
El ministro de energía, Álvaro Nadal, ha interpretado a Cuba Gooding Jr en Jerry Maguire, y les ha venido a decir a todas las eléctricas aquello de "show me the money" (enséñame la pasta). El globo sonda que salió del Ministerio el fin de semana sirvió para que el impacto en mercado multiplicase por diez la cuantía de lo que de verdad será el castigo para el sector eléctrico (300 millones). Al cierre de la sesión del martes, cuando la prensa hablaba por la mañana de impactos de 750 millones, las eléctricas habían perdido en bolsa 3.100 millones de euros. El Ministerio no había hecho nada para frenar el desplome, y al día siguiente se explicaba que se trataba de un papel con los números mal hechos que no debía haber salido de paseo. La culpa del apuntador, de la prensa, y, como siempre, del mercado. Ese mercado al que se alude como ente irreal, y que nada de eso tiene.
En Ecotrader, en el mediodía del martes, con la acción de Enagás cayendo a cuchillo, se tomaba la decisión de vender Enagás (la más afectada hasta ese momento por los rumores) cuando se perdían soportes de referencia, con la acción en mínimos desde 2014. El peor momento para hacerlo, pero una decisión correcta porque mejor no jugar a un deporte en el que el árbitro decide cambiar las reglas a mitad de partido.
La retribución al sector eléctrico estaba fijada hasta 2019, y ahora vamos a vivir sobresaltos como el de esta semana permanentemente. Porque no es el primero. Ya fue el secretario de Estado, Daniel Navia, la voz de su amo, el que se reunía con Goldman Sachs para incendiar el sector en el verano con una modificación a las remuneraciones sobre las previstas. Y como no hay dos sin tres, habrá que esperar cuál es el próximo sartenazo para un sector en el que lo que exige quien compra es claridad. Justo lo que se ha perdido, y lo que se barrunta es que el golpe sea más dañino para las eléctricas a partir de 2019 y de 2020 para las gasistas.
Hay dos tipos de inversores extranjeros que invierten en eléctricas. Los que tienen sus modelos hechos, y el resto a los que cualquier cambio regulatorio doblega. La inseguridad jurídica es uno de los factores que más castigan estos inversores, y esto es algo que ya se ha extendido por el mercado. Cuando los políticos y sus cosas se cruzan en bolsa, mejor no confiar mucho en las compañías que les vaya mucho en la fiesta. Uno de los grandes bancos de inversión, JP Morgan, soltaba esta perla esta semana: "El gobierno tendrá que buscar el apoyo de otros partidos para que los cambios sobre la retribución a las eléctricas sean aprobados. Y es fácil creer que las propuestas probablemente no sean positivas para las utilities en un proceso que, desde nuestro punto de vista, ha estado impulsado por el populismo". Si se impone la teoría de la calle de qué malas son las eléctricas porque ganan demasiado, a los políticos les puede el show me the money.