
La primera economía ahorradora del mundo ha puesto en marcha la maquinaria para incrementar significativamente su influencia en el mundo aprovechando la crisis del coronavirus, la cual está sumiendo en un momento de extraordinaria debilidad a las democracias occidentales, especialmente las europeas.
En modo alguno China modifica sus planes de expansión global puestos en marcha hace más de una década, sino que acelera la toma de posiciones en lugares especialmente castigados, con un horizonte económico complejo y donde el consenso de la posguerra –ejemplificado en la acción de los organismos multilaterales– muestra signos de incapacidad e incompetencia.
¿Por qué todos miramos hacia China? El razonamiento es bien sencillo. China cuenta con tres fortalezas esenciales: la primera, es el principal mercado mundial de fabricación y suministro de materiales ahora considerados estratégicos en la contención del virus, además de proveedor vital de productos farmacéuticos. Tal como señala el investigador principal del US Council on Foreign Relations Yanzhong Huang, el gigante asiático exportó a Estados Unidos el 97% de los antibióticos y controla entre el 70% y el 95% del mercado americano de vitamina C o ibuprofeno, entre otras sustancias. Por si fuera poco, es el principal fabricante de equipamientos médicos para la medición de oxígeno en sangre o aparatos para realizar pruebas de resonancia magnética.
En segundo lugar, es el mayor consumidor (y también productor) de muchas materias primas, consumos intermedios y productos finales sin los cuales no pueden funcionar las cadenas globales de valor.
Y, por último, es el país que tiene la mayor capacidad financiera global para implementar planes de inversión, apoyo logístico y capacidad de llegada a cualquier punto del planeta con cierta rapidez gracias a la red logística portuaria, aeroportuaria, ferroviaria y de transporte sobre todo marítimo del mundo.
Por el mar del Sur de China pasa un tercio del tráfico marítimo mundial
La red que parte de los puertos chinos más cercanos al Índico concentra la mayor parte del tráfico de contenedores: por el Mar del Sur de China pasa aproximadamente un tercio del tráfico marítimo del mundo según la UNCTAD.
Quizá habría que añadir un cuarto elemento que es la estrategia que ha permitido que China, a pesar de ser el origen de la pandemia, haya podido recuperar con cierta rapidez el ritmo de crecimiento y cierta normalidad en el tráfico de personas en las grandes urbes.
Una crisis de coste muy elevado
Es evidente que la crisis ha tenido un coste enorme tanto en la contención como en las políticas de reactivación de la economía, donde tanto por la parte fiscal como por la monetaria se están empleando a fondo, pero al mismo tiempo vacunando varios riesgos macroeconómicos muy relevantes. Recientemente el PBOC (el Banco Central chino) acometió una nueva bajada del tipo de depósito, dejando la remuneración en el mercado a un año en el 1,5%, a pesar de que uno de los principales desequilibrios en este momento es la alta inflación.
En los dos primeros meses de este año, la tasa de inflación se ha disparado hasta el 5,3% principalmente por la escasez de suministro de bienes que tienen un enorme peso en la cesta de la compra del ciudadano medio chino, siendo el más importante la carne de cerdo, producto que supone casi un tercio del consumo doméstico. El coronavirus Covid-19 ha terminado de hundir un mercado ya de por sí muy tocado por la peste porcina africana que ha causado el sacrificio de en torno al 60% de la cabaña porcina china. El resultado ha sido dramático: un incremento de los precios en términos medios del 110%.
Y el otro riesgo a vigilar es el incremento de la deuda pública. Tal como publica la revista Caixin citando a Morgan Stanley, China necesitará emitir a corto plazo entre el 2% y el 3% del PIB en bonos especiales, incluso hasta el 4% si atendemos a las estimaciones de Nomura. En cualquier caso, se deriva de un incremento sustancial del déficit público, el cual cerró 2019 en el 4,9% del PIB, lo cual supone 2,3 puntos de PIB más que en 2018, marcando máximos históricos desde que se tienen estadísticas.
Evidentemente, dado el mecanismo de financiación del déficit público, el problema no estará en que el Estado tenga problemas de financiación, sino las consecuencias que una deuda mayor tiene sobre las entidades financieras (especialmente las que tienen capital estatal) y sobre el propio mercado de capitales (posible efecto crowding-out incluso sobre los bonos municipales).
La recuperación del 'gigante asiático' no es sencilla, pero le hace estar más presente en el tablero global
Por tanto, la recuperación del 'coronavirus' no está siendo tampoco sencilla para China, pero haber pasado lo peor y mostrar una experiencia de políticas selectivas al mundo le hace estar más presente que nunca en el tablero global y presionar a unas democracias occidentales que tendrán graves problemas a medio plazo con una montaña de deuda creada que, por el momento, puede monetizarse pero que puede llegar a un punto en que no pueda serlo. Esto, muy probablemente, puede ocurrir en Europa y menos en Estados Unidos que cuenta con la baza a favor de tener la moneda de reserva global.
Así, esta crisis está siendo un 'laboratorio de pruebas' del nuevo equilibrio geopolítico, y está testando hasta qué punto la primera fase del pacto comercial China-EEUU es sólido y permanente en el tiempo.
La política real (y no el ruido mediático o de análisis mal enfocados) está mostrando una colaboración entre los dos bloques –empezando por China– en cuestiones que son de vital importancia como el intercambio de materias primas tanto energéticas como agrícolas. Una de las primeras medidas que China tomó durante su crisis de coronavirus fue la suspensión de algunos aranceles y la rebaja significativa de otros, donde uno de los mercados más beneficiados era precisamente el americano.
Primero, China rebajó a la mitad los aranceles de productos estadounidenses en importaciones por un importe de 68.000 millones de euros, lo cual lo está aprovechando para incrementar de forma extraordinaria sus reservas tanto de alimentos como de petróleo aprovechando los bajos precios del mercado.
Ahora, Estados Unidos se plantea generalizar la exención de tarifas aduaneras existente sobre productos sanitarios a otros como vestido, calzado y automóvil, pero que podría ir más allá si la Administración Trump aprueba, tal como le pide casi medio millar de directivos de compañías americanas, una moratoria del pago de aranceles.
Muy distinto es el comportamiento de Europa en su relación con China y ahí es donde más flaquean las democracias europeas. Con volúmenes de deuda muy altos y dependiendo en términos económicos, comerciales y financieros cada vez más de China, la fortaleza de los Estados sociales europeos se va a medir más que nunca por su capacidad financiera. Los que la tengan mejor podrán tener más grados de libertad. Los que no la tengan, no podrán.
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