Presidente de bp en España

Hace veinte años fui testigo de lo que creo que fue el punto de inflexión de la industria petrolera venezolana. La Venezuela del 2002 producía casi 3 millones de barriles al día, mientras que la Venezuela de hoy produce menos de 700 mil; todo esto pese a tener las mayores reservas de petróleo del mundo y una competitividad altísima (definida como el coste de producción por barril de los más bajos del mundo). La caída de la producción fue en parte consecuencia de la involución y de la pérdida de competitividad del marco fiscal petrolero; sobre todo cuando se compara con países petroleros de la región como Colombia, Guyana y Brasil, que mostraron una evolución de sus marcos fiscales y una tendencia creciente en su producción durante el mismo periodo. Las consecuencias inintencionadas para Venezuela de dicha involución fueron no solo la caída sostenida de la producción, sino una caída de la inversión, del empleo, de las exportaciones y de los ingresos fiscales. Lo peor de todo es que Venezuela y su sociedad perdieron una ventana de oportunidad para maximizar la extracción de petróleo y gas junto con los beneficios para la sociedad que eso conlleva. Lo único que aumentó fue el éxodo de profesionales de la industria por todo el mundo, y el empobrecimiento del país.

Últimos artículos de Opinión
Más artículos de Opinión