La crisis del coronavirus está dejando un agujero notable en las finanzas públicas españolas. El desequilibrio generado entre ingresos y gastos ha llevado a la deuda pública a alcanzar niveles no vistos en dos años, tras ascender al 99,2% del PIB (con datos de PIB de 2019), frente al 95,5% con el que cerró el año pasado. En términos absolutos, la deuda pública ha aumentado en 10.500 millones de euros respecto a marzo hasta situarse en un máximo histórico de 1,234 billones de euros en términos absolutos.
La fuerte caída de la actividad a la que se enfrente España está generando una caída de los ingresos públicos a la vez que se están disparando los gastos ante la activación de los estabilizadores automáticos (prestaciones de paro, Ertes...) y del gasto discrecional para suavizar el golpe. No obstante, se prevé que la deuda siga avanzando durante el año.
Ya se podía anticipar que el dato no iba a ser bueno, puesto que en los cuatro primeros meses del año el déficit del Estado ascendió a 19.929 millones (casi 10.000 millones en abril), en términos de PIB equivale al 1,78%, lo que representa un drástico aumento de 1,16 puntos porcentuales respecto a abril de 2019. A esto había que sumarle el dato de las comunidades autónomas, la Seguridad Social y las entidades locales para tener el aumento de la deuda pública.
El dato publicado por el Banco de España muestra un incremento menor a 3.000 millones de la deuda de las CCAA en abril, hasta los 300.800 millones y de algo más de 1.000 millones de las entidades locales (ayuntamientos), hasta los 24.228 millones. Sin embargo, la Seguridad Social se ha mantenido en equilibrio en términos de deuda. A la suma de la deuda del Estado, CCAA, Seguridad Social y entidades locales hay que restarle una consolidación cercana a 4.000 millones por deuda pública en manos de otras administraciones.
Caída de ingresos y aumento de gastos
Según explicaban desde el Gobierno cuando se publicó el dato oficial de déficit del Estado (no incluye el resto de administraciones, solo la central), esta evolución se explicaba por una caída de los recursos del 6,7%, frente a un incremento de los gastos del 11,75%. "También influye la actualización de las entregas a cuenta y el anticipo de la mitad de la liquidación de 2018 que ha permitido transferir importantes recursos a las CCAA para hacer frente a la emergencia sanitaria".
Las operaciones del Estado de ese mes de abril se encuadran en un contexto económico y social extraordinario, situación que ya empezó a tener impacto a mediados del mes de marzo tras la declaración del estado de alarma. Las estimaciones sobre el déficit público con el que terminará España este 2020 son muchas, pero todo hace indicar que el desequilibrio anual de las cuentas públicas podría estar entre el 10 y el 15%, lo que unido a una caída del PIB (el denominador en la ecuación deuda/PIB) de entre el 9 y el 12% -según el Banco de España-, podría disparar la deuda pública hasta niveles que superen el 120% del PIB.
La última vez que superó el 100%
La deuda pública alcanzó el 100,9% en el primer trimestre de 2015, cuando España ya estaba recuperándose de la crisis de deuda soberana que asoló parte de Europa (entre 2010 y 2012) con un crecimiento sólido, pero la tasa de paro aún se encontraba por encima del 20% (tiene un coste en prestaciones y merma los ingresos por cotizaciones y otros impuestos). Ese año, el déficit público aún fue del 5,2% del PIB, lo llevó a que la deuda creciese levemente.
Desde entonces y pese al crecimiento de la economía nacional, la deuda se ha movido relativamente poco. Los déficits públicos registrados con todos los gobiernos y una inflación que lleva años controlada, impiden que la deuda pública sobre PIB (se usa el PIB nominal para este ratio) han caído de forma importante durante este último ciclo de crecimiento. El valor más bajo se registró en el cuarto trimestre de 2019 cuando cayó al 95,5%.
La nota positiva sobre todo este endeudamiento público es el reducido pago por intereses de la deuda, que a la postre es uno de los factores más relevantes para la sostenibilidad de la misma. El pago por intereses de la deuda se ha reducido desde el 3,5% del PIB en 2013 a poco más del 2% en 2019 y bajando. Mientras que el Banco Central Europeo siga apoyando a la deuda soberana con los vastos programas de compras de bonos en el mercado secundario, que están llevando los intereses que pagan todos los países por emitir deuda a mínimos históricos, la carga financiera de la deuda seguirá siendo reducida. La intervención del BCE ha llevado a una buena parte de los países europeos (Alemania o Países Bajos) a recibir intereses a su favor gracias a los tipos negativos que presenta una parte relevante de la curva de rendimientos de la deuda soberana de estos países.