
A medio depósito arrancaron las bolsas mundiales el 2019 que se cierra en sesión y media la próxima semana. Nada hacía pensar que fuera capaz de sortear con éxito las dunas en un desierto que no ha estado exento de tormentas de arena y llegar hasta la cima. Tras subir una pendiente extrema, los inversores se preguntan ahora qué habrá al otro lado de la cresta, cuando las previsiones no dejan de ser suficientemente optimistas para la renta variable considerando lo que han logrado este año las bolsas.
El EuroStoxx 50 se revaloriza casi un 26% en 2019, algo que no se veía desde hace 20 años; y el S&P 500, con una subida del 29%, cerrará previsiblemente su mejor marca desde 2013 -por supuesto, en máximos históricos-. Si las ganancias se miden en euros, el índice americano suma un 32,8%.
Lo llamativo de este 2019 es que el rally de la renta variable no estaba en las quinielas, con lo que ha dejado a muchos inversores fuera y es ahora cuando se están subiendo, con las bolsas en lo más alto. ¿No es demasiado arriesgado? De cara a 2020, el consenso de mercado espera un crecimiento de beneficios del 7% tanto para las empresas de EEUU como las europeas. Ahora bien, hay que tener en cuenta que los analistas siempre son demasiado optimistas a comienzos de año y lo normal es que esta previsión se revise a la baja. Pero que no cunda el pánico. "Los beneficios empresariales siguen una tendencia a la baja desde que la expansión económica global perdió impulso, en el segundo semestre de 2018. Hasta la fecha, el crecimiento de los beneficios por acción del MSCI World ha llegado incluso a caer hasta el 0,6% en el año, con lo que claramente, experimentamos un repunte del mercado con cero crecimiento de beneficios", afirman desde la gestora Robeco, "lo que lleva a preguntarse si esta aparente indiferencia respecto a la ausencia de crecimiento de beneficios es relevante para el futuro de un mercado alcista tan prolongado", concluye.
Todos los perfiles de inversor han ganado este año. Los más conservadores acumulan, de media, una rentabilidad en el año del 5,53%; mientras que los fondos de perfil mixto agresivos rozan el 15,53%, según datos obtenidos de Morningstar.
El verdadero problema en 2019, vistos los retornos de la renta variable y el mercado de deuda, ha sido para aquel inversor que optó por quedarse en liquidez. Más si cabe teniendo en cuenta que la volatilidad, salvo repuntes puntuales -en los meses de agosto y octubre-, sigue en mínimos (sobre los 11 puntos básicos), y ligeramente por debajo de la media, ya de por sí reducida, de 15 puntos a lo largo del año.
Cuál es el techo del mercado
¿Y ahora qué? De cara a 2020, el Ibex 35 presenta un potencial alcista ligeramente superior a sus comparables -del 6,1%, según Bloomberg- entre otras cosas porque su revalorización en el año ha sido menos de la mitad que otras plazas. Suma un 13,6%, en los 9.700 puntos, frente, por ejemplo, a una revalorización del 29,6% del Footsie Mib en su mayor avance anual desde 1998. Por su parte, el consenso que recoge Bloomberg genera potenciales del 5,6 y 5,4% para el S&P 500 y el EuroStoxx 50, respectivamente, a doce meses vista.
Ahora bien, no se puede obviar a quienes piensan que el sector financiero -con un tercio de la capitalización del índice- seguirá siendo un freno importante también en 2020, sin subidas de tipos de interés a la vista. Como tampoco se puede ignorar el hecho de que las utilities, el segundo sectorial más importante, se anotan una ganancia media del 21%, sin contar con Red Eléctrica. Tanto sentimiento alcista ha provocado que cinco de los gigantes del Ibex -Inditex, Iberdrola, Amadeus, Endesa y Aena- se hayan quedado sin potencial tras un año particularmente fructífero -con ganancias mínimas del 21%-. La textil gallega es, de entre los grandes, la que más se ha revalorizado en 2019. Sube casi un 45%, en su mejor marca desde 2012. Los inversores se han volcado en la búsqueda de valores defensivos o bond proxy (con una rentabilidad fiable, que hoy es muy superior al bono) y de aquellos de perfil de crecimiento, como Cellnex, que sube un 99% en el año, el más alcista del Ibex.
El 'rally' menos querido
Si el buen año de la bolsa ha sido sorprendente, ya que no entraba dentro del escenario previsto por los expertos para el ejercicio, el de la renta fija todavía lo ha sido más. Después de un 2018 de subidas generalizadas para los bonos, y con el escenario inicial que apuntaba a un año de recuperación económica y normalización de políticas de los bancos centrales, todo apuntaba a que 2019 sería un mal año para los inversores en deuda. Es por ello que la subida que ha experimentado la deuda se puede considerar el rally menos querido por parte de los inversores. Por miedo a encontrarse con un precipicio al otro lado de la duna, muchos inversores se han podido quedar fuera de la renta fija, cuando realmente ha sido el trayecto sorprendentemente rentable durante el ejercicio.
Las 20 principales categorías de renta fija que recoge Bloomberg acumulan subidas en precio en lo que va de año, con el índice de deuda global subiendo un 6,1% en el ejercicio. La categoría de deuda corporativa global ha sido la más alcista en 2019, con una subida del 14,5%, aproximadamente, seguida de la deuda high yield estadounidense, con un 14,25%. El agregado de deuda estadounidense con grado de inversión (tanto soberano como corporativo) se ha revalorizado un 8,6% ne el año, por encima del europeo, que ha repuntado un 6,28% desde el primer día de enero. El índice de deuda que menos ha subido en el año, entre los 20 principales que recoge Bloomberg, es el de deuda de la zona Asia Pacífico, que ha ganado un 3,1% durante los últimos 12 meses.
Las ganancias generadas que se consiguen en renta fija tienen su explicación en el cambio de pie que ha hecho el Banco Central Europeo (BCE) durante el año. Por la incertidumbre comercial y el frenazo en el crecimiento económico que se estaba apreciando, el BCE dejó de lado la normalización de sus políticas y la retirada de estímulos que había culminado en 2018, con el fin del programa de compras de deuda (QE), y dio marcha atrás. Mario Draghi dejó la institución habiendo dejado atado un nuevo QE, y la expectativa de que los tipos de interés no subirán, al menos en el futuro cercano, en la eurozona. Con eso en mente los inversores se posicionaron de nuevo en renta fija, generando las subidas de precio, y caídas en rentabilidad, que han sido la nota predominante durante el año.
Las compras de deuda han sido tales que las rentabilidades de muchos títulos han entrado de lleno en el terreno negativo, haciendo que, al cierre del año, la deuda alemana con vencimientos hasta los 10 años ofrece rentabilidades negativas al inversor, lo que supone pagar un interés por prestar dinero. Ahora mismo, según los cálculos de Bloomberg, en el mercado hay 11,51 billones de euros en deuda que ofrece rentabilidades negativas. En agosto de este año la cifra llegó a alcanzar los 17,037 billones de euros, un máximo que nunca antes se había producido. Es más, la confianza de los inversores en que los estímulos de los bancos centrales seguirán impulsando los precios de la renta fija han hecho que incluso haya títulos de deuda que no tienen el grado de inversión (los conocidos como bonos basura, de más riesgo para las agencias de calificación) que han llegado a ofrecer rentabilidades negativas a los inversores durante el ejercicio.
En septiembre volvieron las ventas
Igual que en agosto se vio un techo en la cantidad de deuda que cotizaba con rentabilidades negativas, en septiembre los inversores empezaron a decir basta, y ese mes marcó un punto de inflexión en las subidas que estaban experimentando los bonos, en general, en el mundo. La deuda empezó a caer en precio, con el índice de deuda global retrocediendo un 1,51% desde los máximos del año, que se tocaron el 28 de agosto. Una mayor confianza en que el ciclo de crecimiento económico todavía tiene recorrido, en parte gracias a unas mejores perspectivas para una resolución del conflicto comercial entre China y EEUU, parece haber llevado a los inversores a descartar la deuda en sus carteras durante los últimos meses del año.
Desde los máximos del año, en agosto, el bono español ha retrocedido un 3,44%, dejando, eso sí, una subida en precio en el ejercicio que aun así sigue siendo de doble dígito: un 10%. El título alemán, por su parte, ha retrocedido un 4,4% desde máximos, pero deja un 4,8% de rentabilidad en el año.
Dos hitos que se han producido en 2019 en renta fija soberana europea que merecen ser destacados son el adelantamiento que se ha producido por parte de la deuda portuguesa a la española, por primera vez desde 2009 en los títulos con vencimiento a 10 años: los lusos ofrecen un 0,38% y los españoles 0,40%. Por otro lado, por las tensiones políticas y la situación económica de Italia, el bono del país transalpino ha llegado a ofrecer más rentabilidad que el griego durante varias sesiones a final de año, algo que no ocurría desde 2009. Eso sí, esto no se ha mantenido durante largo tiempo: el viernes, los títulos italianos estaban ofreciendo un 1,38% de rentabilidad, por debajo del 1,46% que daba el griego.