La economía está empezando a mostrar signos de agotamiento tras cinco años de crecimiento, cuatro de ellos con expansiones del PIB que han superado el 2% de forma holgada. España ha aguantado durante unos trimestres la fuerte desaceleración de la zona euro gracias al robusto crecimiento de la demanda de interna. No obstante, esta situación era insostenible a largo plazo si la economía de la zona euro no despertaba de su letargo, algo que no ha ocurrido. El último dato de PIB publicado por el INE revela que el PIB creció un 2% anual en el segundo trimestre de 2019 y un 0,4% respecto al trimestre anterior. La desaceleración del consumo de los hogares y de la inversión, que en su día fueron los protagonistas de la 'resistencia' de la economía, son hoy los culpables de la desaceleración.
La desaceleración no es nueva, pero cada vez es más evidente. En 2017, no hace tanto, el PIB avanzaba un 3% interanual y más de un 0,7% prácticamente cada trimestre. El dato publicado esta semana (+0,4%) es el más bajo desde 2014 y aún así dobla la tasa de variación agregada de la Eurozona, pero la demanda nacional se desinfla.
Casi siempre que el consumo interno y la demanda se deprimen, el sector exterior comienza a contribuir de forma positiva al crecimiento anual del PIB, no porque la demanda externa sea especialmente boyante, más bien porque las importaciones de bienes y servicios se encuentran de capa caída, como consecuencia de la pérdida de impulso del consumo y la inversión de los agentes españoles. La caída del crecimiento de las importaciones y la ligera mejora de las ventas al exterior han contribuido casi un punto entero de los dos puntos que ha avanzado el PIB el segundo trimestre.

Sin embargo, el consumo de los hogares solo ha contribuido en 0,34 puntos al crecimiento anual de la economía, mientras que la inversión ha aportado 0,25 puntos a la expansión del PIB. Estos datos contrastan de manera importante con los vistos durante 2018, cuando era difícil ver al consumo privado y a la inversión contribuyendo menos de un punto porcentual cada uno, mientras que el crecimiento de las importaciones sustraían una parte considerable de la expansión (más de un punto porcentual).
Las tensiones comerciales, la incertidumbre del Brexit, la patente desaceleración de los principales socios comerciales de España... son muchos los factores que pueden estar contribuyendo a este enfriamiento de la demanda doméstica a través de una menor confianza y un menor crecimiento de la renta. Este se hace evidente con otro dato publicado este lunes por el INE que ha hecho saltar las alarmas: los hogares han disparado su ahorro hasta el 19,3% en el segundo trimestre, su tasa más alta en 10 años. La tasa de ahorro está directamente relacionada con los niveles de consumo, y si en 2018 el ahorro caía a mínimos y el consumo tiraba del PIB, ahora está empezando a ocurrir justo lo contrario.
Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, cree que el incremento del ahorro es consecuencia de diversos factores, unos positivos y otros no tanto. Por un lado "es el reflejo de un aumento de la renta disponible causado por un repunte de los salarios en un entorno de baja inflación. La creación de empleo, aunque sea a un ritmo menor de la mitad que a principio de año también ayuda a sostener el aumento de la renta".
Pero por otro lado también puede ser una decisión por miedo, reduciendo el consumo antes de que llegue el temporal. "El aumento del ahorro también se aprecia en el posicionamiento de los inversores que están moviendo su dinero a productos asegurados, de renta fija o deuda soberana. Se trata de un elemento de ahorro-prevención provocado porque los ahorradores ven que se avecinan tiempos peores", explica este experto.
Para mantener unas tasas de crecimiento de consumo elevadas se necesita un fuerte aumento de la renta de las familias (ya sea por subidas de salarios o por una fuerte creación de empleo) o una caída de la tasa de ahorro. En España se ha ido produciendo una combinación de ambos factores que podría estar cerca de tocar techo (el ahorro no podía caer más y la creación de empleo se está frenando) reduciendo del crecimiento del consumo. El empleo pierde fuerza, la creación de trabajo ya está creciendo al menor ritmo desde 2014, y precisamente la recuperación del mercado laboral ha sido lo que ha llevado en volandas el avance del PIB en los últimos años. Por su parte, las empresas podrían estar aminorando el ritmo de inversión ante unas perspectivas cada vez menos halagüeñas, tanto dentro como fuera de España.
El único componente del PIB que parece estar manteniendo una tendencia estable (con cierto sesgo al alza) es el consumo final público, que ha contribuido en 0,41 puntos al crecimiento anual del PIB en el segundo trimestre de 2019.
En suma y de forma esquemática. En el segundo trimestre de 2019 la economía de España ha crecido un 2% en tasa interanual y esta ha sido la contribución de cada componente: consumo de los hogares e instituciones sin fines de lucro +0,34, consumo público +0,41, inversión +0,25, exportaciones +0,77 e importaciones +0,22.