
El escenario idóneo sería haber llegado a esta crisis con un nivel de deuda pública sobre PIB mucho más bajo, como ha sido el caso de Alemania, Suecia o Países Bajos, con unos ratios inferiores al 60%, frente al 95% de España. Pero ya no hay vuelta atrás. La deuda pública de nuestro país está a punto de alcanzar el 100% del PIB y podría rozar el 130% entre este año y 2021, según las previsiones más pesimistas de la OCDE. Ahora, la cuestión principal es evitar que esa 'montaña' de deuda pública ahogue la cuentas públicas a través un aumento de los gastos financieros (pago por intereses de esa deuda). El crecimiento económico, controlar los futuros déficits (algo que parece complejo) y, sobre todo, la intervención del Banco Central Europeo serán fundamentales para evitar que genere un agujero mayor en las cuentas anuales del Gobierno.
Pese a que España llevaba registrando tasas de crecimiento del PIB desde 2014, la deuda pública apenas se ha reducido. Las cuentas públicas no han alcanzado el equilibrio ni de lejos ningún año, el déficit del 2,5% del PIB de 2018 es el valor más cercano al equilibrio en todos estos ejercicios, mientras que el crecimiento nominal no ha sido suficiente para reducir de forma notable la deuda sobre PIB, que cerró en 2019 en el 95%, pero en los primeros cuatro meses de este año ya está a punto de recuperar la cota del 100%.
Sin embargo, la intervención sin precedentes del Banco Central Europeo (BCE) llevando los tipos de interés a territorio negativo y comprando billones de euros en deuda pública ha permitido que esa deuda no asfixie a los países del sur de Europa. El dinero que gasta España en el pago por intereses respecto al PIB lleva cayendo desde 2013 aunque la deuda se ha incrementado desde entonces.
Esto permite que la parte del Presupuesto que se dedica al capítulo de 'gastos financieros' sea manejable. No obstante, el menor pago por intereses respecto al PIB se produjo entre los años 2005 y 2008, cuando el pago no superaba el 1,6% del PIB frente al 2,3-2,4% de la actualidad. Por aquel entonces, la deuda pública llegó a caer incluso por debajo del 40%.
Ahora la situación es bien diferente en lo que se refiere al stock total de deuda. El propio BCE mostraba en su boletín mensual que el déficit público este año podría superar el 10% del PIB, siendo el segundo más elevado de la zona euro tras Italia. Mientras que en 2021 el desequilibrio rozará el 7% del PIB, el más alto de todos los países del euro. La caída del PIB en 2020 junto al incremento de la deuda pública hacen vitales las políticas del BCE para evitar que se convierta en una carga mayor justo cuando más relevancia cobra el gasto público para contrarrestar la crisis.
Cuatro elementos que determinan la sostenibilidad
Desde CaixaBank Research explican en su boletín mensual que la sostenibilidad de la deuda pública depende de cuatro elementos: el nivel de deuda del que se parte, el saldo fiscal (superávit o déficit), los intereses a pagar por la deuda y el crecimiento de la economía". En principio, todo jugaría en contra de España salvo los intereses: el nivel de partida de la deuda es muy elevado, el saldo fiscal presenta uno de los mayores déficits estructurales de la zona euro, mientras que la economía se encuentra en recesión. Solo los tipos de interés suponen un 'viento de cola' para la sostenibilidad de la deuda, pero menudo 'viento de cola'.
"Una de las relaciones clave entre estos cuatro factores es la que se establece entre el crecimiento y el tipo de interés. Partiendo de un nivel de deuda inicial, el crecimiento del PIB reduce la carga que representa la deuda sobre el total de recursos de la economía, mientras que los intereses elevan la suma total a repagar: así, cuanto mayor sea el crecimiento económico respecto al tipo de interés, más fácil será reducir la carga de la deuda. En este sentido, la política monetaria del BCE ha anclado un entorno de tipos de interés lo suficientemente bajos como para que no comprometan la sostenibilidad de la deuda", comentan los analistas del banco catalán.
Desde Jefferies calculan que la deuda pública española podría moverse cerca del 120% del PIB entre este año y 2021. En un escenario en el que el tipo medio que paga el Gobierno por la deuda viva se mantuviera al mismo nivel de los últimos dos años (alrededor del 2,4%), la factura en el capítulo de gastos financieros podría subir en unos 6.000 millones de euros hasta los 34.000 o 35.000 millones de euros anuales. "Sin embargo, una forma alternativa de lidiar con unos niveles de deuda más altos es reducir los costes de endeudamiento. Según nuestras estimaciones, si el objetivo de la política monetaria fuera mantener sin cambios los pagos de intereses de la deuda pública como porcentaje del PIB (evitando así la necesidad de austeridad fiscal en el futuro), entonces sería necesario ver que los costes efectivos de endeudamiento de los gobiernos de la zona euro caigan entre 0,2 y 0,4 puntos porcentuales, dependiendo de la posición inicial de cada país".
En estas estimaciones, el interés medio que paga España por su deuda viva debería caer ligeramente por debajo del 2% (en 41 puntos básicos) para que Gobierno pueda seguir pagando la misma cantidad por la deuda pese al aumento total de la misma.
Para que la deuda pública española siga siendo sostenible "no solo será importante que el BCE mantenga un entorno de tipos bajos, sino que el covid-19 no genere un daño persistente en el crecimiento económico. En otras palabras, es vital una respuesta de política económica contundente y coordinada que permita una rápida recuperación de la economía y, en consecuencia, un crecimiento de la actividad netamente superior a la de los intereses".
No existe mejor medicina para reducir la deuda pública que el crecimiento económico. Un buen ejemplo de ello es Irlanda, que llegó que tener un ratio de deuda sobre PIB superior al 120% entre 2012 y 2013, pero tras años de un crecimiento económico espectacular (no sin polémica por las carencias que presenta la contabilidad del PIB) y cierta contención en el gasto público ha logrado reducir el peso de la deuda pública hasta el 58,9% del PIB en el último trimestre de 2019. Otra alternativa pasa por lograr una inflación muy elevada durante un periodo de tiempo, puesto que este ratio (deuda sobre PIB) se realiza con el PIB nominal (sin descontar la inflación), mientras que la deuda es una cantidad que no varía. Un fuerte crecimiento de los precios reduciría la carga real de la deuda pública, pero habría que lidiar con los clásicos costes para la economía que supone un inflación muy elevada. No obstante, a día de hoy ni el crecimiento real ni la inflación parecen ser los factores que vayan a ayudar a España a reducir su endeudamiento público.