Economía

Tierras raras: el arma más valiosa de Pekín

  • Más de una década después, Japón sigue importando más del 70% de sus tierras raras de China
  • China controla entre el 85 y el 90% de la capacidad mundial de refinado de tierras raras
  • Entre 1950 y 2018, China registró más de 25.000 patentes relacionadas con las tierras raras, más del doble que las registradas en EEUU
Xi Jinping, presidente de China
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El uso de las tierras raras como arma por parte de China se ha convertido en un punto álgido en las negociaciones comerciales entre EEUU y China. Estos materiales críticos son componentes vitales en los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas, la robótica industrial y los sistemas de defensa avanzados. En respuesta a los estrictos controles de exportación de tierras raras impuestos por China, EEUU ya redujo discretamente los controles de exportación de chips de inteligencia artificial e incluso suavizó las restricciones de visado para estudiantes chinos. Al mismo tiempo, EEUU se apresura a garantizar suministros alternativos. En julio pasado, el Departamento de Defensa anunció un paquete de inversión histórico de miles de millones de dólares para impulsar MP Materials, la empresa responsable del proyecto insignia de tierras raras de Washington. ¿Pero qué pasaría si, a pesar de enormes subvenciones y años de esfuerzo, EEUU siguiera sin poder escapar de su dependencia de las tierras raras chinas? Japón responde a esa pregunta.

En 2010, tras un enfrentamiento por las islas Senkaku, China cortó abruptamente las exportaciones de tierras raras a Japón. En respuesta, Tokio adoptó una serie de medidas estratégicas: invertir en Lynas Rare Earths, un productor australiano; impulsar la investigación y el desarrollo nacionales en materia de reciclaje y sustitución; forjar sus propias alianzas comerciales con fabricantes de imanes chinos; y crear reservas estratégicas para amortiguar futuras crisis de suministro. Más de una década después, Japón sigue importando más del 70% de sus tierras raras de China. El dominio de China en este sector no se construyó de la noche a la mañana, y no se erosionará fácilmente. Su fortaleza no radica en el acaparamiento de materias primas, sino en la capacidad industrial para refinar, procesar y producir a gran escala. En la actualidad, China controla entre el 85 y el 90% de la capacidad mundial de refinado de tierras raras. Es el único país con una cadena de suministro totalmente integrada verticalmente, desde la extracción minera hasta la separación química. La ventaja manufacturera de China le proporciona no solo liderazgo industrial, sino también ventaja tecnológica. Entre 1950 y 2018, China registró más de 25.000 patentes relacionadas con las tierras raras, más del doble que las registradas en EEUU. Décadas de práctica en la compleja química y metalurgia del procesamiento de tierras raras han dado lugar a una profunda experiencia que las empresas occidentales no pueden replicar.

Además, en 2023, el Gobierno chino tomó medidas para consolidar su liderazgo, imponiendo prohibiciones generales a la exportación de las tecnologías relacionadas con la extracción, la separación y la producción de imanes a partir de tierras raras. La laxitud de la normativa medioambiental china también ha dado a sus empresas una poderosa ventaja sobre sus competidores occidentales. En 2002, la mina de tierras raras Mountain Pass, en California, se vio obligada a detener sus operaciones de refinado tras un vertido de residuos. Por lo tanto, EEUU debe afrontar una incómoda verdad: es probable que el dominio de China en las tierras raras se mantenga en el futuro previsible. Las estrategias defensivas, como la diversificación de la cadena de suministro, pueden abordar algunas vulnerabilidades, pero la verdadera resiliencia exige una estrategia ofensiva que refuerce la influencia estadounidense. Trump todavía tiene muchas cartas valiosas. Mientras mantenga el control sobre tecnologías o infraestructuras de las que China no puede prescindir -ya sean chips avanzados, modelos de IA de vanguardia o el acceso al sistema financiero basado en el dólar-, China tendrá un fuerte incentivo para mantener el flujo de tierras raras. Sin embargo, durante años, EEUU sigue el camino contrario: desacoplar y restringir gradualmente los flujos de tecnología clave hacia China. Al mismo tiempo, los controles de exportación de Estados Unidos han impulsado los esfuerzos de China por crear alternativas autóctonas, lo que ha acelerado eficazmente el auge de empresas nacionales líderes como Huawei. Lejos de reforzar la influencia de Washington, la política estadounidense la está erosionando progresivamente.

Si eres Nvidia, perder el acceso al mercado chino no solo significa perder miles de millones en ingresos. Significa perder influencia sobre el ecosistema de IA más importante fuera de EEUU. Los recientes cambios en las políticas sugieren que esta idea está empezando a cuajar. La decisión de la administración Trump de relajar las restricciones a la venta de chips H20 de Nvidia a China supone un alejamiento de las prohibiciones generales y un acercamiento a un compromiso más calibrado. Aunque parezca contradictorio, este compromiso puede ser una forma más inteligente de reducir el riesgo. Cuanto más dependa China de la tecnología estadounidense, más se entrelazarán las cadenas de suministro de ambas partes y más difícil será para China utilizar sus propios activos estratégicos, incluidas las tierras raras, como arma.

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