
El acuerdo que a nivel internacional habían firmado los ayatolás iraníes fue roto por estos en 2002, abriendo un riesgo de ataque nuclear sobre Israel. Desde el primer momento en que se impuso en Irán una dictadura tan religiosa como criminal, Occidente supo que allí había nacido otro gran enemigo de la democracia y un gran amigo y financiador del terrorismo islámico (Hamás, Hezbolá…). Por lo tanto, desde hace más de dos décadas todos los gobiernos democráticos han tenido la posibilidad de intentar destruir militarmente el programa nuclear y, de paso, sacar a ese sacerdocio musulmán y criminal del poder. Donald Trump criticó siempre esa posibilidad, hasta que la semana pasada entró en liza tras los pasos de Israel.
La analista Ángeles Espinosa escribió lo siguiente: "Dado que el primer objetivo del régimen islamista que gobierna Irán desde la revolución de 1979 es su propia supervivencia, también caben otras opciones menos dramáticas. ¿Es posible que los jefes de la Guardia Revolucionaria, que son quienes de verdad cortan el bacalao en Teherán, se conformen con una respuesta simbólica y acepten luego entrar en una negociación diplomática seria con Estados Unidos? Es posible, aunque improbable. Salvo que fuera una treta como la empleada por Trump cuando dijo que se daba dos semanas para pensárselo y ya tenía la decisión tomada". Entre las diplomacias occidentales va cobrando fuerza el pensar que el momento parece propicio para un cambio de régimen en Teherán. Tras la caída del sirio Bachar el Asad después de décadas en el poder, algo semejante no parece tan descabellado respecto a los halcones de Oriente Próximo. Pero no es lo mismo Irán que Siria. Y todos están de acuerdo en un Washington inmerso en un mar de incertidumbres en que sería un error subestimar a un país que lleva cuatro décadas y media desafiando a Occidente. Más, sea como sea, la eliminación de ese régimen criminal –aunque fuera sustituido por el hijo del Sha– permitiría a miles de iraníes volver a su patria, a las mujeres vestir como les plazca y al conjunto de la sociedad vivir en libertad y en paz.
No es sólo una hipótesis. Veamos. Irán con un líder de 86 años y cuestionado, incapaz de hacer daño a Israel tras las humillaciones de los últimos meses, incapaz también de defenderse tras haber perdido a su aliado en Siria, no es la potencia que se temía. Ha visto también cómo Yemen ha firmado una tregua. Por eso seguramente este es el momento de arruinar ese régimen y volver a contar con Irán, y no sólo para comprarles petróleo, sino para construir una alianza justa y equilibrada. Ha habido críticas contra los bombardeos norteamericanos, pero el Gobierno de Estados Unidos salió en masa en las televisiones a defender el ataque, a amenazar a cualquiera que esté tentado de responder y, sobre todo, a intentar que todo quede zanjado y podamos tranquilizar a Israel y llegar allí a la estabilidad y a la tranquilidad. Ojalá que todo acabe bien y todos los ayatolás se vayan a rezar a la Meca.