre todo, los de las instalaciones industriales para cultivar marihuana.