La pregunta del título de esta tribuna se la debería plantear en serio la vicepresidenta Yolanda Díaz, más preocupada por sus intereses políticos futuros que por los problemas de los trabajadores. Miremos la situación de nuestro atrófico y disfuncional mercado laboral. Vamos con algunos datos que quizá clarifiquen la respuesta.
Conforme al informe de la OCDE, emitido este mismos mes, España se sitúa a la cabeza del desempleo de los países pertenecientes a la Organización. A diciembre de 2021 el desempleo en España era del 13%, frente a un 5,4% de media entre los países integrantes.
Siguiendo con el mismo informe, el desempleo de los jóvenes, los más afectados por la subida del SMI, registra una ratio del 30,6%, frente a una media de 11,5% en la OCDE.
La 'olvidada' productividad
La totalidad de los economistas recitamos el mantra de que las subidas salariales deben vincularse a la productividad y no a la evolución de los precios. Sobre la productividad señalar que en el año 2019 el crecimiento del PIB ha sido inferior al de la ocupación, avanzado con más brío el mercado laboral. Ello es fruto de que la productividad de la mano de obra en nuestro país registra un descenso. La siguiente afirmación viene avalada por datos del INE que nos anunciaban una caída histórica de la productividad, concretamente el Instituto la cifraba en un 6,6% que al inicio de la crisis. Por cierto según opinión del INE las causas eran: aumento del empleo público y la recuperación de la hostelería, dos de los sectores que añaden muy poco valor añadido a la producción.
El servicio de estudios del Banco de España, ante la subida histórica desde la llegada de la democracia del SMI en el 2019, estimó que ese incremento restó entre un 0,6 y un 1,1% a la creación de empleo. El supervisor habla de creación no de destrucción en su informe.
Señala además que los segmentos de población donde el daño fue mayor están entre los jóvenes y mayores de 45 años. Añadía que lo más posible es que los empleados con salarios más bajos sufrieran una mayor pérdida de trabajo y oportunidades de encontrarlo por la subida del SMI. Además, la incidencia negativa era de un 17% en el caso de contratos temporales, siendo tres veces menor en los indefinidos. Recordemos que recientemente, por el aumento llevado a cabo por el ministro Escrivá, con el mal llamado fondo intergeneracional, los costes laborales han tenido un mayor incremento más allá de las subidas del SMI.
Hitos preocupantes
A tenor de los datos y no de interpretaciones propias queda meridianamente claro que las subidas del SMI y el incremento de los costes laborales por otra vía nos han llevado a la consecución de hitos tan importantes como: llevarnos a ser el país con mayor tasa de paro, frenar la creación de puestos de trabajos en los colectivos que más lo necesitan, bajar la productividad de la mano de obra, aumentar la precariedad y la temporalidad. Todas estas consecuencias son precisamente las que no se deberían producir, ahora bien el populismo que nos invade todavía se siente orgulloso y va a perpetrar otro disparate sobre nuestro herrumbroso mercado laboral.
Tirando de demagogia y populismo aducirán que los salarios en España son muy bajos. Pues no, no es así pues España, como publicó este diario en septiembre de 2021, tiene el octavo salario más alto de los integrantes de la Unión Europea, integrando veintiún países. En diez años ha subido un 50% y un 30% desde el 2019.
Sin duda, se puede subir aún más el SMI, pero no se debe