La economía en los países desarrollados se ha caracterizado en las últimas décadas por presentar una inflación estable o decreciente, tipos de interés a la baja y unos salarios relativamente estancados. Esta 'moderación' económica es producto de una serie de factores (globalización, demografía...) que podrían estar comenzando a revertirse, dando un vuelco a esas tendencias que han predominado desde finales de los 80 hasta la actualidad. La gran reversión demográfica que afrontan ya mismo los países desarrollados podría desembocar en una economía totalmente diferente: una inflación elevada, salarios ganando terreno a las rentas del capital, unos tipos de interés altos y una reducción de la desigualdad dentro de los países: vamos, poner al mundo del revés.
Olli Rehn: "Ya sean correctos o incorrectos (las predicciones de Goodhar y Pradhan), estos argumentos deberían impulsar una reflexión muy necesaria sobre los supuestos que hoy son ampliamente aceptados"
Este es el mundo que describen los economistas Charles Goodhar y Manoj Pradhan, en su libro 'La Gran Reversión Demográfica, sociedades que envejecen, una desigualdad menguante y el resurgir de la inflación'. Estos expertos ya publicaron un estudio como investigadores del Banco Internacional de Pagos en 2018 en el que daban las primeras pinceladas sobre el cambio de tendencia al que nos acercábamos. Ahora, en su nuevo libro, profundizan en cada tendencia y en cada detalle de este nuevo escenario económico que empezará a ganar fuerza, según ellos, desde ya mismo, con la jubilación de la generación del baby boom (nacidos entre los 50 y 60).
"No estamos preparados para un aumento de la inflación y los salarios"
"Muchas de nuestras conclusiones son controvertidas. Ni los mercados financieros ni las autoridades están preparados para un aumento significativo de la inflación y los salarios, o un aumento de los tipos de interés nominales. Nuestras otras predicciones son más benignas: la productividad aumentará y la mano de obra obtendrá una mayor parte de la producción nacional (el peso del PIB dentro de los salarios), reduciendo la desigualdad que ha provocado tanta agitación social y política. Independientemente de si tenemos razón o no, los efectos de la 'Gran Reversión Demográfica' serán generalizados en las finanzas, la atención médica, los sistemas de pensiones y las políticas monetarias y fiscales", sostienen estos economistas en su nuevo libro.
Las críticas a estos autores y su teoría han sido muchas. Aunque la reversión de las tendencias podría parecer lógica, la mayor parte de los críticos argumentan que la tecnología lo amortiguará todo (inflación, subida de salarios...). También hay opiniones más reflexivas y circunspectas como la de Olli Rehn, gobernador del Banco Central de Finlandia, que apunta en una reseña de este libro que "ya sean correctos o incorrectos (las predicciones de Goodhar y Pradhan) , estos argumentos deberían impulsar una reflexión muy necesaria sobre los supuestos que hoy son ampliamente aceptados". La cuestión es explicar lo siguiente: ¿cómo y por qué se van a producir todos estos cambios?
Lo que hemos vivido hasta ahora
De una forma sencilla, Goodhar y Pradhan explican que durante años hemos disfrutado de una fuerza laboral creciente y abundante que ha permitido que la economía crezca sin generar tensiones inflacionistas (muchas personas produciendo y pocas dependientes). Las personas en edad de trabajar producen más de lo que consumen (presionan a la baja la inflación), mientras que los niños o los ancianos consumen más de lo que producen (presionan al alza la inflación).
Hasta ahora, la vasta generación del baby boom había ensanchado la fuerza laboral y la capacidad de producción, junto a la entrada de China (punto fundamental) y Europa del Este en el sistema añadiendo cientos de millones de trabajadores (baratos) a las cadenas globales de suministro. A todo ello se puede sumar la rápida integración de la mujer en el mercado laboral, que incrementó otro poco más la cantidad de factor trabajo. Se produjo una combinación inigualable, una generación muy amplia (baby boom) que iba a tener pocos hijos (personas dependientes) y una vida larga y de calidad. A medida que esta generación iba envejeciendo y avanzando en la escala salarial, el ahorro (respecto a la inversión) iba ganando fuerza, lastrando, junto a otros factores, el tipo de interés natural real.
"La irrupción de China como superpotencia económica ha sido la narrativa dominante de las últimas tres décadas. El ascenso de China como principal característica de la globalización, junto con un punto óptimo beneficioso en la demografía, impulsó la producción hacia arriba y la inflación hacia abajo en las economías avanzadas.", sostienen los economistas.
Los ganadores de esta etapa han sido los que tienen capital (dueños de las grandes empresas que han podido aprovechar una mano de obra abundante y relativamente barata), los perfiles más formados en los países avanzados y los trabajadores en China y Europa del Este, que han dejado ser pobres para formar parte de la clase media mundial. Los perdedores son la clase media y baja de los países desarrollados.
Goodhar y Pradhan señalan que la relación entre el salario medio de un trabajador estadounidense y un trabajador chino o el de un trabajador francés y uno polaco se ha reducido considerablemente desde entonces. De este modo se ha logrado reducir la desigualdad de la renta a nivel global (millones de chinos, polacos... han mejorado), pero a la vez se ha incrementado la desigualdad dentro de los propios países y, especialmente, en los desarrollados. Los trabajos que se iban a China empeoraban la situación de muchas personas en Europa y EEUU, que perdían unos empleos bien remunerados para acabar en el paro o en el sector servicios, donde los salarios y la productividad es muy inferior (respecto a la industria).
"Pero ahora estas tendencias se están revirtiendo... además, el mayor empujó de China al crecimiento mundial ya ha quedado atrás. Su población en edad de trabajar se está reduciendo también, mientras que las filas de ancianos aumentan", explican los autores en su libro.

La tasa de dependencia se va a disparar en todos los países desarrollados. Fuente: La Gran Reversión Demográfica
Ahora la tendencia sufre una reversión clara: la jubilación y, por ende, abandono de la fuerza laboral de estas generaciones, junto a un mayor proteccionismo, amenazan con generar presiones inflacionistas, reducir el exceso de ahorro global y empujar al alza los tipos de interés nominales, cuanto menos. "La gran reversión demográfica y el retroceso de la globalización traerán de vuelta presiones inflacionistas más fuertes. Unas tasas de dependencia más altas aumenta aumentan de forma natural la inflación". Una menor cantidad de mano de obra nacional y en el extranjero restaurará el poder de negociación de la mano de obra, lo que supondrá que los salarios volverán a crecer con fuerza, mientras que los beneficios perderán peso en la 'tarta' que componen las rentas.
Más déficits fiscales y gasto en sanidad
"Además es probable que las empresas tengan que incrementar su inversión para mantener bajo control los costes laborales unitarios (y cubrir la escasez de trabajadores)... También, dudamos de que los políticos que se enfrentan al aumento de los costes en sanidad y las pensiones, estén preparados o sean capaces de aumentar los impuestos lo suficiente para equilibrar la economía a través de la política fiscal", explican estos expertos. Unos déficits fiscales al alza y una mayor inversión de las empresas para compensar la caída de la fuerza laboral podrían incrementar los tipos de interés (la inversión deseada aumenta respecto al ahorro).
El envejecimiento de la población va a venir de la mano con un fuerte incremento del gasto en sanidad y pensiones. Pese a que el consenso de las recomendaciones pone el foco en los 'recortes' de las pensiones para mantener la equidad entre generaciones, los jubilados van a ser cada vez más por lo que resulta difícil ver a ningún gobierno tomando medidas contundentes si quieren ganar las próximas elecciones.
Una fuerza laboral más pequeña y una globalización de capa caída reducirán el crecimiento económico potencial a la par que impulsarán los salarios, la inflación y los tipos de interés nominales. "Nuestra mayor convicción es que el mundo cambiara de un sesgo deflacionario a uno en el que haya un sesgo inflacionario importante. ¿Por qué? En pocas palabras, las mejoras en la tasa de dependencia son deflacionarias, puesto que los trabajadores producen más de lo que consumen, mientras que los dependientes (niños y jubilados) consumen pero no producen. El fuerte empeoramiento de las tasas de dependencia en todo el mundo significa que los dependientes que consumen pero no producen superarán a los trabajadores 'deflacionarios'. El resultado inevitable será la inflación".

Las personas incrementan su consumo a lo largo del ciclo de la vida pese a que dejan de generar rentas al final. Fuente: La Gran Reversión Demográfica
"Con la fuerza de trabajo a la baja, el poder de negociación aumentará junto a los salarios reales, de modo que la participación relativa del trabajo en la renta comenzará a recuperar terreno. Esto tendrá efectos beneficiosos sobre la desigualdad dentro de los países, pero será inflacionario a medida que aumenten los costes laborales unitarios", escriben los economistas en su libro. Los costes laborales unitarios (CLU) son el indicador que relaciona la remuneración del asalariado con la productividad. Si los CLU aumentan, quiere decir que los salarios crecen más deprisa que la productividad, por lo que aumenta el peso de los salarios en la renta a la par que cae el peso de los beneficios.
Por último, los tipos de interés reales ajustados a la inflación, particularmente en el extremo más largo de la curva de rendimientos, pueden aumentar ante el incremento de la inversión esperada respecto al ahorro. Las personas más mayores podrían verse obligadas a reducir su nivel de ahorro (tendrán que pagar su cuidado a medida que vayan perdiendo capacidades). "Hay (al menos) dos razones para creer que la inversión seguirá siendo más dinámica de lo que muchos creen. Primero, la demanda de vivienda se mantendrá relativamente estable mientras que las personas mayores permanezcan en sus casas y los nuevos hogares generen demanda de vivienda de nueva construcción. En segundo lugar, es probable que el sector empresarial invierta en capital (maquinaria y tecnología) para incrementar la relación capital-trabajo con el objetivo de impulsar la productividad. En términos netos, creemos que es probable que el ahorro caíga más que la inversión".
"La tesis principal de este libro es que la gran reversión demográfica elevará en breve la inflación y los tipos de interés. Con unos niveles de deuda pública altos y las presiones demográficas cada vez más intensas, es posible que las metas y objetivos de los ministros y los bancos centrales pronto dejen de estar cómodamente alineados y entren en conflicto... La implicación de esto es que cuando las tipos de interés suban, esto tendrá un efecto aún más rápido en el aumento de la carga de intereses que deberán pagar los Tesoros de los países. De modo que la independencia de los bancos centrales se verá amenazada aún más en el futuro de lo que está siendo actualmente", sentencian los expertos.