Bolsa, mercados y cotizaciones

No se pueden dar por zanjadas las pérdidas: los cinco escenarios de riesgo para los mercados

  • Los bancos centrales tienen que calibrar con precisión los efectos de su política
  • Entre los riesgos están el deterioro de la guerra o nuevas cepas de coronavirus
  • No se puede dar por terminado el auge del dólar o una inflación persistente
Foto: iStock.

Este año ha sido el peor para la renta variable en una década y los bonos no han tenido un desempeño tan nefasto en un siglo. Por eso, muchos inversores temen sobre el devenir del mercado en el ejercicio entrante y prefieren no dar nada por hecho.

Es cierto que una buena parte de los inversores mira al 2023 con optimismo, ya que consideran que la política de restricción monetaria irá aflojando. Además, la progresiva reapertura de China es otro de los catalizadores de cara al año que viene. Sin embargo, los más pesimistas están sopesando los riesgos que podrían acechar, como una inflación arraigada, la persistencia del conflicto en Ucrania o una nueva ola de coronavirus, entre otros.

"El mercado de bonos espera que la inflación vuelva a su nivel de referencia en los próximos 12 meses", señala Matthew McLennan, codirector del equipo global de value en First Eagle Investment Management, en un comentario a Bloomberg. Sin embargo, esa asunción puede ser un "gran error". Existe un riesgo real de que los aumentos salariares y las presiones en la oferta -como se ve en los elevados precios energéticos- sigan alimentando la inflación y que esta sea persistente, advierte.

De materializarse esa posibilidad, el giro de los bancos centrales podría no suceder a mitad de año, que es lo que descuenta actualmente el mercado. Entonces, las bolsas y los bonos podrían seguir cayendo, el dólar se fortalecería como refugio y los mercados emergentes seguirían sufriendo.

Además, hay otra cuestión central que sopesa el mercado y es cómo los elevados costes de financiación van a repercutir en la actividad económica y si, dicha restricción monetaria, dará lugar a una recesión, destaca también McLennan. "La Reserva Federal (Fed) no vio la inflación venir y cabe la posibilidad de que en su lucha por contenerla no vean el resultado final", explica. "Es posible que la Fed esté subestimando el riesgo de catástrofe financiera", añade. 

Aparte de una inflación persistente y la reacción de los bancos centrales, la situación de China es otra de las cuestiones que genera incertidumbre. De momento, las acciones del país asiático han subido un 35% desde octubre, aupadas por la reapertura social y económica. Sin embargo, ese drástico giro en la política de cero casos de coronavirus comprende riesgos, como el colapso del sistema sanitario por un aluvión de infecciones. Los hospitales y las funerarias saturadas ya han generado cierta alarma en China, una situación que no puede darse por resuelta.

"La curva de contagios en China subirá y tocará techo uno o dos meses después del Año Nuevo chino", señala Marcella Chow, estratega de mercados globales de JPMorgan Chase, en un comentario a Bloomberg. La analista se muestra optimista en cuanto a las perspectivas del país, aunque también advierte de que "existe un riesgo en la evolución de la enfermedad".

El rebote de la renta variable china es frágil y cualquier indicio de que la economía puede retroceder repercutiría en los mercados de materias primas. En concreto, en el de los metales industriales y en el de los minerales férricos. 

Por otra parte, sigue estando sobre la mesa un deterioro de la guerra en Ucrania. "No se puede descartar un escenario en el que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se tenga que involucrar más en el conflicto y que las hostilidades y las sanciones se agraven, algo que sería muy negativo", dice John Vail, director de estrategia de mercados globales en Nikko Asset Management.

En ese sentido, no solo Rusia puede ser objeto de sanciones, sino que los vetos comerciales podría salpicar a sus socios, como India o China. Eso ampliaría las consecuencias de las actuales restricciones en un momento económico delicado, destaca Vail. "Esto se traduciría en un shock de oferta para el mercado global de comida, energía, fertilizantes, productos químicos y ciertos metales", enumera.

Más allá de eso, todavía existe un escenario más preocupante, el de las armas nucleares. Aunque ese riesgo parece distante, es posible. Una de sus consecuencias directas sería el repentino fin de las exportaciones agrícolas de Ucrania

La presión en los mercados emergentes es otro de los escenarios por resolver. Muchos inversores ven una menor fortaleza del dólar en 2023 y un retroceso en los precios energéticos, dos de los factores que darían un alivio a los emergentes. Sin embargo, cualquier dificultad para controlar la inflación o la guerra en Ucrania frustraría las mejores perspectivas para las divisas de dichos países.

"Es posible que nos dirijamos hacia otro año con obstáculos para los mercados emergentes", admite Shane Oliver, responsable de estrategia de inversión y economía en AMP Services, en un comentario a Bloomberg. "Un continuo ascenso del dólar perjudicaría a los emergentes ya que muchos tienen deuda denominada en dicha divisa", explica. Los principales perjudicados serían los gobiernos que tuvieran que hacer frente a más deuda en moneda estadounidense. 

Además de los factores hasta ahora mencionados, no se puede dejar fuera de la ecuación una mayor incidencia de la pandemia. Por ejemplo, que se multipliquen los contagios o que surja una nueva cepa lo suficientemente virulenta. De nuevo, esto tendría consecuencias sobre la inflación y sobre el crecimiento económico.

"Creemos que, en ese caso, el impacto macroeconómico afectaría más a las grandes economías más dependientes del comercio", explica Chow, de JPMorgan. De momento, su apuesta es que el virus siga evolucionando favorablemente y espera que lo que más pese sobre los mercados sea la posibilidad de recesión en Europa y Estados Unidos. 

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