Redactor de Internacional. Aprendí a cubrir economía en Argentina, aunque mi pasión siempre ha estado en Reino Unido y EEUU, en las que me centro actualmente, porque si algo no son precisamente estos dos países es aburridos. Estudio sobre el bitcoin y el universo de ideas y fraudes que ha crecido alrededor en mis ratos libres.

Aunque fuera del foco mediático mundial, un país de Oriente Medio lleva años atrapado en una crisis histórica que, aunque ahora parece estabilizarse, en realidad entraña enormes dificultades y peligros que pueden golpear a toda la región. Egipto lleva años sufriendo una crisis económica que va y viene según las circunstancias internacionales, pero que se basa en dos ingredientes letales: un gasto estructural desenfrenado y una enorme carga de deuda vigente. Y en los últimos años, los desastres no han dejado de sucederse: por un lado, el país se había encomendado a una espiral de enorme gasto público sin los ingresos para sostenerla. Por otro lado, un golpe en sus ingresos por los ataques hutíes en el Mar Rojo (bloqueando el canal de Suez), unos mayores costes energéticos desde la guerra de Ucrania y un turismo derrumbado, primero por el covid y después por la guerra en Gaza, justo en su frontera noreste. Esta tormenta perfecta llevó a una de las peores crisis de su historia, con un shock de liquidez y la posibilidad de un impago total de su deuda, al no tener cómo afrontarla.

Los mercados viven en una montaña rusa de emociones, en la que cada dato se ha convertido en una batalla por controlar la narrativa. Si las cifras de empleo de hace ya dos semanas desataron el caos, con un desempleo escalando al 4,1% y generando temores de recesión, hoy las ventas minoristas han tenido un efecto opuesto, mostrando que el consumo de EEUU, el gran bastión de la resistencia económica del país norteamericano, aguanta firme. Ante esta revelación, los mercados han tirado la toalla y han renunciado a un ambicioso programa de recortes tipos para lo que resta de 2024.

La carrera electoral de EEUU suele ser una maratón interminable que puede alargarse más de año y medio. Pero esta vez, con la retirada de última hora de Joe Biden, las elecciones se han convertido en un 'sprint' de tres meses, más parecido a las campañas europeas. En un tiempo tan corto, cualquier giro puede sacudir la situación política sin apenas margen de error. Y, en estas circunstancias, la incertidumbre que rodea a la economía de EEUU puede ser un factor clave de cara a las elecciones.

Donald Trump volvió ayer a Twitter (X) por la puerta grande: con una entrevista de dos horas al dueño de la red social, Elon Musk. Una conversación accidentada, marcada por los problemas tecnológicos y un sonido deficiente que hacía que pareciera que a Trump le costaba pronunciar las consonantes. Pero el mayor problema al que se pueden enfrentar por la entrevista es a una demanda del Sindicato de Empleados de Automovilísticas de EEUU, que acusa a ambos de "intimidar" a los trabajadores durante su charla.

Los mercados se encuentran en estos momentos deshojando la margarita de la recesión. Los datos del ISM manufacturero del pasado jueves y del mercado laboral el viernes siguiente provocaron un cambio radical en la percepción del mercado, que ha pasado de esperar un aterrizaje suave a tener serias dudas de una posible contracción económica. Junto con otros factores (como el carry trade o los débiles resultados de las tecnológicas) este giro provocó un auténtico pánico en los mercados, al tiempo ya se empezaban a descontar unas potentes reducciones de tipos por parte de la Reserva Federal. Sin embargo, más allá de las dudas sobre la posibilidad de una recesión, los analistas están viendo un problema que podría bloquear esta cascada de reducciones: las elecciones.

Mazazo para Google en su principal negocio. Un juez de EEUU ha estimado una denuncia del Departamento de Justicia del Gobierno estadounidense en la que acusaba al buscador de haber creado un monopolio en el sector a base de hacer pagos multimillonarios a cambio de que su motor de búsqueda aparezca por defecto en teléfonos móviles y grandes navegadores web, como el iPhone y Safari (Apple), Samsung o Firefox (Mozilla).

Los mercados están viviendo días históricos. Aunque las dudas respecto a las tecnológicas empezaron ya a roer los cimientos de los principales índices del mundo, los últimos datos de empleo de EEUU han provocado que esa incertidumbre se convierta en caos. Con un mercado laboral enfriándose y el desempleo escalando al 4,2%, hay una palabra que se ha hecho dueña de la escena: recesión. La idea de una potente y cercana contracción económica se ha instalado y los últimos datos han activado uno de sus grandes argumentos. La 'regla Sahm', un indicador que alerta del comienzo de las recesiones a través del mercado laboral, está en rojo y parpadeando y ahora hay quien se pregunta si ya es un destino inevitable.

Salvar a Argentina de su complicada situación económica requiere de una precisión quirúrgica. Javier Milei se ha encomendado para lograrlo a un acaparamiento masivo de liquidez a través de un superávit con el que llenar lo máximos posible sus arcas. Esto es un factor clave para lograr la dolarización. Este es el motivo por el que se celebró por parte de gobierno y mercados el hecho de que lograse unas reservas netas de 12.000 millones de dólares, cuando hasta hace no mucho estaban en negativo. Sin embargo, este escudo de liquidez para salvaguardar el plan de Milei ha vivido un potente desplome en un solo mes de 5.000 millones de dólares.

La firma estadounidense, miembro de las Siete Magníficas, ha presentado resultados en un contexto de alta volatilidad en el sector tecnológico. Los inversores, temerosos ante una contracción económica, necesitan saber hacia qué rumbo va a navegar el mercado. Concretamente, quieren conocer el vigor del ámbito 'tech', así como la fuerza de la rotación hacia las 'small caps'. Ante este panorama, Apple ha saltado a la palestra de los resultados con malas noticias por el flanco de China y las ventas de su iPhone, pero con puntos positivos por el lado del iPad y los servicios.

La noche de resultados ha sido tan intensa como la jornada vivida este jueves en los parqués estadounidenses. Las plazas norteamericanas comenzaban la sesión con suaves subidas, evidencia de la resaca posterior a las fuertes alzas vividas este miércoles al calor del sector de los chips y de las palabras de Powell sobre un recorte de tipos en septiembre. Sin embargo, los recientes datos económicos han espantado al mercado, que teme una contracción en la economía. Este giro de guion se produce en un contexto en el que los inversores buscan pistas sobre el vigor del sector tecnológico, fuerza motriz bursátil en lo que va de año. Tras las decepciones de Alphabet y Tesla, parecía que los resultados de Microsoft podían marcar un cambio de tendencia. Sin embargo, Amazon no ha conseguido convencer a los inversores, a pesar de haber comunicado un buen rendimiento de su departamento en la nube.