De momento es solo ruido, pero intención hay. Algunas compañías españolas, y especialmente algunos de sus accionistas de referencia, desean el modelo de retribución que emplean varias firmas francesas de fidelidad a sus accionistas que se vinculan al capital.
Son programas como el que acaba de renovar Engie, o también utiliza EDF, por el que si el inversor decide mantener aparcadas sus acciones durante un periodo de tiempo -en el caso del programa de Engie son dos años-, renunciando esencialmente a vender los títulos, se incrementa la futura remuneración en un diez por ciento siempre que la compañía cumpla con su plan de negocio. En el caso de Engie o EDF es evidente que el principal interesado es el Estado francés mientras no privatice las dos utilities, pero son más las empresas galas que retribuyen con la cabeza puesta en tener más que inversores, correligionarios.
En España, la posibilidad de replicar el modelo francés obligaría a un cambio legislativo, aunque sí podrían ponerlo en marcha aquellas compañías que disocian sus acciones con o sin derechos políticos -caso de Grifols-. Para el resto, la posibilidad de mejorar las condiciones de retribución del grupo de pretorianos que se identifican con las decisiones del equipo directivo es una imposibilidad, pero es un objetivo.
Se busca así, sobre todo, fidelizar todavía más a los accionistas que ya lo son, evitando que tengan la tentación de hacer salidas o entradas en el título en función del precio de la acción. En este punto es donde la me- jora de la retribución por la vía de la fidelidad chirría más a los fondos de inversión, porque impide al gestor aprovechar las ventanas de oportunidad que da el mercado. Sin embargo, se trata de una remuneración que aprecian más los planes de pensiones, que buscan para sus carteras dividendos estables y altos, que mejoren los bajos cupones que ofrece la renta fija.
Entre las compañías interesadas en un modelo de retribución parecido en España estarían todas aquellas empresas familiares, de cuyo dividendo viven hoy muchos herederos. Con esta práctica evitarían que alguno de los miembros tuviese la tentativa de vender sus acciones, y acabar disminuyendo el control del apellido sobre la sociedad familiar. Indiscutiblemente las eléctricas españolas también aplaudirían la legalidad de una retribución por fidelidad. En Endesa encantaría la mejor fórmula para que Enel siga ordeñando su vaca lechera española. Iberdrola reforzaría la vinculación con fondos soberanos como el de Qatar o Noruega, además de múltiples planes de pensiones que no se mueven del capital.
Pero quizá la lectura más interesante la dejaría Gas Natural. El fondo americano GIP, que acaba de entrar y empieza a organizar, y Caixa no son dudosos de permanencia. A Repsol aparcar dos años sus acciones le quitaría la rumorología de eterno vendedor.