
España es una monarquía sin monárquicos. Antes la mayoría éramos "juancarlistas", ya no lo somos y, como siga así la derecha conservadora, acabaremos siendo republicanos. No se puede asociar el "juancarlismo" con la democracia ni ésta con la corrupción.
No se puede vincular lo que ha hecho el Rey Emérito con la institución, con la Monarquía. No se puede ligar la Transición a Juan Carlos I, porque fue una obra colectiva. Podemos trató de robarnos la Transición y ahora intentan hacer lo mismo los monárquicos. "No permitiremos que se exilie a la Transición", ha dicho Cayetana Álvarez de Toledo.
Sencillamente, el padre del Rey engañó a su mujer, a su hijo, y a todo su pueblo. Solo por eso, "puente de plata". Que los jueces hagan su trabajo y que nos dejen a los demás dedicarnos a lo verdaderamente importante: luchar con la pandemia y salir de la recesión económica.
Lo de Juan Carlos I no es un hecho aislado sino una manera de comportarse durante más de veinte años, una actuación que no es compatible con la dignidad de un pueblo. Es como si al dueño de la finca se le concede el derecho de pernada porque "ha sido muy bueno con todos nosotros".
Necesaria ejemplaridad
¡No! No se puede separar lo profesional de lo privado. Un Rey es Rey y se tiene que comportar con ejemplaridad durante las 24 horas del día. Un obispo no puede ser un pederasta en sus ratos libres; ni un banquero un ludópata en sus horas de ocio; ni un policía un drogadicto cuando no está de servicio. Todo lo que hacemos en privado repercute en nuestro trabajo y, sino que se lo pregunten a Plácido Domingo.
Por eso el rey Felipe VI ha tenido que trazar, con todo el dolor de su alma, un cordón sanitario para que su propio padre no pusiese en peligro la institución. Flaco favor le está haciendo Santiago Abascal y los ultras de Vox poniendo a Don Juan Carlos por encima de España. Esto mismo se podría decir de Pablo Casado y de los dirigentes del PP que se resisten a condenar la corrupción, la evasión fiscal y los paraísos fiscales.
La propia Iglesia tendría que haber condenado el comportamiento disoluto de un hombre que tenía que haber dado ejemplo y no lo ha hecho. Como en la película dirigida por Sam Wood "Jaque al Rey" (1935) la mujer del César debe ser honesta y parecerlo.
Que nadie se engañe, quien ha dado jaque mate al Rey emérito no ha sido ni Pablo Iglesias ni Pedro Sánchez. Ha sido el propio monarca, aunque el resto lo hayamos aplaudido.
La Monarquía de Felipe VI debería ser la Monarquía que terminó con la tolerancia frente a la corrupción, lo que no hizo Juan Carlos I. De la misma manera que Mariano Rajoy permitió que todos viésemos cómo la policía detenía a Rodrigo Rato como si fuese un delincuente, ahora el Rey ha permitido que su padre fuese sacado de La Zarzuela para ser exiliado. Un gesto que lleva implícito un mensaje: Quien la hace la paga.
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