Opinión

Incertidumbre y arbitrariedad que minan el mercado laboral

El desempleo llegará a niveles aún peores si la reforma laboral se deroga.

El futuro de la reforma laboral de 2012 se ha convertido, desde la noche de ayer, en una marioneta en manos de intereses y tactismos puramente políticos. Bildu la utilizó como moneda de cambio en su negociación sobre la nueva prórroga del estado de alarma. Tres horas después el PSOE hizo un desmentido, asegurando que no se trataría de una anulación completa ni en el corto plazo.

Por su parte, el vicepresidente Iglesias defiende aún que "los pactos deben cumplirse" (en relación a lo dicho por Bildu), dispuesto a abrir un nuevo conflicto en el seno del Gobierno, aprovechándose del estado de alarma, y conseguir su anhelado objetivo de acabar con la reforma laboral del PP.

Nunca como ahora han quedado claros los perjuicios de prolongar sine die este estado de excepcionalidad legal, ya que permitiría recurrir a un Decreto-Ley para hacer modificaciones en una norma con rango de ley orgánica que, en circunstancias normales, disfruta de la máxima protección por parte de la Constitución.

Está plenamente justificada la indignación de los agentes sociales, de nuevo ninguneados, ante el nuevo pulso que Podemos plantea al resto del Gobierno, a pesar de los esfuerzos de la vicepresidenta Calviño por parar los pies al partido morado.

En el peor momento del mercado laboral en toda su historia, cuando existe el riesgo de que la tasa de paro efectiva (incluyendo los Ertes) llegue al 30% en junio, se plantea una convulsión para la creación de puestos de trabajo o las posibilidades de mantener los ya existentes.

Están en la cuerda floja medidas tan importantes como mantener la primacía de de los convenios de empresa sobe los sectoriales y poner límites a las negociaciones salariales caducadas. Se abre así el camino a que se repitan errores tan flagrantes como propiciar subidas salariales en plena recesión, tal y como ocurrió en 2009.

Las empresas ya están en situación límite, sin actividad, carentes de posibilidades de hacer ajustes de plantilla, asfixiadas por la falta de liquidez y ahora, con la posible derogación de la reforma laboral, abocadas a sufrir un alza de los costes que será su ruina completa.

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