Opinión | M. Spence/David Brady

En los últimos 35 años, las democracias occidentales han experimentado un rápido aumento de la inestabilidad política, caracterizado por frecuentes cambios en los partidos gobernantes y sus programas y filosofías, impulsados al menos en parte por la transformación y las dificultades económicas. La pregunta ahora es cómo mejorar el desempeño económico en una época en que la inestabilidad política dificulta la implementación de políticas eficaces.

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