Director adjunto de elEconomista. Asesor del Fondo Tressis Cartera Eco30. Promotor del Eco10 y Eco30 Stoxx

El regalo más sencillo y más barato del mundo que te pueden hacer es que alguien te explique la potencia del interés compuesto aplicado al mundo de la inversión. En mi caso desprecié aquellas clases de matemáticas de primaria y fueron muchas décadas después, ya algunas dedicado al mundo de la inversión, cuando entendí que el interés compuesto es la fuerza más poderosa del universo, como dijo Albert Einstein.

El mercado tiene en ocasiones tintes berlanguianos, de ese adjetivo admitido desde hace años por la RAE que define con humor negro, pero tolerante, una escena coral, caótica y siempre esperpéntica, que nos humaniza las miserias morales de los personajes de los que se habla. Me ha atraído siempre la figura de Luis García Berlanga porque a su genialidad sumaba su valencianismo, otro pecado más del fracaso y la destrucción del que estoy orgullosamente estigmatizado.

La animadversión hacia la bolsa china frente a una sublimación de la estadounidense me ha recordado esta semana a la electrificante metáfora sobre la vida que ha dejado un niño de dieciséis años a todo un veterano como es Adrien Rabiot. El subcampeón del mundo francés aseguró antes de las semifinales contra España que "si Yamal quería jugar una final, tenía que demostrar más cosas de las que había hecho". El 19 de La Roja recortó al centrocampista galo para con su pierna buena, desde la frontal, pegarla al palo y anotar el gol del torneo. Yamal en sus redes sociales puso un mensaje nada cifrado tras el partido: "Muévete en silencio, habla sólo cuando es momento de decir jaque mate".

Acabamos de celebrar en elEconomista.es una jornada bajo el epígrafe el poder de la gestión activa y como conclusión de la misma llevamos a titular en la web, y a doble página en papel, que en España no somos capaces de generar riqueza de nuestro propio ahorro. Las cifras endémicas de lo que hacemos con nuestro dinero rebasan el concepto de preocupación cuando analizamos que los fondos de inversión y las acciones embalsan menos de la mitad del dinero que hay en cuentas a la vista y depósitos. Y, lo peor de todo, el ladrillo se lleva cuatro de cada cinco euros de nuestra riqueza.

Al comenzar la segunda parte del año es hora de analizar lo que ha pasado en la primera y planificar qué expectativa ofrece lo que resta. Creo que a comienzos de año todo inversor debe hacerse un presupuesto con los objetivos reales que espera de su cartera para en momentos como el actual, en el que se parte por la mitad de año, se pueda analizar si estamos por encima o por debajo de plan de ruta.

El mundo de la inversión en España se encuentra en el punto de partida de una de las mayores migraciones de la historia, tan necesaria como tardía. Después de años en los que las posibilidades de lograr algo de rentabilidad por el ahorro eran inexistentes, por los tipos de interés cero, la opción de empezar a generar ganancias sin riesgo ha calado entre quienes tenían el dinero en los bancos solo por la seguridad de no tenerlo debajo del colchón.

Sólo hubo un escenario mejor que el actual para la renta variable española y fue en el año 2008. Ahora, el Ibex 35 presume del mayor atractivo, tanto por valoraciones como por potencial, entre las principales referencias europeas. Por contra, los escasos volúmenes de negociación de la bolsa española siguen siendo una preocupación. Así lo cree Nicolás Fernández Picón, director de análisis de Banco Sabadell, que desgrana en una entrevista con este medio los sectores y valores españoles en los que el inversor debería estar posicionado en este momento. La banca, por motivos obvios tras la opa de BBVA a Banco Sabadell, no entra dentro de este análisis.

En los últimos diez años hemos pasado de seis millones de inversores en fondos a más de dieciséis y de 100.000 a 750.000 millones de euros en dinero asesorado. De aquí unos años, con la Retail Investment Strategy (RIS), se avanzará hacia un modelo de mayor independencia en el asesoramiento y en la comercialización de productos, incluso el dinero no asesorado acabará orientado de alguna forma. Habrá que acostumbrarse a pagar comisión por el asesoramiento. Y aunque haya incentivos, se impondrá la transparencia de la comisión explícita mediante soluciones de inversión. Si mantenemos la tendencia de no pagar, no habrá asesoramiento. Seguiremos automedicándonos en algo tan sensible como las inversiones. Y, lamentablemente, en España se ha fomentado una cultura financiera con muy pocos capacitados para hacerlo.

Hace ya casi tres décadas, entrevistando en aquel entonces a Juan Ramón Guillén como presidente de La Española, la marca de Acesur, salí convencido de la gran oportunidad que se abría de inversión. Escuché a un visionario de las virtudes saludables del aceite de oliva que, además, presumía de la evangelización que iba haciendo por el mundo de este producto.