
Los analistas se atreven ya a mostrar cierto optimismo con respecto al comportamiento del último trimestre de 2020 en el sector financiero español. Será inevitable que los bancos vuelvan a incurrir en pérdidas entre octubre y diciembre, pero todo apunta a que los números rojos se reducirán en 500 millones sobre lo inicialmente previsto.
Aún más prometedor es el panorama que se plantea para el sector en el año próximo. El inicio de las campañas de vacunación en la UE (ya precedidas por las propias de EEUU y Reino Unido) invita a confiar en que los confinamientos y restricciones de movilidad dejen de ser necesarios en la segunda mitad del ejercicio, lo que impulsará la actividad económica.
Sobre esta base, resulta creíble la predicción de que los bancos españoles acumulen unas ganancias de casi 9.000 millones el año que viene, una cifra más que suficiente para compensar los 5.500 millones de pérdidas con los que terminará 2020. Con todo, ni siquiera una perspectiva tan halagüeña permite dar por superadas las dificultades del sector. Todo queda a la espera de la magnitud de la oleada de impagos que se espera para inicios de 2021.
Ni siquiera el BCE o el Banco de España dan cifras, pero sí tienen claro que las entidades tienen que seguir anticipándose con más provisiones al futuro avance de la morosidad. En paralelo, la reestructuración del sector continuará, tanto de forma individual como a través de fusiones, cuyo coste ya se ha cifrado en torno a 2.200 millones de euros.
Y, aún más importante, se mantiene en pie el desafío de reanimar los bajos niveles de rentabilidad en un contexto de demanda de crédito muy contenida y de política monetaria adversa, sin ningún indicio de próximas alzas de los tipos de interés.
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