Implantar zonas de bajas emisiones, hacer más eficiente el transporte público o potenciar el uso de la bicicleta son solo algunas de las medidas que han tomado las ciudades en los últimos años para conseguir reducir los niveles de contaminación a los que están expuestos sus habitantes. Más allá de políticas que puedan aportar mejor o peor fama a las administraciones públicas, la realidad es que la contaminación es, junto al cambio climático, la primera amenaza para la salud según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y no es para menos. Solo en la Unión Europea se producen más de 300.000 muertes prematuras anuales como consecuencia a la exposición crónica a la contaminación.
Pese a que los datos son todavía muy alarmantes, la realidad es que las medidas que se han tomado en los últimos años han resultado muy efectivas. En 2007 en España se produjeron 34.000 muertes asociadas a la contaminación, una cifra que se ha reducido hasta estar por debajo de las 20.000 en 2024. Además, las previsiones apuntan a que será en 2027 cuando se logre bajar hasta el objetivo fijado por la Unión Europea, 15.000 muertes. Esto supondrá reducir a la mitad los fallecimientos en 16 años. "La UE ha marcado el objetivo de reducir las muertes prematuras asociadas con las PM2.5 –partículas muy pequeñas suspendidas en el aire–, el contaminante más dañino, en un 55% con respecto a 2005. Si la tendencia y situación actual nacional se consolidan, este objetivo sería alcanzado antes de 2030", según se recoge en el informe La contaminación en España: sus impactos en la economía y en la salud elaborado por Esade.
La realidad es que todas las provincias de España han mejorado sus niveles de contaminación del aire desde el año 2007. Esta mejora se ve reflejada en el unánime descenso de mortalidad asociada a PM2.5 en los últimos 14 años en cada una de las provincias. "De mantenerse la tendencia actual, todas las comunidades autónomas estarían en camino de cumplir el objetivo europeo de reducción de muertes prematuras asociadas a PM2.5 marcado para 2030 con la excepción del Principado de Asturias que sí lo haría antes de 2040. En el nivel provincial, Almería y Granada tampoco alcanzarían la reducción marcada por la Comisión Europea antes de 2030", destaca el informe.
En general, la situación que registran Madrid y Barcelona es considerablemente más positiva que la de sus pares europeos, aquellas que superan el millón de población. De hecho, únicamente Sofía y Munich han conseguido una reducir sus niveles de contaminación entre 2007 y 2021 más que Madrid y Barcelona, un 54% y un 43% respectivamente frente al 39% de la capital española y el 40% de la ciudad condal. "Ambas ciudades se sitúan claramente mejor que las ciudades italianas y en calidad de alcanzar a una ciudad con menor contaminación como es el caso de Munich. La mejora de la calidad del aire debería suponer una prioridad tanto para mejorar la calidad de vida de los locales como para atraer turismo y trabajadores extranjeros de mayor duración", explican desde Esade.
Los expertos de Esade destacan que España podría estar entre los países líderes de la Unión Europea en este aspecto, "y marcar el camino hacia la consecución de los objetivos marcados por la OMS". Reducir los niveles de contaminación no solo permite lograr una vida más larga y saludable, sino también beneficiarse de ahorros económicos sustanciales debido al impacto negativo de la contaminación en la actividad económica.
Unas declaraciones que confirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), quien calcula que la contaminación del aire en las principales regiones europeas entre el año 2000 y 2015 conllevó a un PIB real 0,8% menor. Poniendo el foco en España, con un nivel de contaminación aceptable (menos de 5 microgramos por metro cubico como recomienda la OMS), y manteniendo todo lo demás constante, el PIB español podría haber sido 5% superior durante el periodo 2014-2020.
Un impacto que podría empezar a corregirse gracias a las políticas medioambientales que están llevando a cabo las instituciones públicas. Esade calcula que la mejora de la calidad del aire podría suponer un impacto económico de cinco puntos del PIB entre 2007 y 2027. "Los beneficios derivados de la mejora de la calidad del aire son claros y accesibles, además de ser compatibles con el crecimiento económico. España, como tantos otros países, ha logrado desacoplar la reducción de la contaminación y el crecimiento económico", destaca el informe.