
Las dificultades a la hora de contratar trabajadores se han convertido en un quebradero de cabeza para muchas empresas españolas. Hasta el punto de que el porcentaje de firmas que prevé que afecte a su actividad se ha triplicado en el último año. Lo cual no deja de ser sorprendente en un país con tres millones de desempleados y que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, achaca a los bajos salarios.
En los últimos meses, el análisis de este problema en España se ha visto distorsionado por la comparativa con el fenómeno de la Gran Dimisión en Estados Unidos, que ha elevado el número de vacantes hasta los 11,4 millones en abril, un 7% del total del empleo.
Esto ha elevado eleva la presión salarial a la hora de fichar profesionales, lo cual, en un contexto inflacionista como el actual, conduce a los temidos "efectos de segunda vuelta".
Según una estimación de la Fed de Chicago elaborada en febrero, antes del estallido de la guerra de Ucrania, esta tensión entre oferta y demanda de empleo podría sumar por si sola 1,1 puntos a la inflación.
Pero en Europa, el impacto de esta 'Gran Dimisión' ha sido muy desigual. La tasa de vacantes de la eurozona se elvó al 3,1% en el primer trimestre, según los datos publicados por Eurostat.
Sin embargo, en lugares como Países Bajos o República Checa rondr el 5% y en Alemania llega al 4,1%. Esta tensión sobre el mercado laboral añade preocupación en el BCE sobre la relación entre salarios e inflación.
Pero en España, la tasa de vacantes apenas llega al 0,9%, una de las más bajas de las más bajas de la Unión Europea.
Ello no ha impedido que el Ministerio de Trabajo y los sindicatos aprovechen esta 'Pequeña Dimisión' para recetar subidas de sueldos a los sectores con mayores problemas para disponer de mano de obra, señalando directamente al turismo y la hostelería.
Sólo un 5% de las vacantes corresponden a la hostelería
Pero lo cierto es que aunque las cifras de vacantes siguen aumentando y han alcanzado su máximo histórico en el primer trimestre del año, tal y como refleja la última Encuesta de Costes Laborales, sólo un 5% corresponden a este sector.
La mayor parte, el 41%, se concentran en actividades vinculadas al sector público, en gran parte por la generosa oferta de empleo público aprobada por el Gobierno para 2022.
La última "Encuesta a las empresas españolas sobre la evolución de su actividad publicada" publicada por el Banco de España arroja más luz acerca de si este diagnóstico es acertado o no.
En un momento en el que los costes energéticos y las incertidumbres políticas suponen el principal lastre de su actividad para el mayor número de empresas, un 28% de ellas señalan también los problemas para encontrar trabajadores.
Una cifra que ha escalado apenas una décima más que en el trimestre anterior, pero que casi triplica el porcentaje anotado en el mismo periodo de 2021.
El salto se dio los tres útimos meses de 2021, impulsado por sectores como la hostelería, la construcción y la agricultura. En este punto, la evolución parece respaldar el diagnóstico presentado por el Gobierno y los sindicatos.
Pero, a diferencia de ellos, el Banco de España no lo vincula con los salarios, sino con la inmigración.
El impacto de la inmigración y los NextGen
Precisamente en marzo de este año, el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos publicó una nota en la que vinculaba la evolución decreciente de la llegada de trabajadores inmigrantes a España desde el arranque de la pandemia con este repunte de la preocupación por la falta de mano de obra.
Y su conclusión es que existe una "relación positiva entre la escasez de mano de obra declarada por los empresarios a finales de 2021 y el peso del empleo extranjero en cada sector antes de la pandemia".
"De hecho, son precisamente las ramas de hostelería, agricultura y construcción aquellas en las que los empresarios reportan una mayor percepción de escasez de trabajadores como factor limitante de su actividad en la actualidad", remarcaba el documento.
Pero el Banco de España identificaba otro factor que dispara estas "tensiones" en sectores asociados a un tipo de empleo muy diferente y más vinculado a la innovación y la modernización de la economía: el desembarco de los fondos Next Generation.
La falta de mano de obra cualificada para impulsar programas muy vinculados con la tecnología penaliza a las empresas. Además, como las "actuaciones prioritarias" de los fondos son muy similares entre países, la competencia con nuestros vecinos para captar el talento disponible se dispara.
Si tenemos en cuenta esta situación de partida, no sorprende que la evolución de la inflación y las declaraciones de Trabajo, que parece haberse olvidado del Pacto de Rentas propuesto por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hayan elevado la preocupación de las empresas sobre las presiones salariales que tendrán que afrontar en los próximos oce meses.
Esto no solo afecta a la hostelería o la construcción, sino a la informática y las comunicaciones o el transporte, por encima incluso de sectores por el Gobierno como la agricultura. Paradójicamente, la preocupación por el aumento de los costes laborales es más alta en las empresas que prestan servicios públicos (de no mercado), pese a que sus restricciones para contratar son relativamente menores.
Y sin embargo, pese a esta presión salarial creciente que cada vez son menos las empresas que barajan tomar medidas que contemplen rebajas salariales o reducciones de jornada.