
El Gobierno del milagro económico portugués ha agotado su tiempo. Las tensiones en el Ejecutivo de coalición -formado por socialistas y extrema izquierda- han terminado por estallar esta semana. Los socios del primer ministro, António Costa, han tumbado unos Presupuestos fundamentales en plena senda de recuperación tras la crisis del coronavirus, a pesar de los intentos del propio Costa para evitar este desenlace.
Con el propio Costa sin intenciones de dimitir, el Gobierno de Portugal llamó al orden reclamando que tiene "plenas funciones" para seguir tomando medidas hasta que el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, confirme el previsible adelanto de las elecciones parlamentarias. Y esa decisión no se tomará antes del 3 de Noviembre, fecha en la que está prevista una reunión del Consejo de Estado portugués. El comienzo de 2022 estará marcado por los comicios en Portugal tras esta crisis del socialismo.
Ante la negativa a los Presupuestos, al Ejecutivo de Costa le quedan disponibles dos meses de maniobra en la Hacienda Pública, con las cuentas del Estado de 2021 aprobadas. Para un esperado comienzo del año 2022 sin Gobierno, Costa tan sólo contaría con una doceava parte del presupuesto correspondiente a 2021.
El actual primer ministro portugués, António Costa, afirma que se mantendrá en la carrera política por la presidencia. No obstante, ante este batacazo, los sondeos dejan al primer ministro con una victoria sin la mayoría absoluta al Partido Socialista de Portugal (PS). En este escenario, la derecha podría ser la gran beneficiada.
El primer ministro quiere "una mayoría reforzada", lo que pasaría por aumentar los 108 diputados actuales y alcanzar incluso los 116 que le otorgarían la mayoría absoluta. En la legislatura actual, el PS se venía apoyando en los 19 del BE y en los diez del PCP, frente a una oposición que no podía ofrecer ningún tipo de alternativa política.
Las encuestas publicadas en los últimos meses por los medios portugueses, sin embargo, sitúan al PS en una horquilla de intención de voto similar a la de 2019, cuando logró el 39 por ciento de los sufragios. El último ensayo tangible, las elecciones locales de septiembre, mantuvieron a los socialistas ligeramente por debajo de este porcentaje, aunque dejaron algunos síntomas de desgaste como la pérdida de la alcaldía de Lisboa, que el propio Costa ejerció de 2007 y 2015.
Milagro en el país de moda
Es el país de moda. Tanto inversores como turistas han puesto el ojo en Portugal en los últimos años. Antes de la llegada de la crisis del coronavirus, el país contaba con un crecimiento en línea con los países de la zona euro, en el 1,9% interanual para el último año antes de la crisis de la pandemia y una tasa de paro de la más bajas del entorno, en 6,3%, Con esos datos se ganó el respeto de sus socios internacionales.
No es de extrañar que el Gobierno que ha hecho posible este milagro económico repitiera tras los comicios del 6 de octubre de 2019. El primer ministro Antonio Costa, líder del Partido Socialista de Portugal (PS) ganó las elecciones legislativas y reeditó el pacto de izquierdas de los últimos años, ahora roto y en la cuerda floja.
En 2018 las exportaciones en Portugal crecieron un 5,34% respecto al año anterior, representando estas ventas al exterior el 28,75% de su PIB -la mayoría de ellas tienen como destino en primer lugar a España, Francia y Alemania, que suponen el 26,03, 13,01 y 11,78% del total, respectivamente-. Es decir, por esta vía se genera casi un tercio de la riqueza del país. Al tiempo, las importaciones de Portugal crecieron un 7,67% respecto al año anterior.
Hasta el segundo trimestre de 2019, el saldo arrojado por la oficina estadística del país daba cuenta de un superávit testimonial del 0,2%. Pero la evolución del desfase entre ingresos y gastos del conjunto del sector público del país vecino supone, incluso, un espejo donde mirarse para el Gobierno de España ya que el cómputo a cierre del pasado año, con un déficit del 0,5%, es resultado de un conjunto de medidas adoptadas desde el destrozo del tejido productivo provocado por la crisis de 2008.
Precisamente tras la crisis financiera, Portugal tuvo que ajustarse a las medidas de la Comisión Europea (CE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) para solicitar y recibir un rescate europeo de 78.000 millones de euros. Empezó la época de la austeridad previa a la expansión económica. Entre 2011 y 2013, el Partido Socialdemócrata (PSD) logró ahorra 7 puntos del PIB en gastos y mejorar la recaudación en más del 3%.
El déficit fiscal pasó desde el 11% del PIB en 2010 hasta el 0,5% de 2018, mientras que el balance primario -sin contar los intereses de la deuda- será el más alto desde 1992. Esta mejora en el desequilibrio en las cuentas públicas ha permitido que la deuda pública pase desde el 133 del PIB hasta el 124%, según los últimos datos de Eurostat, la oficina de estadísticas perteneciente a la Comisión Europea.
Atracción de inversores
En 2009, el gobierno portugués, con la intención de captar inversión extranjera y atraer hacia el país profesionales cualificados, pensionistas extranjeros e individuos con altos patrimonios, creó el Régimen de los Residentes no Habituales.
Para beneficiarse de este tratamiento privilegiado, el ciudadano extranjero debe acreditar que no ha sido residente fiscal en Portugal en los últimos 5 años y adquirir la residencia tributaria en Portugal. La regla general portuguesa es que pueden adquirir la residencia fiscal quienes residen en el país más de 183 días al año o, con un plazo menor de tiempo, disponen todo el año de una vivienda que sirva a Hacienda presumir la intención de conservarla y ocuparla como residencia habitual.