Opinión

Europa: el arancel interno

Donald Trump: Presidente de EEUU
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Trump ha trasladado la inseguridad jurídica a la economía y el comercio internacional mientras humilla a una Europa. dividida y carente de liderazgo tanto en las instituciones de la Unión como en todos y cada uno de los países miembros. Nadie, con la posible excepción de Meloni en Italia da la talla, empezando por la inconsistente Úrsula von der Leyen, lo que conlleva a que el mayor problema que tiene Europa hoy no es el dinero para la inversión sino los gobernantes. Una UE contaminada de reglamentismo asfixiante y burocracia inoperante, convertidas en un auténtico arancel interno para nuestros productos y nuestras empresas y que debería que hacer un giro radical en sus políticas y en la propia estructura de la Unión, aunque lamentablemente no parece que haya nadie capacitado para hacerlo.

Mientras que lo único seguro en la nueva era de los aranceles de Donald Trump es la incertidumbre, los productos europeos en general y los agroalimentarios y automóviles en particular están perjudicados y paralizados, tanto o más que por los aranceles del trumpismo, por la proliferación de normativas, controles excesivos, prejuicios ideológicos y la fiebre reglamentista, que suponen un auténtico arancel interno, mientras se permite la entrada de productos similares de otros países, Marruecos por ejemplo, que incumplen todas o la mayoría las condiciones impuestas a los producciones europeas compitiendo en condiciones ventajosas. Y mientras estos supuestos líderes europeos se resignan a un papel de convidados de piedra en la escena internacional ya esa "lenta agonía" que vaticinó Draghi, el informe del expresidente del Banco Central Europeo con las recetas necesarias para sacar a la Unión de su alarmante retraso tecnológico e industrial frente a Estados Unidos y China y que supone una enmienda a la totalidad de las políticas económica y de innovación de la Comisión Europea y los gobiernos de cada país miembro sigue aparcado en un cajón.

Pero centrándonos en España y hablando de Marruecos, en estos días hemos asistido a la orden de Trump de excluir al puerto de Algeciras de las rutas marítimas de conexión entre Asia y la costa este de EEUU supervisadas por el gobierno norteamericano. Conexión que será redirigida al puerto marroquí de Tánger Med, con la consiguiente pérdida de cadenas de suministro de importante peso estratégico, económico y político. Una medida que llega en un escenario de distanciamiento y de tensión entre Washington y Madrid, que se ha agudizado tras la negativa del gobierno español a permitir el atraque de dos buques sospechosos de transportar armamento estadounidense con destino a Israel. Incidente al que se añaden los contratos firmados por Sánchez con Huawei por valor de 12,3 millones de euros que conlleva la presencia de la firma china en el sistema de escuchas policiales Sitel y la supresión de contrato de adquisición de una partida de aviones de combate F-35 norteamericanos para la Armada Española. Y no será la única, decisión negativa para los intereses españoles porque Marruecos se ha convertido en el socio preferente de EEUU en el Mediterráneo en lugar de España que ya no es un aliado fiable para Washington.

Recordemos que Marruecos restableció relaciones con Israel como parte de los Acuerdos de Abraham a finales de 2020, con la mediación de Estados Unidos y desde entonces, los gobiernos de Rabat y Tel Aviv han formalizado una alianza militar que incluye la cooperación en inteligencia, adquisiciones de seguridad, capacitación y un incremento de los vínculos entre las industrias militares de ambos países que han programado ya una base militar conjunta a sólo 40 kilómetros de Melilla y la empresa israelí Blue Bird ha anunciado que va a abrir un centro de producción de sus sistemas aéreos no tripulados en el reino alauita. Proyecto que se añade al ya iniciado plan de rearme de Rabat por valor de 22.000 millones de dólares con apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudí que le ha permitido reforzar su capacidad aérea y antiaérea. Un cambio de alianzas estratégicas que añadido a las consecuencias económicas y a posibles aranceles de castigo abre un nuevo frente de preocupación con epicentro en Marruecos y sus apetencias sobre Ceuta, Melilla, las Canarias y con amenaza para nuestros intereses comerciales y geoestratégicos en la zona del Estrecho y el norte de África. Como dice con verdad el refranero, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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