
Los reflejos de la desceleración internacional amenazan con descarrilar la economía española en los próximos meses, azuzados estos desequilibrios por una coyuntura política nacional que mantiene paralizadas las principales reformas necesarias para que España pueda capear el temporal poco amable que prevén los principales organismos internacionales en el plano económico. Uno de estos frentes es el apuntalamiento de la actividad empresarial, fundamental para conservar la tendencia aún favorable del mercado de trabajo, pero que sin embargo ya está siendo castigada por la nueva realidad de la ralentización mundial. Al menos, así lo refleja el Banco de España en un documento hecho público este jueves, en el que se da cuenta del debilitamiento de la actividad y de los resultados de las compañías no financieras en el primer semestre de 2019.
En este sentido, el documento elaborado por el supervisor bancario refleja un impacto negativo de la coyuntura económica en las empresas españolas, si bien el espejo de la desaceleración se aprecia con claridad en las cifras de empleo. Concretamente, entre los meses de enero y junio, los gastos de personal en las empresas españolas crecieron un 3,1%, evolución que se explica tanto por el aumento de la contratación con datos positivos de evolución a la Seguridad Social como, en mayor medida, por el de las remuneraciones medias. Cabe recordar en este punto que el Gobierno efectuó a inicios del presente ejercicio un incremento del 22% del salario mínimo interprofesional (SMI) y de un 7% en la base máxima de cotización, elementos que también presionaron al alza los costes laborales para las empresas.
Crecen salarios… y frena la contratación
Concretamente, el número medio de trabajadores en las compañías de nuestro país se elevó un 0,6%, tasa más moderada que la del año anterior de un 2%, mientras que la remuneración media se incrementó un 2,5 %, sensiblemente por encima del crecimiento observado en el mismo período de 2018 (1,7 %). En cuanto al aumento del empleo, este se vio impulsado por el avance del 1% en la contratación indefinida, en tanto que el empleo temporal se redujo un 1,3 %.
"La aceleración en el incremento de los salarios combinada con una menor creación de puestos de trabajo es un síntoma de fin de ciclo económico expansivo de la economía", explica el investigador principal del Think Tank Civismo, Javier Santacruz, sobre la dicotomía referida por las empresas en este periodo temporal.
Un elemento que se aprecia en el gráfico anterior, elaborado a partir de datos de Randstad y Cepyme, donde se aprecia los vaivenes en términos de contratación experimentado en el tejido productivo de nuestro país donde se observa una fuerte desaceleración en la creación de empleos e incluso refiriendo una destrucción de los mismos en las grandes compañías durante el comienzo del presente ejercicio.
De estos datos se desprende que el porcentaje de empresas que crearon empleo se situó en el 49,6%, ligeramente por debajo del dato del año previo (51,8%), si bien esta proporción siguió siendo claramente superior a la de aquellas compañías que destruyeron empleo, un 35,7%, más de una de cada tres de las sociedades españolas. De hecho, este último dato creció respecto al del año anterior en 2,4 puntos porcentuales, hecho que no ocurría desde 2013, con el final de la crisis.
En este contexto, un análisis realizado con la Central de Balances Integrada (CBI) evidencia que, a pesar de que el empleo ha mostrado una evolución positiva durante la recuperación, el nivel medio de las plantillas en 2017 (último año disponible en esta base de datos) seguía estando por debajo del registrado en 2007, antes del comienzo del período recesivo. Y al analizar por sectores, se observa que el aumento del empleo registrado hasta junio de 2019 se concentró principalmente en las ramas de actividad vinculadas al sector de servicios. Así, por ejemplo, las plantillas medias crecieron en la rama de comercio y hostelería (1%), y en la de información y comunicaciones (1,9%). En cambio, se redujeron en la rama de energía (1,3%) y en la industrial (0,7%). Por último, respecto a la evolución de las remuneraciones medias, los incrementos salariales más intensos se observaron en la rama de energía (4,1%), en tanto que estos fueron más moderados en la de comercio y hostelería (1,7%) y, especialmente, en la de información y comunicaciones (0,5%).
Desplome de los beneficios
Más allá, según el Banco de España, el valor añadido bruto (VAB) de las compañías creció un 0,4% interanual, ritmo sensiblemente inferior al de un año antes (4,8%). Todo, en un contexto en el que tanto las compras como las ventas de estas sociedades en España siguieron ganando peso relativo respecto a la actividad en el exterior.
Así, la evolución del VAB y de los gastos de personal llevó a que el resultado económico bruto (REB) se contrajera un 2,2%, tasa que contrasta con el crecimiento del 6,1% del ejercicio precedente. El resultado ordinario también se desaceleró consecuentemente en el período más reciente (un avance del 1,4%, frente al crecimiento del 8,4% en el mismo período de 2018), principalmente como consecuencia del descenso del REB, parcialmente compensado por el curso favorable de los ingresos y de los gastos financieros. Por último, la evolución de los resultados atípicos tuvo un impacto negativo sobre el beneficio del ejercicio, que se redujo un 41,4% con respecto al nivel de 2018, año en el que se habían registrado unos elevados ingresos extraordinarios.