Opinión

Vuelve la vieja normalidad económica

  • No hay razones para el pesimismo ni siquiera con respecto a la debilidad china

Recuerda cuándo todo el mundo anhelaba la vida anterior a la pandemia? Los expertos aseguraban que jamás volvería, que las cadenas de suministro, los viajes y el consumo habían cambiado para siempre. Incluso estrechar las manos y abrazarse eran, para ellos, cosa del pasado. ¿Y ahora? Como quien no quiere la cosa, estamos recuperando la normalidad económica. Para muchos analistas, sin embargo, la situación es delicada. No se deje arrastrar por el miedo y abra la puerta a la "vieja normalidad".

Los confinamientos por la Covid-19 hicieron estragos en la economía y aceleraron algunos cambios significativos. Propulsaron el comercio electrónico y los servicios de reparto. También se generalizó el teletrabajo, cuya práctica puede que nunca se revierta por completo. De hecho, según una encuesta reciente, en España, casi un tercio de los empleados sigue realizando al menos una parte de su trabajo de forma remota. Si bien esto genera incertidumbre en el segmento comercial del sector inmobiliario, puede reducir los gastos en locales de muchas empresas a largo plazo.

Por otra parte, y contrariamente a lo que se esperaba, muchos focos de tensión han desaparecido, como las enormes dificultades que lastraron el abastecimiento de productos. En mayo, el índice que mide la presión sobre la cadena de suministro global (índice Global Supply Chain Pressure), elaborado por el Banco de la Reserva Federal en Nueva York, alcanzó su nivel más bajo desde 1998 y, actualmente, se sitúa por debajo de los registros de 2019. En la eurozona, los índices de gestores de compras revelan que los plazos de entrega de los proveedores llevan mejorando nueve meses consecutivos, al haberse acelerado el abastecimiento. En el caso de los proveedores manufactureros estadounidenses, se han reducido al mínimo. El modelo just-in-time (justo a tiempo) ha vuelto a las fábricas para dejar atrás el just-in-case (por si acaso) de la pandemia, que generó excesos de inventario e ineficiencias. Bienvenida sea la vieja normalidad.

Respecto a los temores relacionados con el transporte marítimo, en verano de 2022, el índice Valencia Containerised Freight, relativo a los costes de los fletes, se disparó hasta casi quintuplicar los datos anteriores a la pandemia; hoy se sitúa apenas un 8% por encima de los niveles existentes a finales de 2019. El caos que reinaba en los puertos de la costa oeste de los Estados Unidos ya es historia y se han reducido los atascos en el canal de Panamá provocados por la sequía. Todo esto, junto con el fin de la insensata respuesta monetaria a la pandemia de los bancos centrales, ha moderado la inflación.

En cuanto a los viajes, quizá recuerde cuando se decía que las vacaciones serían sustituidas para siempre por quedarse en casa, y los viajes de negocios por videoconferencias. Esta realidad no se materializó. Hasta septiembre, España ha recibido 73,2 millones de visitantes internacionales en 2023, apenas un 1,5% menos que en 2019; en Estados Unidos, hasta la fecha, el volumen de viajeros ya supera al de ese año.

Aunque batir los registros previos a la pandemia no sea lo mismo que retomar las tendencias anteriores (es decir, el nivel de actividad que se habría alcanzado sin la crisis sanitaria), revela que los amenazantes cambios de paradigma no se han hecho realidad. Celebremos, de nuevo, la vuelta a la vieja normalidad.

Pese a todo, a menudo leemos que los éxitos de la vieja normalidad son, en realidad, factores negativos, un comportamiento clásico del pesimismo de la desconfianza. En este sentido, se interpreta el "desplome" del ahorro personal como un agotamiento del consumo, sobre todo en Estados Unidos, aunque también en Europa. En Estados Unidos, la tasa de ahorro personal (calculada como porcentaje de la renta imponible) del 3,9% parece insignificante comparada con el máximo del 26,1% de marzo de 2021. Sin embargo, en una situación de confinamientos que hundió el comercio, los estímulos públicos dispararon el ahorro hasta tasas prácticamente inéditas. El dato actual no dista mucho de la media del 5,2% que se obtuvo en el período de 2000 a 2019 y es similar al 4,0% del mercado alcista de 2002 a 2007 en Estados Unidos. En la eurozona, las tasas de ahorro también han caído desde 2020, pero se sitúan algo por encima de los niveles prepandémicos. Este sería otro aspecto positivo de la vieja normalidad.

¿Qué podemos esperar de la contracción de la oferta monetaria? Para los pesimistas, el hecho de que el agregado monetario más amplio de la eurozona, el M3, haya caído en julio y agosto, y que el M4 estadounidense lo venga haciendo desde diciembre, es motivo de preocupación. Generalmente, este razonamiento tendría lógica, pero la política monetaria de los bancos centrales durante la pandemia no era normal. Con bastante imprudencia, tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal de los Estados Unidos abrieron el grifo del dinero al tiempo que los cierres limitaban la actividad comercial. A consecuencia de ello, el M3 de la eurozona se disparó hasta el 12,8% interanual a principios de 2021 y el M4 estadounidense escaló hasta un increíble 30% a mediados de 2020. Esto es demencial y explicaría la inflación galopante de 2021 y 2022. La caída del 1,3% interanual del M3 y del 2,2% del M4 hasta agosto indica el retorno de la oferta monetaria a unos niveles normales. ¡Viva la vieja normalidad!

¿Qué hay del pesimismo en torno a la situación de China? El crecimiento interanual de su PIB fue del 4,9% en el tercer trimestre y, según las previsiones de los analistas, en el cómputo del año completo será del 5,1%. En 2019, la economía china creció un 5,9%, siguiendo una persistente tendencia natural a la baja a medida que maduraba. Ningún país puede avanzar a un ritmo desenfrenado de forma constante. En 2023, China simplemente está retomando su antiguo camino. Abracemos la vieja normalidad (los abrazos también han vuelto). Por último, respecto a 2019, queda un fleco suelto: los tipos de interés. Con todo, los principales indicadores económicos, como la ralentización de la inflación, apuntan a que no habrá más subidas.

Seguramente no volvamos a los niveles observados durante el período de 2008 a 2020, cuando los tipos estaban por los suelos. Pero esto no tiene por qué ser un problema, dado que las economías y las bolsas han subido en paralelo a los tipos muchas veces en el pasado.

Ningún momento es perfecto, ya que incluso el añorado 2019 registró sus propios problemas. No obstante, los mercados no exigen perfección. Nunca lo han hecho. La vieja normalidad, con todos sus defectos, es suficiente para apaciguar los temores y revalorizar las acciones. Disfrutémosla.

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