
El yen japonés se está disparando en los mercados de divisas tras el inesperado movimiento del Banco de Japón (BoJ). Aunque el organismo monetario ha mantenido los tipos de interés (en el -0,1%), ha anunciado un giro sorprendente para las rentabilidades de los bonos soberanos a 10 años. El BoJ ha dado su primer paso hacia la normalidad monetaria, flexibilizando el tope de la rentabilidad del bono a 10 años (capada hasta ahora en el 0,25%). Antes de esta reunión, el organismo controlaba de forma férrea el tipo de interés de los bonos soberanos a 10 años, lo que se conoce en el argot financiero como control de la curva. Con esta herramienta, el BoJ pretende mantener los tipos de interés muy bajos para estimular una economía que hasta hace poco no sufría el fenómeno de la inflación.
Sin embargo, la oleada inflacionista que asola a medio mundo está obligando al organismo nipón a recular: el rendimiento del bono a 10 años podrá subir hasta el 0,5% (el doble de lo fijado anteriormente), lo que sin duda afectará a toda la curva de tipos, encareciendo el crédito en Japón, haciendo más atractivos los activos de renta fija del país (que hasta ahora ofrecían tipos prácticamente negativos) y dando un empujón al yen. Los expertos confirman que este es el primer paso hacia la normalidad de la política monetaria en el país asiático, el último de los grandes desarrollados que todavía no había comenzado a endurecer su política.
El anuncio de este martes ha puesto en alerta a los mercados. Las bolsas asiáticas han caído con fuerza, con el Nikkei 225, referente en la bolsa de Tokio, despeñándose un 2,5%, mientras que el yen y la rentabilidad de los bonos (es inversa al precio) se disparan. En el Viejo Continente, las grandes plazas europeas han abierto teñidas de rojo.
Aunque parezca anecdótico, este movimiento supone el principio del fin del control de la curva de tipos, una de las herramientas más agresivas para mantener los tipos de interés en niveles 'artificialmente' bajos. No obstante, ampliar el rango de fluctuación para el bono a 10 años es solo un paso que sigue dejando al BoJ en el terreno expansivo de la política monetaria. Hay que recordar que los tipos de interés oficiales siguen siendo negativos, que el balance del banco central sigue siendo de los más grandes del mundo (el mayor respecto al PIB) y que las compras de bonos siguen muy vivas.
Así lo ha querido remarcar el propio gobernador de la institución, Haruhiko Kuroda, al insistir en que es "demasiado pronto" para debatir una retirada de sus medidas de flexibilización monetaria porque no ha logrado su meta de situar la inflación en el 2% "de forma estable y sostenible". Kuroda ha negado que la decisión de hoy equivalga a una subida de tipos.
El índice de precios de consumo (IPC) de Japón se sitúa en el 3,6%, su nivel más alto en 40 años, pero el BoJ considera que este nivel de inflación no se debe a los factores adecuados y deseables, como una subida salarial acorde.
Así, el Banco de Japón se ha comprometido a continuar con sus programas de compras de bonos (para mantener un control de la curva de tipos que dio comienzo en 2016), pero el rango de fluctuaciones de las rentabilidades a largo plazo, que se encontraba actualmente en el +/-0,25%, lo ha ampliado hasta el +/-0,5%. Este movimiento supone casi de facto una subida de los tipos de interés para la economía que terminarán pagando los particulares y el sector privado.
Un viraje hawkish
La decisión del BoJ tiene como objetivo "mejorar el funcionamiento del mercado e incentivar la formación de una curva de rendimientos más ágil", mientras mantiene "condiciones financieras adaptables", ha señalado la entidad central en su informe, donde destaca el impacto en los mercados de Japón de la volatilidad de sus homólogos extranjeros.
Esto ha conllevado "un deterioro del funcionamiento de los mercados de bonos" que, de mantenerse, podría tener un impacto negativo en la situación financiera, "como en los requisitos para la emisión de bonos corporativos", algo que el BoJ busca evitar.
Los expertos aseguran que este cambio responde a los ingentes esfuerzos del banco central en los últimos meses para controlar la curva de tipos. El BoJ ha tenido que comprar grandes cantidades de bonos para mantener el interés en el 0,25%, aseguran los analistas de Capital Economics. Una situación que ya parecía insostenible.
Desde el banco nórdico SEB aseguran que este es un giro totalmente hawkish del banco central: "Para el mercado, la medida es una señal de que Japón ya no puede resistirse a un mundo con tipos de interés al alza. El yen se ha fortalecido considerablemente tras el anuncio, mientras que los rendimientos del gobierno japonés a 10 años han aumentado alrededor de 20 puntos básicos hasta el 0,45%, el nivel más alto desde 2015".
"La decisión se interpreta como una señal de probar el agua para una posible retirada de los estímulos", opina Susannah Streeter, analista senior de inversiones y mercados de Hargreaves. El banco central japonés espera que la decisión adoptada este martes por unanimidad facilite la transmisión de los efectos generados por su estrategia de flexibilización, a través de cuya sostenibilidad busca lograr la estabilidad inflacionaria.
Los bonos de deuda pública a largo plazo son considerados como un indicador para la evolución futura de los tipos de interés, y con su movimiento de hoy, inesperado para la mayoría de analistas, el BoJ gana margen de maniobra para seguir aplicando su estrategia de estímulos en el contexto de inflación creciente en Japón.
"La noticia supone que cae el 'último bastión' de la política monetaria ultraexpansiva entre los [países] desarrollados, con el BoJ iniciando la normalización monetaria", explica el Departamento de Análisis de Renta 4. Aunque el banco central japonés aún no ha elevado el precio del dinero (como sí han hecho la Fed estadounidense, el BCE o el Banco de Inglaterra), su anuncio de este martes está siendo interpretado por los analistas como el primer paso para 'desmontar' su política monetaria dovish. "El hecho de ampliar al alza la banda de control sobre su bono a diez años implica unirse a la tendencia de endurecimiento de política monetaria del resto de bancos centrales del mundo", apuntan en el mismo sentido los expertos de Bankinter en su comentario diario. "Aunque se esperaba que hiciera algo en este sentido, parece algo más agresivo de lo esperado", añaden.
Nervios en los mercados
Prueba de ello es que los mercados no han tardado en reaccionar a las novedades del BoJ. El yen sube con fuerza (más de un 3%) frente al dólar estadounidense, intercambiándose por más de 0,0075 'billetes verdes'. O dicho de otra manera: un dólar pasa a valer poco más de 132 yenes, cuando antes del anuncio del Banco de Japón se intercambiaba por más de 137 yenes. La divisa nipona alcanza así máximos desde agosto frente a la moneda norteamericana.
Asimismo, el yen gana terreno frente al euro: asciende igualmente por encima del 3%, a más de 0,0071 euros, cuando antes del comunicado del BoJ se movía en el entorno de los 0,0068 euros. En otras palabras: un euro ha pasado a valer menos de 141 yenes.
Por el contrario, las ventas se han impuesto claramente en la renta variable del país del sol naciente. El Nikkei 225, referente en la bolsa de Tokio, se ha desplomado un 2,46% este martes, hasta 26.568,03 puntos. A lo largo de la jornada ha marcado mínimos desde octubre al filo de los 26.400 enteros.
Eso sí, las acciones de los bancos y las aseguradoras japonesas han subido fuertemente. Entre las principales entidades, el grupo Mitsubishi UFJ se ha revalorizado casi un 6% y Sumitomo Mitsui más de un 5%.
La inflación también preocupa
El índice de precios de consumo (IPC) de Japón se situó en el 3,6% en octubre, su nivel más alto en 40 años. Esta cifra está por encima de la meta del 2% del BoJ, pero la entidad considera que este nivel de inflación no se debe a los factores adecuados, como una subida salarial acorde, por lo que se resiste a subir los tipos.
Frente a las sucesivas altas impositivas que vienen aplicando desde comienzos de año los bancos centrales de Estados Unidos y Europa para tratar de frenar la inflación, el banco central japonés ha optado por mantener su política ante la lenta recuperación económica a raíz de la pandemia de covid-19.
Este distanciamiento entre las entidades ha motivado una fuerte depreciación del yen que ha encarecido notablemente sus crecientes importaciones y los costes de las empresas, y llevó a las autoridades niponas a intervenir la divisa varias veces este año.