Opinión | Amador G. Ayora
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, estaba eufórico el miércoles después de la visita realizada al Rey Felipe VI. Los periodistas que cubrían el acto no podían explicarse por qué. Al fin y al cabo, su nueva visita a La Zarzuela no era más que la prueba del fracaso político, después de tres meses de negociaciones, para alcanzar un acuerdo de Gobierno.