Economía

EEUU lanza la alerta: la inteligencia artificial está dejando sin trabajo a sus jóvenes mejor preparados

Foto: Dreamstime

El mercado laboral estadounidense está asistiendo a un fenómeno inédito: por primera vez desde que hay registros, el desempleo entre los jóvenes recién graduados supera la tasa general de paro para el conjunto de la población. Una tendencia que para la que se buscan todo tipo de explicaciones, pero que apunta al impacto de la implantación de la inteligencia artificial generativa, que sustituye tareas que antes asumían los trabajadores novatos. De hecho, titulaciones tecnológicas relacionadas con las nuevas tecnologías, como las de programación e ingeniería informática, están entre las que mayor porcentaje de desempleo registran entre sus nuevos graduados.

Pero la situación va más allá del mercado laboral y podría tener consecuencias financieras: en 2024, la deuda en créditos estudiantiles alcanzaba los 1,6 billones de dólares, que 42,7 millones de personas tienen pendiente de devolver.

Un reciente análisis publicado a principios de mes por la Reserva Federal de Nueva York detecta que la tasa de desempleo de los recién titulados (jóvenes entre 22 y 27 años) se situó en una media del 5,3% en el segundo trimestre del año, una tasa que supera con creces la que había antes de la pandemia (3,8%). Pero en el mismo periodo, el porcentaje para el conjunto de los estadounidenses quedó en el 4%. La brecha es inédita en la serie histórica que recoge la institución: hasta la pandemia solo ocurrió una vez, en verano de 2019 y de manera puntual. Tras la crisis sanitaria, se ha revelado como algo mucho más persistente y preocupante.

Como en todos los países del mundo, en Estados Unidos el paro juvenil es más elevado que el general. Los jóvenes en esa misma franja de edad registraron un desempleo del 7,2%. Sin embargo, los mejor formados tenían muchas más oportunidades laborales. Históricamente, la diferencia entre ambas tasas de paro ha oscilado entre los 5 puntos porcentuales previos a la crisis financiera de 2008 y los 8 que llegaron a alcanzarse en lo más crudo de la Gran Recesión.

Sin embargo, esta diferencia se ha recortado a menos de dos puntos en los últimos años, mientras la distancia con la del resto de graduados (incluyendo aquí a todos los trabajadores con una titulación superior, con independencia de su edad) se ha incrementado. Estos últimos registran una tasa de paro del 2,8%, en niveles similares a los que había antes de la pandemia.

En una economía con una tasa de paro tan baja como la estadounidense, estos datos han disparado las alarmas porque son síntoma de un desajuste entre la oferta de nuevos trabajadores cualificados y las demandas del mercado, lo que estaría frustrando la entrada de estos nuevos profesionales. Aunque ha habido momentos en los que el paro de estos jóvenes titulados ha sido mucho más elevado, un desequilibrio tan prolongado es algo inédito.

Aunque el desempleo se ha incrementado en Estados Unidos en un contexto de incertidumbre global, lo más llamativo es que esta tendencia no ha elevado la sobrecualificación, es decir, el porcentaje de personas que trabajan en puestos que requieren una titulación inferior. Afecta al 41,1% de los nuevos titulados y al 31% del total, pero estos porcentajes son similares a los que había antes de la pandemia.

Esto apunta en una dirección: el empleo de los titulados no se dirige a puestos de menor cualificación, sino a la cola del paro. Es decir, se consideran innecesarios. Otro indicio de que la oferta formativa se ha quedado desfasada.

Tradicionalmente, se considera que la falta de empleo de los titulados se debe a que eligen titulaciones 'vocacionales' desconectadas de los avances tecnológicos que influyen en el mercado laboral. Pero los datos de Estados Unidos arrojan una sorpresa. Aunque la titulación que mayor tasa de paro registra es Antropología (9,4%, con una sobrecualificación del 55%), la segunda y la tercera son Física (7,8%) e Ingeniería Informática (7,5%). Ambas tienen una tasa de sobrecualificación por debajo de la media, 35% y 17,9% respectivamente, lo que también apunta a que esas personas no se ven arrastrados a empleos peores, sino al desempleo.

Es llamativo que ambas titulaciones, y otras similares, se encuentren en los puestos más elevados de desempleo, ya que se consideran clave en el desarrollo de la tecnología digital. Además, esto ocurre en un contexto de enfriamiento de la demanda de talento tecnológico que coincide con la irrupción de la IA generativa a finales de 2023.

Un impacto en la deuda

La mayoría de los análisis de este fenómeno apuntan en esa dirección: hay una correlación entre la caída de la demanda de talento tecnológico, la merma del empleo de los titulados y la implantación de la inteligencia artificial. La tesis de fondo es que las empresas utilizan esta tecnología para automatizar tareas que antes realizaban los nuevos trabajadores o contratados en prácticas. En el caso del desarrollo de software, por ejemplo, aquellas funciones más básicas y repetitivas que les servían para adquirir experiencia. Lo que lleva a la paradoja de que los nuevos trabajadores no pueden adquirir, a través de la práctica, las competencias clave en su desarrollo profesional, lo que merma su empleabilidad.

Esto ha hecho a los analistas a elevar la voz de alarma. Aunque el impacto de la IA en el empleo y por sectores sigue sin quedar claro, apunta a que, si bien no está destruyendo puestos de trabajo, tampoco los está creando, ni siquiera en las actividades precisamente destinadas a desarrollarla.

El temor a que el empleo juvenil cualificado sea el que peor se comporta también supone un riesgo financiero por el elevado coste de la educación en Estados Unidos, que lleva a millones de estudiantes a endeudarse para completar sus estudios superiores, sobre todo en las profesiones que consideran más demandadas o con más salidas, que, según los datos de la Fed de Nueva York, no lo son.

Hablamos de una cuantía de créditos y de deudores que en los últimos 17 años ha pasado de 16.000 millones de dólares prestados a 28,7 millones de personas, a 1,6 billones a 42,7 millones de trabajadores. Casi 50 millones de personas, un 15% de la población del país, deben dinero por sus estudios superiores.

Un problema especialmente agravado por los vaivenes políticos. Bajo la presidencia del demócrata Joe Biden, se intentó un ambicioso plan para reducir la deuda estudiantil que en la práctica llevó a que gran parte de esos pagos se condonaran. Pero su sucesor, Donald Trump, revirtió esa medida y ahora las entidades financieras, pero también estatales, se encuentran con que la tasa de impago se ha disparado. Algo que puede agravarse más en un contexto de repunte del desempleo en este colectivo.

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