El cambio de la política monetaria para sofocar la inflación ha tenido una traslación directa a los depósitos de las empresas. La banca dejó de cobrar a sus clientes corporativos e institucionales en julio pasado después de tres años, justo cuando el Banco Central Europeo (BCE) retiró la tasa que repercutía a su vez a las entidades financieras por custodiar liquidez en su ventanilla. Se abrió un nuevo escenario donde las empresas pasaron de pagar un 0,320% promedio en su momento más gravoso a finales de 2020 por dejar en depósito sus puntas de circulante (o un 0,244% todavía en enero de 2022) a obtener un 1,602% de rentabilidad por el mismo ejercicio a finales de 2022, según las estadísticas del Banco de España.