Estadístico

El sanchismo, tan proclive al engaño, define a su Gobierno y a sus sostenedores como "coalición de progresistas". Tengo más que dudas de que el neo feminismo de las podemitas que han ocupado el Ministerio de Igualdad sea progresista, pero lo que sí sé es que el separatismo catalán y vasco tiene de progresista lo mismo que yo tengo de obispo. Félix de Azúa, que conoce bien el separatismo catalán, ha escrito que "los nacionalistas fanáticos viven en un pasado imaginario porque para ellos el futuro es el puro recuerdo de un tiempo que nunca existió, excepto en sus fantasías. Por eso no hay nada que negociar con esa gente".

El analista de Ignacio Varela ha escrito que las elecciones generales del 23 de julio son fuente inagotable de paradojas. La más espectacular, sin duda, es que el?quinto partido de Cataluña, con poco más de un 1% de los votos emitidos a nivel nacional, resulte ser el más poderoso del Congreso, el único capaz de decidir el futuro de España mediante la voluntad de su líder. Y Varela añade: "Al Capone, convertido en jefe de facto del FBI por gentileza de dos grandes organizaciones policiales mortalmente enfrentadas entre sí".

Terminó el verano y nos encontramos con que los medios de comunicación se niegan a presentar a los españoles las cosas que importan, y sus posibles respuestas políticas. Se gana el mundial femenino de fútbol -un éxito sin precedentes- y las neo feministas consiguen que sólo se hable de un pico mal dado por Rubiales (asunto que ha ocupado las portadas como principal problema social casi dos meses). Pero España tiene ante sí problemas económicos a corto medio y largo plazo muy graves. En primer lugar, deberíamos saber que la Unión Europea ha advertido que a partir del próximo 1 de enero entrarán en funcionamiento otras normas distintas de las que se han estadio aplicando en Europa desde 2020, primero con la pandemia de la COVID y luego con la guerra de Ucrania.

La oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat) ha publicado datos salariales que dejan a España en muy mal lugar. En efecto, los salarios reales españoles han caído un 3,2% entre 2012 y 2022, mientras en el conjunto de la Unión Europea los salarios reales crecieron un 4,8% en ese mismo periodo. Si se amplía el periodo a dos décadas (desde el año 2002) la fotografía no es mucho mejor: los salarios reales han aumentado un 5,5%, pero España sigue siendo el sexto peor país de la eurozona.

Hace unos días Josep Borrell, el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, ha dicho que por ser el jefe de la diplomacia europea no participa en el debate político nacional. Eso no le ha impedido señalar en El País “la paradoja que existe en que la formación del Gobierno de España dependa de alguien que dice y repite que la gobernabilidad de España le importa un carajo”. Decirlo está bien, pero se echa de menos más rotundidad. Quizá no interesa en plena negociación de Pedro Sánchez con el fugado Puigdemont. Sé bien lo que piensa Borrell de esta pandilla de tarados constituida en catalinos, él, que es uno de los catalanes más valiosos que yo he conocido, una persona de inteligencia superior, un profesor de primera categoría y un hombre en quien se puede confiar.

Últimos artículos de Opinión