Un artículo publicado en la Harvard Gazette menciona los retos éticos a medida que la Inteligencia Artificial (IA) interviene cada vez más en la toma de decisiones. Estas decisiones abarcan ya diversos sectores y pueden afectar al bienestar económico, físico y psicológico de las personas. De hecho, la Unión Europea (UE) tiene previsto multar a las empresas con hasta el 4% de su facturación anual global si sus aplicaciones de IA ponen en peligro la seguridad y los derechos y libertades fundamentales de las personas. Sin duda, la IA conlleva beneficios en términos de eficiencia y comodidad. Sin embargo, surgen retos cuando se trata de la ética, que ya es compleja, incluso en las interacciones humanas. Debido a sus antecedentes culturales, las personas pueden diferir mucho en cuanto a lo que se considera ético. Esto plantea la cuestión: ¿La ética de quién debe reflejar la IA en el mercado global para reducir los posibles daños y desigualdades?

Associate Professor Marketing in ESCP Business School Madrid