Si hay una sensación que nos invade todos los años es la melancolía del final del verano, que, tras unos meses –o semanas– de descanso, ocio y actividad social, nos hace pensar automáticamente en las siguientes fiestas a la vista. De esta manera, es imposible apartar la mirada del calendario y de los días de descanso que disfrutaremos durante el otoño y el invierno, entre los que destaca, sin duda, la Navidad.