El presidente de EEUU, Joe Biden, no quiere andarse con rodeos. Su objetivo es que para 2030, la mitad de los coches nuevos que entren a formar parte de la gigantesca flota del país -que asciende a unos 289 millones, según los datos más recientes del registro de vehículos- no emita dióxido de carbono. Un paso adelante extraordinario en la lucha para frenar el calentamiento global que, según advierte la industria, necesita de un fuerte apoyo económico por parte del Gobierno.
