Javier Díaz González
Es raro el día en el que no nos levantamos con alguna "ocurrencia" de alguno de los múltiples grupos ecologistas o seudo-ecologistas hablando sobre los daños que causará la valorización energética de la biomasa en tal o cual lugar, ya sea una planta para generar energía eléctrica o una central de calefacción distribuida en una ciudad. Pero siempre con los mismos argumentos: que si es contaminante (incluso algunos dicen que se emiten gases cancerígenos en cantidades ingentes), que si el tráfico de camiones que se genera para el suministro es enorme, o que si hay ruido... En fin, un sinfín de alertas sin argumentar nada que esté técnicamente soportado, pero que crean en las poblaciones un gran desasosiego y preocupación.