
La escalada de intereses en el mercado de bonos ha vuelto a golpear a las bolsas. El mercado teme una inflación descontrolada y presiona a la Reserva Federal (Fed) para que adopte una política monetaria más dura. A diferencia de lo que sucedió a principios de año, la Fed tiene menos margen de maniobra, pero acumula la suficiente experiencia para dejar rabiar al mercado y actuar. En 2013, el taper tantrum, como se conoce a los episodios de volatilidad y caídas del mercado cuando se acerca un giro en la política monetaria, apenas supuso una ligera corrección en mitad de un ciclo alcista.
De rabieta en rabieta. El año comenzó en bolsa expectante ante los posibles movimientos de la Fed para contener la inflación y nueve meses después el mercado vuelve a la casilla de salida. Pero hay grandes diferencias. La anterior pataleta a principio de año vino precedida de un rally histórico y de unas expectativas de inflación que acompañaban el crecimiento de forma equilibrada. Ahora las expectativas de inflación azuzan la seria amenaza de espiral inflacionista desatada por los altos precios de la energía.
El rendimiento del bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, que se mueve inversamente a su precio, se sitúa este martes en el 1,54% por primera vez desde finales de junio. El pasado miércoles antes de la intervención de la Fed estaba en el 1,3%. Los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos y cinco años subieron a su nivel más alto en 18 meses. El bono español a 10 años supera el 0,45%, el bono francés alcanza el 0,15% (tras meses en negativo) y el bund alemán se sitúa en el -0,19%. La Reserva Federal ha vuelto a detonar los intereses en el mercado secundario, desatando la preocupación de los inversores.
En la anterior ocasión, fue prácticamente el propio mercado el que exigió a la Fed endurecer el mensaje ante una perspectiva de recuperación sin precedentes, a la vez que las expectativas de inflación se dispararon.Pero esta vez es diferente. El crecimiento futuro parece ya claramente acotado tras la reapertura de las economías y las previsiones de inflación crecen muy por encima de las expectativas de expansión de la economía.
La venta masiva no está siendo causada por el creciente optimismo en torno a las perspectivas de crecimiento y actividad reales
John Wraith, director de estrategia de tipos para el Reino Unido y Europa en UBS, subraya que es "preocupante" que los rendimientos ajustados a la inflación se mantienen bajos porque "sugiere que la venta masiva no está siendo causada por el creciente optimismo en torno a las perspectivas de crecimiento y actividad reales".
Hasta ahora el mensaje oficial tanto de la Fed, como del resto de bancos centrales, es que la inflación es transitoria y responde al rebote tras la fuerte caída de los precios del año pasado, cuando prácticamente se congelaron las economías. Sin embargo, en la respuesta del mercado hay algo más. Y en la Fed también ha cambiado el discurso y sus intenciones.
Aunque no ha fijado fechas, el miércoles admitió que "pronto" debe comenzar a a disminuir el ritmo de compras, prácticamente fijando para este año, el inicio del tapering, como se conoce al inicio de la retirada de estímulos. Además, el Comité Federal de Mercados Abierto abrió la puerta para la primera subida de tipos de interés para 2022.
En seis meses, muchas cosas han cambiado, desde que la Fed logró calmar al mercado. La inflación en EEUU está por encima del 5% frente al 2,6% de marzo. La gran reapertura de las economías ya se ha producido y con ella se han multiplicado las presiones inflacionistas por parte de las cadenas de suministro. El presidente de la Fed solo tuvo que amagar con endurecer su discurso para enderezar la situación.
Aunque también hubo un giro en el resto de bancos centrales. El BCE aumentó el ritmo de compras de deuda para frenar la escalada de intereses, con el objetivo de garantizar el crédito en la economía real. Las circunstancia ahora son radicalmente distintas. El BCE ya baraja reducir las compras y plantear la continuidad de las compras de emergencia, mientras en Europa se ha instalado también la inflación.
Todo el mundo vuelve a mirar a 2013
La última gran rabieta fue en 2013, cuando EEUU salió de la crisis financiera de 2008. Tras varios años de estímulos para salir de la gran crisis, en 2013 la Fed empezó a mostrar sus intenciones de echar el freno poniendo sobre la mesa una reducción anticipada de sus compras de bonos.
La rentabilidad del bono americano a diez años pasó del 1,5% al 3% en cinco meses. La situación de la economía mundial era parecida. EEUU iba con bastantes meses de adelanto en la salida de la crisis respecto a Europa y otras regiones. Como ahora a la bolsa no le gustó la perspectiva del fin de los tipos cero. Hubo una caída máxima del 7,5% en el S&P 500, que se observó en gran medida en el período más intenso donde la subida de tipos en el mercado llegó al máximo. Los índices de renta variable de los mercados emergentes vieron caídas del 15%.
Los expertos de ING recuerdan que en 2013 solo fue un episodio de volatilidad. "Resultó ser apenas un bache en el mercado alcista de acciones a largo plazo". Ya a comienzo del año advertían que "no hay razón para pensar que cualquier corrección de acciones inducida por la rabieta de los bonos sería más que eso, solo una corrección".
Sin embargo, el episodio supone una fuerte presión bajista en el precio de los bonos. Los inversores entenderán que la Fed deja de comprar deuda, con lo que ellos venderán sus bonos en cartera de forma masiva. A medida que los tipos suben por la caída del precio de los bonos, se espera que las nuevas emisiones tengan cupones más elevados. En el mercado secundario los bonos más antiguos pierden su valor y hay una espiral de ventas.
Si los intereses a largo plazo suben, significa que los tipos reales suben y también las expectativas de inflación, con lo que a un banco central solo le queda el camino de subir tipos o retirar los estímulos. "Si la Fed no hace nada en un brote de inflación, es decir, no afronta una reducción gradual, entonces las rentabilidades de los bonos seguirán subiendo para quedarse protegidos contra la inflación, aumentando los intereses reales".