
El anuncio de la integración del negocio de gestión de activos del grupo asegurador italiano Generali con el banco de inversión francés Natixis en una nueva firma de inversión, en la que cada grupo tendrá el 50% del capital, tiene lugar poco después de que otro gigante financiero galo, BNP Paribas, confirmara a principios de este año la compra de la gestora de AXA, otro de los líderes en el negocio de la inversión en fondos, por 5.100 millones de euros.
Estas operaciones de fusiones y adquisiciones entre grandes grupos de inversión son solo el principio de un proceso que no ha hecho más que empezar en el Viejo Continente. Las firmas europeas de gestión de activos necesitan ganar mucho más tamaño para afrontar la competencia global de los grandes conglomerados norteamericanos, en un entorno donde la gestión pasiva gana cada vez más terreno entre las preferencias de los inversores, por su bajo coste y mayor transparencia, lo que deja menos margen de ingresos para las gestoras con un negocio tradicional.
En el último informe elaborado por Thinking Ahead Institute, de la consultora de Willis Towers Watson (WTW), sobre las 500 mayores gestoras del mundo por volumen de activos, entre las veinte firmas más grandes solamente cuatro gestoras son europeas: Allianz, Amundi, BNP Paribas y Natixis, teniendo en cuenta que también aparecen en este grupo el banco suizo UBS y la británica Legal & General.
Y entre las diez mayores gestoras, únicamente se encuentran Allianz y Amundi, en novena y décima posición, respectivamente, del ranking, por detrás de BlackRock, que domina el mercado mundial, con más de 11 billones de dólares en activos bajo gestión, y Vanguard, otro de los líderes globales en gestión pasiva, que maneja diez billones de dólares.
Por poner en contexto estas cifras, Allianz gestionaba solamente 2,5 billones de dólares, teniendo en cuenta que su subsidiaria Pimco, fundada por el legendario gestor Bill Gross y una de las grandes referencias en la gestión de activos de renta fija, controlaba dos billones a cierre de 2023, ejercicio del que toma los datos WTW, mientras que Amundi cerró el año pasado con algo más de dos billones de dólares.
Auge de la gestión pasiva
Todas las firmas de inversión, incluidas las europeas, se han lanzado a una carrera desesperada por ganar cuota de mercado en el mundo de la gestión pasiva y en mercados de activos no cotizados, donde pueden compensar los reducidos precios de los fondos pasivos con las mayores comisiones que aplican en fondos de private equity, deuda privada, infraestructuras o inmobiliarios.
En este terreno, Europa va muy por detrás de sus competidores norteamericanos. Un solo dato explica este atraso: el año pasado los ETF europeos lograron flujos netos por valor de 247.000 millones de euros (casi el doble de lo que consiguieron en 2023), lo que elevó su patrimonio hasta los 2,18 billones de euros, un 33% más. Pero la gran beneficiada de este auge de los productos pasivos es BlackRock, el gigante norteamericano, que controla casi la mitad de este volumen, con un 44,2% de cuota de mercado, según datos de Morningstar.
El auge de la gestión pasiva no es un fenómeno nuevo. En Estados Unidos lleva décadas ganando terreno y ya ha sobrepasado a la gestión activa por patrimonio. El desarrollo tecnológico de la última década ha facilitado el acceso de un número creciente de inversores que han visto en la bolsa norteamericana un nuevo El Dorado de eterna revalorización, empujada por los grandes valores tecnológicos representados por las Siete Magníficas (Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Alphabet, Meta y Tesla).
Del volumen total en ETF europeos, el 72% son de renta variable, y la gran mayoría se acumulan en los de bolsa de EEUU y global, donde por la composición de los índices las compañías norteamericanas también acaparan una gran parte del patrimonio.
Y aunque la gestión pasiva solo representa un 13% del total invertido en fondos de inversión, la industria de inversión europea se encuentra en la encrucijada de acomodarse a un nuevo entorno donde ganar tamaño se ha vuelto crucial para competir globalmente para afrontar los costes de transformación de un negocio donde la tecnología ha irrumpido con fuerza. De hecho, la capacidad de distribución de nuevos actores, como neobancos o plataformas digitales también obliga a reinventarse en un momento donde ya no se puede sobrevivir solamente de la venta de productos de poco valor añadido.
Normativa europea
La propia normativa europea, pendiente de aprobación en Bruselas, empuja en esta dirección, con la prohibición de momento de las retrocesiones en la distribución de los fondos de inversión si no se ha realizado con asesoramiento y la necesidad de que las firmas demuestren precisamente el valor añadido que ofrecen a los inversores frente a la gestión pasiva, lo que se conoce como value for money.
De momento, se han conocido las operaciones de BNP Paribas con AXA IM y la de Generali con Natixis. Pero probablemente no serán las únicas que se producirán, en un entorno donde hasta el informe de Mario Draghi elaborado para la Comisión Europea, presentado el año pasado, se pone de manifiesto la necesidad de dinamizar el mercado de capitales de la UE contando con la colaboración de las gestoras de fondos para dirigir los flujos de capital hacia los sectores más estratégicos de Europa en un mundo donde han surgido nuevos paradigmas tras la victoria de Donald Trump en Estados Unidos.
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