Cortito y al pie del Ibex
De las pocas cosas que he entendido al escribir de mercados, si de verdad quieres explicarlos a quien los pretende seguir, es que no es malo lo que digas sino cómo se interpreta lo que hayas dicho. De muy poco vale haber pasado varias semanas en una tensión informativa tratando de contar que caídas extraordinarias como las de estas semanas son fruto de cosas muy ordinarias. Mi padre, lector del periódico y financiero de profesión, me hablaba el jueves de lo incomprensible de lo que está pasando. Le decía que cuando después de cuatro años de retirada de estímulos de la Fed y cinco subidas de tipos en las que el bono americano no había ofrecido más que una rentabilidad del 2,5%, se produce un salto en un par de semanas al 3%... cambia toda la expectativa de retornos de inversión del mundo entero. El principal activo de inversión mundial ofrecerá, de verdad, más rentabilidad en el futuro que la actual (la gente vende bonos para comprarlos más tarde). La renta fija empieza a ofrecer rentabilidades seguras, equiparables a los dividendos de las acciones, que son más inseguros (la gente vende bolsa para comprarla más baja). Y el coste de financiación se encarecerá para todo bicho viviente. Todo esto explica el desplome del mercado en picado, pero la memoria, por corta que sea, es un cuento que nos contamos nosotros mismos.