El mundo empresarial se caracteriza por ser un sector en constante cambio, que se adapta a las demandas de la sociedad. Por ello, las entidades han ido adecuándose, por un lado, a las necesidades medioambientales y, por otro, a las exigencias de los consumidores, cada vez más concienciados en materia sostenible.
Así, en el primer cuarto de siglo, las corporaciones han pasado de realizar acciones individuales y concretas a integrar en su propia estrategia empresarial las buenas prácticas sostenibles, que "van más allá de la antigua responsabilidad social corporativa, conocida como RSE", apunta Cristina Sánchez, directora ejecutiva del Pacto Mundial de la ONU España. Y agrega que "ya no basta con acciones aisladas: se trata de transformar la manera en la que operamos, producimos valor y nos relacionamos con el entorno a largo plazo".
Sin embargo, ¿qué requisitos debe cumplir una empresa para considerarse sostenible? Sánchez explica que estas "no separan sus objetivos económicos de su impacto en las personas o en el planeta: los unen", además de generar una rentabilidad económica a la par que un impacto positivo en las personas y en el mundo.
Cada organización debe cumplir las normativas globales y, a su vez, las propias. En el caso del Pacto Mundial de la ONU España, esta integración se materializa a través de los Diez Principios en derechos humanos, normas laborales, medioambiente y lucha contra la corrupción, que ofrecen un marco ético y operativo para cualquier empresa comprometida con el desarrollo sostenible. "España se sitúa en una posición destacada dentro del contexto europeo", asegura Sánchez y añade que "el 64% de las empresas españolas integran estos principios en su estrategia, frente al 54% de media en Europa". En materia climática, las corporaciones de nuestro país también son líderes, ya que "el 66% ha establecido objetivos de reducción de emisiones, superando nuevamente la media continental", detalla la experta.
Asimismo, el Informe de Sostenibilidad: Señales de un cambio en la acción climática empresarial, llevado a cabo por Deloitte en 2024, corrobora de nuevo el compromiso empresarial y señala que en ese mismo año "el 95% de las grandes empresas aumentaron su inversión en sostenibilidad". Con respecto al futuro, el informe El camino hacia un futuro sostenible, elaborado por Grant Thornton a finales del 2024, estima que "más de la mitad de las compañías españolas (54%) tiene previsto invertir en iniciativas sostenibles en los próximos doce meses".
También explica que durante el mismo 2024, se preveía que las empresas españolas aumentaran su inversión durante el segundo semestre del año, incrementándola del 47% al 50%. Mientras, en el conjunto de la Unión Europea el estudio muestra que la subida sería del 48% al 54%, 6 puntos porcentuales más. Además, el documento sostiene a que entre los principales motivos por los que las empresas se lanzan a invertir en sostenibilidad "están la reputación de marca, la competitividad y sus objetivos comerciales".
No obstante, la perspectiva no siempre fue así. Pese a que se desconoce la fecha exacta en la que las empresas comenzaban en esta andadura, se estima que a finales del siglo XX ya estaba surgiendo la conciencia verde. El Pacto Mundial, por su parte, sitúa el compromiso de España hace dos décadas, a partir de la fundación del propio pacto con la Creación de la Red Española del Pacto Mundial en 2004. "Desde entonces, hemos acompañado al tejido empresarial español en un proceso de transformación profunda. Hemos pasado de 130 a más de 1.800 entidades adheridas", afirma la directora ejecutiva.
Para Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética, la evolución en sostenibilidad empresarial es positiva y la califica como "firme en cuanto al nivel de priorización tanto en el ámbito público como en el privado". El directivo destaca tres etapas. En la primera, "se trataba de algo complementario a la acción empresarial, de procedimientos que, en torno a la actuación empresarial, buscaban un impacto positivo con una orientación clara a la mejora de la reputación", expone Silos. Más tarde, la sostenibilidad se entiende como un negocio y "áreas más duras de la empresa empiezan a ver beneficios tangibles en la mejora de los impactos de la empresa", puntualiza el director. En este caso, la estrategia ve posibles nuevos mercados y productos. Por su parte, el capital humano ve una oportunidad de captar y retener talento y, al mismo tiempo, "finanzas se da cuenta de que la sostenibilidad puede mejorar la elegibilidad de los mercados de capital", expresa.
En la actualidad, esta se ve como "un elemento indispensable para gestionar la competitividad empresarial en un entorno de fuerte volatilidad", precisa Silos. Con ello, el experto se refiere a factores como la geopolítica, las catástrofes naturales y la polarización. De este modo, "la sostenibilidad se vuelve un atributo indispensable para revalidar la licencia para operar y generar retornos económicos en el largo plazo", asegura.
Por otro lado, el Pacto Mundial divide el primer cuarto de siglo en cuatro fases. La primera, de 2004 a 2008, cuando "ninguna empresa del Ibex 35 contaba en su consejo de administración una comisión de RSE o un responsable en esta materia", según explica el Pacto Mundial en el artículo Historia de la sostenibilidad empresarial en España. El segundo tramo, localizado en la línea temporal entre el 2008 y el 2014, es cuando se expande la responsabilidad social empresarial, en un contexto de explosión de crisis económica. Sin embargo, no es hasta el 2015, hace apenas una década, cuando se aprobó la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), "uno de los momentos más transformadores para el sector empresarial", califica Sánchez y explica que fue la primera vez que se presentó un marco global común que interpelaba no solo a los gobiernos, sino también al sector empresarial, como agente indispensable para alcanzar un desarrollo inclusivo, justo y ambientalmente responsable".
Además, los ODS marcaron una dirección que permitieron a las empresas contar con una hoja de ruta y con la posibilidad de hacer un seguimiento. Su éxito se materializa en los datos y la directora pone de manifiesto que "en los últimos seis años, el porcentaje de empresas que conocen los ODS se ha incrementado del 69% en 2018 al 89% en 2024". El Acuerdo de París fue otro de los factores que sentó las bases para un futuro verde y colocó la reducción de emisiones en el centro de las estrategias empresariales.
Las medidas existentes que marcan las directrices que deben seguir las corporaciones han ido aprobándose de forma paulatina. Una de las leyes que "marcó un antes y un después fue la aprobación de la entonces Ley de Información No Financiera en 2018", relata Sánchez. Esta establecía la obligación de ciertas empresas a divulgar información no financiera de forma anual y que contuviese datos relevantes sobre el impacto de la empresa en temas ambientales, sociales, de personal, respeto a los derechos humanos, lucha contra la corrupción y la diversidad.
En la actualidad, "las empresas españolas han de enfRentarse a un complejo escenario normativo en materia de sostenibilidad que ha aumentado exponencialmente en los últimos años", expone el informe de Grant Thornton antes citado. De hecho, debido al nuevo marco regulatorio, "50.000 empresas estarán obligadas a informar sobre sostenibilidad, incluidas las más grandes y cualquier pyme cotizada, mientras que anteriormente eran tan solo 11.600 compañías". Asimismo, en 2027 será el turno de las pymes consideradas Entidad de Interés Público (EIP).
Para Silos, la regulación ha sido "un motor de impulso fundamental para la sostenibilidad". Sin embargo, "el marco normativo ha superado la capacidad de respuesta de las empresas", manifiesta el director y agrega que la "sobrecarga normativa dispara el riesgo de incumplimiento y limita la competitividad de las empresas europeas en los mercados internacionales". Además, "creemos que la principal motivación de la empresa debe venir de su propia convicción y que esta desinflación regulatoria puede llevar a la sostenibilidad a nuevas cotas", puntualiza Silos.
La alta dirección de las empresas es la que toma las decisiones más relevantes en todo el proceso productivo de un bien o un servicio. Sin embargo, la última palabra a la hora de adquirir ese bien o servicio es la de los consumidores, quienes muestran cada vez más conciencia sostenible. Esto se refleja en las exigencias.
Silos asegura que los consumidores "son una pieza fundamental y nuestro último Informe Forética refleja que seis de cada 10 ciudadanos considera prioritaria la sostenibilidad empresarial". El mismo documento expone que "para el 84,2% de los ciudadanos es exigible que las corporaciones tengan un comportamiento responsable ante la sociedad y el medioambiente" y añade que "tan solo el 7,8% lo percibe como de menor importancia, mientras que un 2,2% residual opina que la sostenibilidad no debe ser una responsabilidad".
En cuanto al consumo real, actualmente "uno de cada tres ciudadanos manifiesta que estaría dispuesto a pagar más por un producto considerado sostenible", expone el informe. Dentro de este grupo, "un 68,20% declara que podría llegar a pagar hasta un 10% más por un producto si tuviera la certeza de su origen responsable", un 28,60% más del 10% y un 3,20%, más de 25% del precio.
No obstante, "hemos visto un retroceso del consumo responsable respecto a 2017", lamenta Silos y explica que se debe, principalmente a dos factores: la inflación y el coste de la vida. "En una economía donde hay dificultad para acceder a bienes básicos como la vivienda o la energía, la discriminación de consumo es mucho más difícil de llevar a la práctica" manifiesta el experto.
Otro elemento que ha afectado al consumo de los clientes es el greenwashing, una estrategia de marketing que utilizan algunas empresas para aparentar ser más respetuosas con el medioambiente de lo que son, es otro elemento que ha afectado al consumo de los clientes, porque "uno de cada dos consumidores no confía en los atributos verdes de los mensajes comerciales", debido a que, en ocasiones, estos "no aportan mérito ni evidencia científica", apunta Silos. Por tanto, el consumidor necesita "más seguridad económica y más credibilidad por parte de las empresas para elevar su perfil en materia de sostenibilidad", concluye el director.