Los dirigentes del PP se han convertido en una caja de sorpresas. Un día salen en los papeles de Panamá o de Jersey, y al siguiente aparecen tirando de talonario público para financiar a Ausbanc. La conocida asociación de banca se camuflaba bajo la apariencia de una sociedad sin ánimo de lucro para chantajear a las entidades financieras, como era conocido por todos.
elEconomista es prácticamente el único medio que denunció desde hace años las irregularidades de Ausbanc. En el caso Afinsa pasó de ser uno de los valedores de la asociación filatélica a defender a sus miles de damnificados. Siempre caía del lado del mejor postor, el del dinero. Sufrimos la presión de su presidente, Luis Pineda, al que ganamos todas las demandas que nos presentó ante los tribunales. Sólo a partir de ese momento nos dejó tranquilos.
Elegimos el camino más difícil. Por lo que se ve, la mayoría prefirió pagar y quitarse un problema de en medio. Pineda, fumador de puros, se sentía todopoderoso. Bajo su égida no sólo trabajan 120 abogados, además pagaba conferencias y viajes por doquier a los magistrados para ganarse su favor. Todos los banqueros actuales o anteriores están en su lista de benefactores, con excepción de Miguel Blesa (Caja Madrid) y de Francisco González (BBVA).
Blesa, que en aquella época se consideraba intocable gracias al manto protector del Gobierno de Aznar, presumía en los cenáculos madrileños de no someterse al chantaje de Ausbanc. Lo de González es diferente. Las cuentas de Jersey que provocaron la expulsión de Emilio Ybarra y de Pedro Luis Uriarte de la cúpula de BBVA fueron filtradas por Ausbanc. Una prueba más del temor que despertaba. González se negó a colaborar porque conocía bien el chantaje al que fueron sometidos sus predecesores y también, probablemente, para alejar cualquier sospecha con la maniobra que lo aupó a la presidencia del banco de origen vasco.
Pineda oteaba el panorama y se lanzaba a por las víctimas más débiles, como las aves carroñeras. Por eso cayeron bajo sus tentáculos, dos de las mujeres del PP, ahora en la cuerda floja. Esperanza Aguirre y Ana Mato desembolsaron durante sus respectivos mandatos un millón y medio de euros, la mayoría para comprar sus silencio. Aguirre, que aún ejerce como jefa de la oposición del Ayuntamiento de Madrid, primero mostró su sorpresa por las subvenciones dadas por su Gobierno, y luego aseguró que eran ?completamente legales?. Pero ni lo uno ni lo otro es cierto.
La expresidenta madrileña supervisó uno por uno cada céntimo que dio en subvenciones, según el testimonio de varios de sus colaboradores. Ella misma ordenaba a cada consejero los dineros que concedía, según sus ayudantes. Así, en 2004, Ausbanc cobró 309.774 euros de la Consejería de Empleo y Mujer dirigida por Juan José Güemes y, cuatro años después, otros 447.567 euros bajo la dirección de Paloma Adrados.
El juez Santiago Pedraz pone en duda la legalidad de las ayudas con razón, ya que fueron otorgadas para formar a desempleados, una actividad que todo el mundo sabe que era ajena a Ausbanc, al igual que los miles de asociados que alegaba tener, aunque figurara en su objeto social. Estamos ante un fraude similar al de los cursillos de formación.
Pineda se inventaba afiliados y actividades para cobrar la subvención. ¿Y Aguirre no lo sabía? o ¿no quería enterarse? Además de callarse para no seguir metiendo la pata, debería dejar sus cargos públicos. Es bochornoso que represente a millones de ciudadanos.
Peor es lo de Mato. Sanidad volvió a admitir a Ausbanc en 2012 en el Registro Estatal de Asociaciones de Consumidores y a renglón seguido le soltó 112.350 euros. Mato estaba en la cuerda floja por su presunta relación con la trama Gürtel. La exministra fue readmitida hace unos días para trabajar en el PP, como si tuviera algo que agradecerle.
El aún presidente de Unicaja, Braulio Medel, cayó en la misma trampa para elefantes que Aguirre y Mato. El millón de euros dado por la entidad financiera en los dos últimos años a Ausbanc para sus publicaciones representa una cifra desmesurada en relación a sus ventas y a su escasa credibilidad. Sobre esto, no cabe discusión. La pregunta que queda en el aire es si Medel utilizó el dinero de la entidad para defender sus intereses. En tal caso, debería seguir los pasos de Aguirre y de Mato.
Unicaja celebró este viernes una junta a puerta cerrada, por lo que no trascendió qué piensan sus consejeros. No va a ser fácil ponerle puertas al campo. La transparencia es una práctica ineludible para una entidad que está obligada a cotizar en bolsa en los próximos años. Medel debe dar explicaciones convenientes para seguir al frente.
P. D. Vamos de cabeza a otras elecciones. Montoro ya ha puesto marcha su tienda de regalos electorales que acabaremos pagando muy caro entre todos.