Rozando los 50ºC. El 14 de agosto de 2021, los vecinos del municipio cordobés de La Rambla soportaron la temperatura más alta registrada en la historia de España, la desorbitada cifra de 47,6ºC. Cada vez son más frecuentes periodos sostenidos de temperatura extremadamente alta, es decir, las olas de calor, consecuencia del cambio climático.
El año pasado fue extremadamente cálido. De hecho, en 2024 la temperatura media sobre la España peninsular fue de 15,0°C, un valor que se queda 1,1°C por encima de la media anual (periodo de referencia 1991-2020). Fue el tercer año más cálido desde el comienzo de la serie en 1961, por detrás de 2022 y 2023, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Estas cifras hacen que los once años más cálidos de la serie pertenezcan al siglo XXI.
El cambio climático global no es un problema futuro, sus efectos ya están haciendo estragos en el planeta. En 2024, la temperatura media de la superficie de la Tierra fue la más cálida que se ha registrado, según un análisis liderado por científicos de la NASA. Los científicos confían en que las temperaturas globales seguirán aumentando durante muchas décadas, principalmente debido a los gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas. Una situación que se verá agravada por el aumento progresivo de la población. Esto hace que las temperaturas elevadas sostenidas en el tiempo puedan complicar la habitabilidad en algunos puntos del centro, este y sur de nuestro país durante las próximas décadas.
Según el análisis El Futuro que no queremos, una colaboración entre C40 Cities, el Pacto Global de Alcaldes, Acclimatise y la Red de Investigación sobre el Cambio Climático Urbano (UCCRN), basado en datos publicados por la NASA, "millones de residentes urbanos serán vulnerables al cambio climático y miles de responsables de la toma de decisiones urbanas deberán fortalecer la resiliencia de sus ciudades para afrontar estos desafíos".
A día de hoy, más de 200 millones de personas que viven en más de 350 ciudades, principalmente en las latitudes bajas, viven bajo condiciones de calor extremo, es decir, que experimentan regularmente temperaturas máximas medias trimestrales que alcanzan al menos 35°C. Se estima que la población urbana mundial es de 1.400 millones de personas, lo que implica que el 14% de todos los residentes urbanos ya se enfrentan a dichas temperaturas extremas. La población urbana y las temperaturas promedio van aumentando a nivel mundial, por ello, para mediados de este siglo, más de 1.600 millones de personas vivirán en más de 970 ciudades donde estarán expuestas a estas temperaturas de calor extremo. "Para poner esto en perspectiva, con una población urbana proyectada en la década de 2050 que alcanzará los 3.500 millones de personas, 1.600 millones, o el 45% de la población urbana mundial total, vivirá bajo estas condiciones de calor. Esto representa un aumento de ocho veces en el número de residentes urbanos que enfrentan estrés térmico sostenido", recoge el análisis.
Los golpes de calor son la primera causa de defunción relacionada con el clima
En el caso de España, el informe señala como de cara a 2050, Madrid y algunos puntos de la Comunidad Valenciana y Andalucía experimentarán tres meses consecutivos con temperaturas de 35 grados o más. Esta situación ya ocurre en numerosas ciudades de Asia y Oriente Medio. En estas regiones, el número de ciudades expuestas aumentará significativamente hacia la mitad de siglo. La investigación también muestra que las regiones que actualmente cuentan con pocas ciudades que lidian con el calor extremo verán una exposición drásticamente mayor. El este de China; el sur, oeste y norte de África; América del Norte y partes de América del Sur se verán especialmente afectados.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estudios realizados entre 2000 y 2019 mostraron que cada año fallecen 489.000 personas a causa del calor, el 45% de esas muertes ocurrieron en Asia y el 36% en Europa. Los golpes de calor son la primera causa de defunción relacionada con el clima. La organización afirma que la temperatura ambiente más adecuada para el organismo está entre los 18ºC y los 24ºC.
El cuerpo humano utiliza mecanismos para protegerse a medida que las temperaturas aumentan, sin embargo, no siempre es posible y aparece el estrés térmico. Esta situación se produce cuando el cuerpo no puede refrigerarse, es decir, se produce una sensación de malestar al ser incapaz de regular la temperatura interna debido a la exposición a temperaturas extremas. Estos episodios pueden desencadenar sudoración excesiva, agotamiento, fatiga, dolor de cabeza o insolación y pueden agravar afecciones como enfermedades cardiovasculares, respiratorias y renales, así como problemas de salud mental. Según algunos investigadores, los niveles extremos de estrés térmico se han más que duplicado en las últimas cuatro décadas y se prevé que esta tendencia continúe.