
En la reunión informal que tuvieron los líderes europeos para trabajar la defensa común ayer había una duda latente que diferentes agencias recogieron: ¿cuándo abrirá Estados Unidos fuego contra la Unión Europea? Tras negociar in extremis con Canadá y México un aplazamiento de los aranceles a cambio de militarizar la frontera, Estados Unidos se prepara para una guerra comercial contra China que sacudirá el comercio internacional.
En ese contexto geoeconómico y con la invasión en Ucrania rodeada de incertidumbre, la UE debe decidir qué hacer con las principales debilidades que afronta: su productividad, su seguridad estratégica en ciertas materias primas, su defensa militar, su dependencia frente a China y Estados Unidos, y su falta de progreso tecnológico. Y todo esto mientras trata de buscar su encaje en el mundo frente a potencias cada vez más agresivas en sus postulados.
La brújula europea ante EEUU y China
Hace unas semanas, la Comisión Europea presentó un extenso plan que sintetizaba los postulados planteados por los informes Letta y Draghi publicados el año pasado. Este plan, que Bruselas denominó la "brújula europea de la competitividad", plantea una miríada de reformas que impulsen el crecimiento: desde reducir la burocracia hasta impulsar el mercado único en áreas como la computación cuántica, el espacio o la inteligencia artificial.
La estrategia de la Comisión plantea aprobar un paquete legislativo y financiero entre este año y el que viene para cimentar estas transformaciones. La decisión, en última instancia, depende de los gobiernos nacionales, que pueden tumbar las propuestas. Pero lo importante es analizar la filosofía detrás de la nueva doctrina: fortalecer Europa.
Hay dos riesgos importantes que plantean sendas preguntas: ¿quién pagará dichas reformas? y ¿cómo puede ejecutar su hoja de ruta sin irritar a Trump? A la primera ha tratado de encontrar una respuesta un análisis del European Council on Foreign Relations, que plantea que el siguiente presupuesto plurianual de la Unión Europea aumente su ambición y prepare a los estados miembros para invertir más en I+D.
Esta ampliación de la financiación propia de la Unión Europea se uniría a otras propuestas planteadas por la Comisión Europea como utilizar una reasignación de los fondos NextGenerationEU, creados para rescatar a los países durante la pandemia, para que inviertan a través del programa InvestEU en áreas estratégicas.
Otra fuente de financiación, particularmente para la defensa europea, provendría del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Los países han solicitado por carta que la dirección del BEI evalúe incrementar los préstamos en materia de defensa. La misiva es una formalidad porque son los propios estados europeos los dueños del banco. No obstante, da cuenta de hacia dónde quiere ir la estrategia europea.
Cómo evitar los aranceles de Trump
Varias de las claves de la estrategia europea suponen un desafío para el nuevo inquilino de la Casa Blanca y sus aliados. Construir mercados europeos en los que empresas emergentes y viejos socios industriales puedan escalar en gigantes continentales implica un claro desafío para la supremacía estadounidense en áreas como las finanzas o la tecnología.
Si la Unión Europea siguiera un giro proteccionista de sus áreas estratégicas mientras en paralelo busca nuevos socios comerciales, Donald Trump podría desafiar con una guerra arancelaria para negociar con Europa más compras de productos estadounidenses. Sin embargo, una trifulca comercial con el viejo aliado podría salir más caro a Estados Unidos que a Europa a tenor del superávit comercial que mantiene el Viejo Continente con el otro lado del Atlántico.
El Instituto Bruegel considera que no hay una contradicción necesaria entre abordar los problemas estructurales y responder a Trump. Las respuestas urgentes que demandarán las políticas del presidente estadounidense son compatibles con reformas a largo plazo, como las que necesita la Unión. Sin embargo, esto no es una garantía para que la UE evite el conflicto comercial ante futuros presidentes estadounidenses.
Calmar a Trump para evitar una guerra arancelaria podría pasar por aumentar las compras de hidrocarburos (particularmente, gas licuado) y aflojar las restricciones a los productos agrícolas estadounidenses. Pero en todo caso sería una medida provisional: el avance de la energía nuclear y la renovable reducirán el consumo de petróleo y gas, y la creciente electrificación del parque automovilístico reducirá el consumo de gasolina.
La Unión Europea quiere vincular la transición ecológica a la competitividad en su estrategia europea en una tendencia de fondo que incluso potencias como China o la India también están siguiendo con inversiones renovables cada vez más ambiciosas. Detrás de estas inversiones se encuentra la necesidad de diversificar suministros energéticos para que no se repita la dependencia de Europa ante el gas ruso.
La Unión Militar Europea
Uno de los aspectos que la primera presidencia de Trump puso sobre la mesa —aunque en menor medida ya Barack Obama dejó caer— es la necesidad de incrementar el gasto militar para satisfacer los objetivos de la OTAN. Trump planteó recientemente que los miembros de la alianza atlántica llegaran hasta el 5% del PIB (listón que ni Estados Unidos cumple). La mayoría del bloque ha rechazado la idea, embarcada todavía en asegurar las inversiones actuales, nivel que se ha disparado en algunos estados desde el comienzo de la invasión de Ucrania hace tres años.
El presupuesto conjunto de la Unión Europea se ha duplicado en los últimos 10 años, hasta alcanzar los 326.000 millones de euros en 2024. Esta cifra rivaliza con la inversión militar de China, segunda potencia bélica del planeta. ¿El problema? El gasto está atomizado entre los diferentes ejércitos europeos, con pocas inversiones comunitarias. El presupuesto actual incluye una partida del marco financiero europeo de casi 9.000 millones de euros, que se ha destinado fundamentalmente a la ayuda ucraniana.
Si estos cimientos se integraran en un mercado único (o incluso en un ejército europeo conjunto), como plantea la Unión Europea en su nueva estrategia, se generarían sinergias suficientes para crear gigantes militares europeos que suplieran de suministros militares a Europa. Compañías como Airbus, Thales o Dassault podrían capilarizar la economía europea. El perdedor sería Estados Unidos, principal fabricante de armas del planeta, que se vería desplazado en la producción continental. Situación que previsiblemente no agradará al inquilino de la Casa Blanca.
El principal riesgo es la fragmentación política
El dilema que se le abre a los dirigentes europeos es el siguiente: ¿están dispuestos a acometer la estrategia europea con todas sus consecuencias? El nuevo mandato estadounidense se ha percibido con una mezcolanza de sentimientos. Líderes como Giorgia Meloni (Italia) o Viktor Orban (Hungría) son férreos aliados de Donald Trump, mientras que otros países como Francia o Alemania se encuentran sumidos en el bloqueo político y elecciones a la vuelta.
Parte de esta fragmentación se debe al modelo que ha imperado en la Unión Europea y que sintetizó Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en la presentación de la brújula europea: "En los últimos veinte o veinticinco años, nuestro modelo de negocio se ha basado básicamente en la mano de obra barata de China, la supuesta energía barata de Rusia y una externalización parcial de las inversiones en seguridad", dijo en unas declaraciones recogidas por la Agencia EFE. ¿Querrá la Unión Europea y sus líderes romper esa tendencia?