
Por primera vez desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, instaurasen una nueva tregua arancelaria a finales de junio, ambos equipos negociadores volverán a reunirse cara a cara, esta vez en Shanghái. Está previsto que la delegación estadounidense, encabezada por el representante comercial, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, vuelen hoy para encontrarse con el viceprimer ministro chino, Liu He, y el ministro de Comercio del gigante asiático, Zhong Shan.
Precisamente, la incorporación en las negociaciones de Zhong, que plantea un endurecimiento por parte de Pekín, hace pensar que un posible acuerdo todavía se hará esperar. De hecho, el pasado viernes, el director del Consejo Económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, trató de rebajar las expectativas al afirmar que no había que esperar grandes avances, más bien "resetear el panorama y quizás retomar las conversaciones desde donde estaban el pasado mayo", indicó. Al respecto mencionó cómo las dos partes aún deben abordar cuestiones estructurales claves como el robo de propiedad intelectual y las transferencias forzadas de tecnología.
Antes del descarrilamiento de las mismas, ambas partes habían logrado un progreso importante en algunos de los temas clave. Tanto Washington como Pekín trabajaron desde finales de marzo en distintos memorandos de entendimiento escritos que cubrían un total de seis áreas entre las que se incluyen la transferencia forzada de tecnología y el robo cibernético, derechos de propiedad intelectual, servicios, divisas, agricultura y barreras comerciales no arancelarias.
En ellos se contempló, entre otras cuestiones, el compromiso de China por comprar más productos estadounidenses, incluida soja y productos energéticos, hasta 2025 y permitir a las compañías estadounidenses que operan en el gigante asiático poder contar con el 100% de propiedad extranjera en sus actividades en el país. Logros que posteriormente la administración Trump acusó a Pekín de intentar diluir antes de dar por completadas las negociaciones.
De ahí que la Casa Blanca optase a comienzos de mayo por reanudar el pulso arancelario incrementando sus gravámenes del 10% al 25% sobre un grupo de importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares. El gobierno de Xi respondió haciendo lo propio sobre un catálogo de productos estadounidenses el pasado 1 de junio. No obstante, además de escalar los gravámenes ya impuestos, el Departamento de Comercio de EEUU optó por incluir a Huawei en su lista de entidades. Esto obliga a los proveedores estadounidenses, entre los que se encuentran Intel, Micron o Qualcomm, entre otros, a que deban contar con una licencia especial para poder seguir operando con la compañía asiática.
Precisamente, este será uno de los asuntos clave para desbloquear las negociaciones. La semana pasada, Kudlow y otros funcionarios estadounidenses se reunieron con directivos de estas empresas para analizar la situación. Por su parte, China debería aumentar la compra de productos agrícolas estadounidenses, como punto de partida. Una promesa adelantada por Trump tras su reunión con Xi que, de momento, no se ha llegado a oficializar.
Dicho esto, China ha dado algunos pasos tentativos en esta dirección. La agencia de noticias estatal china, Xinhua, ya informó que algunas empresas chinas han preguntado a las empresas estadounidenses sobre los precios de sus productos agrícolas. Estas firmas también han presentado solicitudes al Consejo de Estado chino, solicitandole a este que retire los aranceles impuestos sobre algunos de estos bienes para que las empresas puedan aumentar algunas compras.
Ambas potencias se debilitan
El reinicio del contacto directo llega en un momento en que ambas economías sufrieron un debilitamiento en el segundo trimestre del año. Dicho esto, mientras la actividad en EEUU se desaceleró hasta un 2,1% entre abril y junio, los consumidores lograron salvar los muebles, ya que el gasto de los estadounidenses repuntó un 4,3%. En el caso del país asiático, su PIB avanzó en el segundo trimestre a su menor ritmo en 27 años, un 6,2%.
Tampoco hay que olvidar que, en caso de que no se produzcan avances concretos, EEUU está listo para imponer gravámenes sobre un grupo de bienes chinos por valor de 300.000 millones de dólares, lo que supondría tasar todos los productos del gigante asiático que llegan al país.
Al mismo tiempo, sin expectativas de un posible acuerdo al menos hasta el cuarto trimestre de 2019, más de 50 multinacionales han acelerado el traslado de sus operaciones fuera de China para sortear los gravámenes en curso. Apple pidió a la administración Trump exenciones en los gravámenes, para su nuevo Mac Proc fabricado en China, pero el presidente indicó en un tuit que no concederá alivio a la compañía liderada por Tim Cook.