Opinión

Selectividad desigual

  • Lo más igualitario y lógico sería aplicar una sola prueba por igual a todos los aspirantes
Estudiante repasando sus apuntes antes de la apertura de las aulas para la prueba de acceso a la universidad
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La presente semana comienzan los exámenes de selectividad en toda España. En ortografía del castellano a partir de la segunda falta se le resta al examinando un cuarto de punto (0,25) excepto, claro está, en las comunidades con lengua propia, que son, según la selectividad, Galicia, Asturias, País Vasco y Cataluña, donde la penalización es menos de la mitad: 0,10. ¿Por qué?, me pregunto. ¿Es que en Cataluña cuando se escribe en castellano se puede escribir con más faltas de ortografía?

En el examen de Lengua Cooficial, los criterios tampoco son iguales. La penalización por cada falta es de 0,1 puntos en Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana, mientras que en Baleares es el 0,125. En Lengua Extranjera, en unas regiones se sustrae por cada falta un máximo de un punto (Cataluña) y otras (Galicia, Asturias o La Rioja) siguen al pie de la letra los Acuerdos que hubo en Bilbao que permiten quitar hasta un punto y medio.

La Literatura (las lecturas) tampoco se valora igual. Cataluña ha quitado este año la lista de lecturas obligatorias, mientras que en Cantabria es prescriptivo leerse Campos de Castilla, La casa de Bernarda Alba, Nada y Crónica de una muerte anunciada. Estas tres últimas obras también entran en Murcia, que sustituye los poemas de Antonio Machado por una selección de Miguel Hernández. En Galicia también hay cuatro lecturas obligadas (La Fundación, Crónica de una muerte anunciada, Romancero gitano y El lector de Julio Verne de Almudena Grandes). En la Comunidad Valenciana sólo hay que leer a Lorca, a Carmen Martín Gaite y a Antonio Buero Vallejo. Castilla y León recomienda ocho obras y Castilla-La Mancha, nueve autores.

En el editorial que a este propósito publicó El Mundo el lunes 2 de junio se recordaba que en el actual caos las responsabilidades están repartidas. Por un lado, es perjudicial el empeño de las universidades en aferrarse al principio de autonomía para establecer unas señas diferenciadoras que no van en beneficio de los alumnos. Por otro, tanto las comunidades autónomas -que financian a los campus- como los sucesivos gobiernos no han sabido transmitir a los rectores la importancia de alcanzar un consenso contra la desigualdad territorial. Sorprende que tanto el Ejecutivo como la oposición coincidan en la defensa de una prueba de acceso a la universidad más homogénea, pero a la vez sean incapaces de consensuar criterios comunes para llevarla a cabo pese a sus repetidas promesas.

Nos encontramos ante un problema que afecta a todos los que quieren entrar en cualquier universidad española, y lo más lógico e igualitario sería aplicar una sola prueba por igual a todos los aspirantes. Pero no se hará, porque a ello se oponen los nacionalistas de toda laya, incluidos los asturianos que se han agarrado al bable como si se tratara de una lengua sagrada que hace superiores a quienes la hablan e inferiores a quienes no lo sepan hablar, incluidos los asturianos que no desean lengua propia y les basta con leer a Gaspar Melchor de Jovellanos, Alejando Casona, Armando Palacio Valdés, Emilio Alarcos, Pérez de Ayala, Juan Luis Rodríguez Vigil, Alonso Marcos de Llanes Argüelles, Ramón María López Acevedo, María Luz Melcón, Ricardo Menéndez Salmón, Rafael Fuertes Arias, Pedro Rodríguez de Campomanes…Como se ve, hay buenos escritores asturianos que no necesitan el bable.

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