El debate sobre qué regalar al último de los recién nacidos del grupo de amigos, que es especialmente querido porque por razones de edad será el último, ha generado una división que merece la pena trasladar. La caterva madridista reflexionaba sobre la originalidad de comprarle la equipación del Real Madrid a Luisito, a lo que lógicamente increpé por lo irracional del regalo. Si el niño acaba siendo madridista lo será por su padre o el ecosistema del colegio en el que la mayoría le empapará de la realidad: el Madrid gana casi siempre y la Champions es su patio de recreo. Puede que le surja un arresto de insumisión y se haga del Atleti, porque uno puede decidir en la vida la manera en que le gusta perder, y no hay ninguna con tanta epopeya como la rojiblanca. En realidad el motivo por el que nos hacemos de un equipo de fútbol siempre tiene un origen emocional y nunca material.

Director adjunto de elEconomista. Asesor del Fondo Tressis Cartera Eco30. Promotor del Eco10 y Eco30 Stoxx